El marido de Ana María Knezevich Henao, mujer colombo-estadounidense desaparecida el pasado 2 de febrero en Madrid, ha sido detenido en el aeropuerto internacional de Miami (EEUU) por su presunta relación con el caso, ha informado la Policía Nacional en su cuenta de Twitter.
La detención se enmarca en una investigación llevada a cabo por la Policía Nacional, colaborando en la misma la Agregaduría de Interior de Belgrado, el FBI de Florida, y la Policía de Colombia.
Ana María Henao, de 40 años y residente en Florida, despareció en la capital de España el pasado 2 de febrero por la noche, cuando sus allegados le perdieron el rastro.
Según relató al canal 6 South Florida su amiga Sanna Rameau, esa misma noche “un hombre con casco forzó las cámaras de seguridad y la puerta del edificio donde se alojaba”, antes de perderse todo contacto.
La joven desaparecida, aparentemente, estaría buscando mudarse definitivamente en medio de “un difícil proceso de divorcio”. El hermano de la desaparecida, Felipe Henao, contó en entrevista con W Radio que la familia se preocupó tras recibir “una serie de mensajes” desde el teléfono móvil de la mujer desaparecida que “no parecían escritos por ella”.
“Creemos que fueron traducidos desde Google al español (…). Nos preocupa que haya sido planeado, por eso el tiempo es importante”, manifestó.
La asociación SOS Desaparecidos alertó entonces de la desaparición “inquietante” de la mujer, instalada hace pocos meses en Madrid desde Florida debido a su divorcio de un ciudadano serbio. Al parecer, este proceso comenzó en enero y se tornó “muy duro y complicado”, hasta el punto de “pedir ayuda médica por depresión”, explicó a Europa Press el presidente de SOS Desaparecidos y portavoz de la familia, Joaquín Amills.
Para poner tierra de por medio, Ana María llegó en diciembre a Madrid, donde vive una amiga de la infancia, y se instaló en un piso cuyo alquiler caducaba en marzo. Por ello, el día antes de la desaparición ambas estuvieron mirando una nueva vivienda. La última comunicación fehaciente de la desaparecida fue el día 2 a las 11.30 horas comunicando a su amiga que no le había gustado.
Su amiga le escribió ese mismo día, sin obtener respuesta, y el siguiente. Preocupada, le llamó por teléfono sin éxito. Era muy extraño que no le contestara porque el 5 de febrero viajaban juntas a Barcelona para asistir a un evento y Ana María “estaba muy ilusionada con ello”. De hecho, llegó a ir en vano a la estación de Atocha ese por si acaso hubiera perdido el móvil.
Mensajes extraños al móvil
Así las cosas, a las 13.00 horas del día 3 tanto esta amiga como otra que vive en Europa y que iba a visitar en breve a Ana María a su casa de Madrid recibieron un mensaje idéntico en WhatsApp -la primera en español y la segunda en inglés- provenientes del móvil de la desaparecida en los que les dice que “había conocido una persona maravillosa y que se había ido con ella a una casa de campo situada a dos horas de Madrid, pero que allí hay mala señal, por lo que ya contactarán con ellas cuando regresara”.
Nunca más han recibido mensaje alguno de ella. Además, tanto las destinatarias como la familia de Ana María no creen que lo escribiera ella, ya que no es su forma de hablar ni de escribir. “Parece como si le hubieran pasado un corrector”, apunta Amills.
Alarmadas, la amiga española acudió al domicilio de la desaparecida. Al no responder nadie a la puerta, llamó a los servicios de emergencias. Tras contarles lo ocurrido, los Bomberos entraron al piso por una ventana y comprobaron que no había signos de violencia ni desorden, sino lo normal en estas estancias.
Eso sí, una vecina afirmó que había visto luz en la vivienda la madrugada del sábado 3. Y que en ese fin de semana intentaron robar en el edificio -aunque no hay denuncia alguna al respecto- y que por ello unos desconocidos taparon con un spray negro la cámara del teléfono de la entrada y la de seguridad junto al ascensor.
Ante todo ello, se interpuso una denuncia por su desaparición en la comisaría de la Policía Nacional, que lleva ahora la investigación de los hechos. Tanto la amiga como los familiares aseguraron a los agentes que no encaja con la forma de actuar de Ana María que desapareciese de esa manera, dejando colgadas a las personas tan allegadas con la que había hecho planes. Sería la primera vez que lo hiciera.
Tampoco les cuadraba que abandonara Madrid de repente, una ciudad cuya vida cultural el encantaba y en la que quería rehacer su vida. Tampoco creen que fuera ella la que escribiera los mensajes, por lo que temen que están con alguien en contra de su voluntad.
Por eso, pidieron a la Policía que geolocalizasen el móvil de Ana María, que ahora dejó de dar señal, para comprobar dónde fue la última vez que se conectó el terminal. También solicitaron que comprobaran las cámaras de seguridad del edificio en el que vivía y los alrededores.