La directora del Instituto de las Mujeres fue denunciada por treinta militantes del PSOE

Ferraz tiene abierto un expediente a Isabel García por las quejas de sus compañeros. "Es de las que corta la cabeza sin pestañear a quienes no le bailan el agua”

Isabel García "ha dado trabajo a toda su gente", aseguran quienes la conocen KiloyCuarto

En la web de la consultoría de Igualdad Elig ya no hay rastro de Isabel García, su fundadora. Sí, de algunos de sus clientes, la gran mayoría ayuntamientos de la Comunidad Valenciana: Burjassot, Alcàsser, Olocau, Cullera, Gandía, Silla, La Eliana… Y así hasta una cuarentena de consistorios gobernados por el PSPV-PSOE. García nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1968, pero su feudo habla valencià. Allí la conocen bien. Entró en escena en 2015, en Xirivella, como concejala de Igualdad. En 2019 Ábalos la ascendió a diputada de Igualdad, Juventud y Deportes y Carmen Calvo la amamantó hasta colocarla como directora del Instituto de las Mujeres. “Fue ella quien se la recomendó a Ana Redondo”, aseguran fuentes del partido.

“Nunca más volvería a trabajar con ella”

Transexcluyente y tránsfoba, se encaró al colectivo con tuits en los que afirmaba que “las mujeres trans no existen” y protagonizó algo más que rifirrafes con compañeros de partido cuando Víctor Gutiérrez, Secretario de Políticas LGTBI del PSOE, celebró que el partido apartara a “ciertas voces de la primerísima línea política que han hecho mucho daño” -refiriéndose a Calvo-. García, cuentan en Ferraz, sacó toda la artillería para atacar a Gutiérrez y defender a quien, aseguran, aún marca sus directrices. “Orquestó una campaña de desprestigio y odio en redes contra Víctor y contra Carla Antonelli, y se le fue de las manos. Tanto, que una treintena de militantes pedimos que se tomaran cartas en el asunto”. Ferraz abrió una investigación interna -que sigue en curso-. Fue uno de los motivos, aseguran fuentes del partido, por los que Raquel Sánchez, ministra de Transportes, la cesó de asesora. Por eso y por no aparecer por el ministerio. “Nunca más volvería a trabajar con ella”, afirma una colaboradora que dejó de trabajar con García a raíz de discrepancias por el enfoque de la ley trans. “En su juego hay reglas. Es de las que corta la cabeza sin pestañear a quienes no le bailan al agua”, cuenta.

Artículo14 ha hablado con personas cercanas a García. Algunas de ellas han formado parte de los encuentros trimestrales que organiza con una veintena de mujeres top del sector empresarial, audiovisual y político. Encuentros off the record en los que está Calvo, alguna senadora, y la periodista Sandra Barneda -entre otras-. “A mí dejó de invitarme por posicionamiento ideológico, porque no hubo sintonía política. A una colega abogada la excluyó porque buscó negocio a través de sus amistades y no la incluyó”, confiesa una empresaria que ya no es invitada a sus fiestas.

Altiva y con aires de superioridad

A García, coinciden, le gusta el foco. La describen como una mujer altiva, con aires de superioridad, vehemente, con malas formas -llegó a colgarle el teléfono a la presidenta de un movimiento social- y con un ego cada vez más engrosado. “Sólo respeta a quien la respeta y es muy fiel a sus compromisos. Devuelve favores y ayuda a quien le demuestra lealtad. Ha dado trabajo a toda su gente”, cuenta una de sus colaboradoras. Tardó muy poco en suspender el contrato con la agencia de comunicación que llevaba años trabajando para el Instituto de las Mujeres. “Encargó los vídeos del 8M a la productora de una amiga. Se los asignó a dedo”, relata una de sus colaboradoras. “Es muy torpe en la gestión y algo burda. Sus habilidades son básicas. Es inteligente, pero no es lista”, afirma quien formó parte de uno de sus equipos. “¿Si nos ha sorprendido? Lo estábamos esperando”, coinciden.

Como la Reina de Corazones en Alicia en el País de las Maravillas, seguro que después de leer este artículo bramará a su séquito: ¡Que les corten la cabeza!