El juicio en curso contra Dominique Pélicot ha sacudido a Francia y al mundo entero. La magnitud del caso, que implica no solo a Pélicot, sino también a una red de cómplices que presuntamente participaron en la violación sistemática de su esposa, ha generado una profunda reflexión sobre la violencia sexual, el abuso de poder y el impacto del silencio prolongado. A medida que avanzan los procedimientos judiciales, el tribunal en Aviñón ha sido testigo de testimonios desgarradores y revelaciones espeluznantes que ponen de manifiesto la gravedad de los crímenes cometidos durante casi una década.
Un entramado de horror orquestado por Dominique Pélicot
El caso salió a la luz en septiembre de 2020, cuando el propio Dominique Pélicot fue sorprendido por un guardia de seguridad en un supermercado filmando en secreto a mujeres bajo sus faldas. Lo que inicialmente parecía un incidente aislado de voyerismo destapó una verdad mucho más oscura. La policía comenzó a investigar los dispositivos electrónicos de Pélicot. Durante esa investigación, las autoridades descubrieron un archivo titulado “abusos” en su ordenador. Este arhivo contenía más de 20.000 imágenes y vídeos de su esposa, Gisele, siendo violada repetidamente por decenas de hombres en su hogar.
Entre 2011 y 2020, Dominique Pélicot drogó sistemáticamente a su esposa. Mezclaba somníferos y medicamentos ansiolíticos en su comida o bebida. La dejaba inconsciente para que desconocidos pudieran abusar de ella. A través de una plataforma online, Pélicot reclutaba a estos hombres. Llegó a instruirles sobre cómo actuar para no ser descubiertos. “No deben usar fragancias ni fumar antes de entrar. Si ella mueve un brazo, deben irse de inmediato”, eran algunas de las instrucciones que Pélicot daba a los agresores.
Este entramado pone de manifiesto la perversidad de Dominique Pélicot, pero también la facilidad con la que se pueden orquestar crímenes de esta magnitud utilizando internet. La investigación policial ha rastreado a 50 de los hombres involucrados, muchos de los cuales se enfrentan ahora a cargos de violación agravada y podrían ser condenados a hasta 20 años de prisión si son hallados culpables. Se estima que fueron más de 80 los que violaron a Gisèle durante los nueve años que duró el infierno.
La red de cómplices del caso Pélicot: ¿quiénes eran?
Uno de los aspectos más controvertidos de este juicio es la naturaleza de los cómplices reclutados por Dominique Pélicot. Algunos de los hombres que participaron en las agresiones han afirmado que no sabían que Gisele estaba siendo drogada y abusada sin su consentimiento. Argumentan que Dominique Pélicot los engañó. Les hizo creer que su esposa era una participante voluntaria en los actos sexuales. Sin embargo, las pruebas presentadas en el juicio, incluidos los mensajes intercambiados en la plataforma online, muestran que Pélicot utilizaba el término “violación” de manera explícita y detallaba cómo la sedación de su esposa les permitiría realizar actos que ella nunca habría aceptado.
La defensa de algunos de los acusados se basa en la afirmación de que desconocían la verdad. No obstante, las pruebas indican que muchos de ellos eran plenamente conscientes de que estaban cometiendo un crimen. Entre los acusados se encuentran personas de diversas profesiones: desde bomberos y enfermeros hasta un periodista y un antiguo oficial de policía. Eso ha generado un debate en Francia acerca de cómo personas en posiciones de confianza social pueden verse involucradas en crímenes tan atroces.
El abogado de Gisèle Pélicot, Antoine Camus, ha argumentado que todos los acusados, sin excepción, deberían ser considerados culpables. Por lo visto, los mensajes online y las condiciones de las agresiones no dejan lugar a dudas sobre la naturaleza no consensuada de los encuentros. “No estamos hablando de una confusión sobre el consentimiento”, afirmó Camus. “Estamos hablando de una mujer completamente incapacitada, tratada como un objeto de explotación”.
Gisèle Pélicot, la voz de muchas mujeres en todo el mundo
Quizás uno de los momentos más impactantes del juicio ha sido el testimonio de Gisèle Pélicot. A pesar de la abrumadora carga emocional, decidió renunciar a su anonimato para que el juicio se celebrara en público. “Lo hago por todas las mujeres”, afirmó ante los jueces. Su testimonio ha sido una llamada de atención sobre el dolor y la devastación que deja la violencia sexual.
Gisèle ha descrito cómo durante años experimentó problemas de memoria, confusión y miedo sin entender lo que le estaba ocurriendo. Incluso cuando su salud física comenzó a deteriorarse, jamás sospechó que su propio esposo la estuviera drogando y ofreciendo a otros hombres. “Era como si estuviera muerta, un cadáver caliente en una cama”, relató en su testimonio, describiendo los momentos en los que vio los vídeos de sus violaciones por primera vez.
Su valentía al enfrentarse públicamente a su esposo y a los hombres que la agredieron ha sido elogiada por los abogados y por organizaciones de derechos humanos. Gisèle ha dejado claro que su objetivo no es solo obtener justicia para ella misma, sino también asegurar que ningún otro ser humano tenga que sufrir lo que ella ha pasado. “Me sacrificaron en el altar del vicio”, dijo. Su determinación de no ser silenciada es una fuente de inspiración para muchas víctimas de violencia sexual.