016/Ni una más

De aquí a diciembre asesinarán a veinte mujeres, ¿por qué a nadie le importa?

Políticas y expertas analizan las razones por las que la violencia de género no preocupa ni solivianta a la sociedad

En lo que va de año, una treintena de hombres han asesinado a 36 mujeres y 10 niños KiloyCuarto

En este instante, en España, miles de hombres están agrediendo a sus parejas. Las están vejando, pegando, humillando, torturando, violando. No solo a ellas, sus hijos e hijas también están sufriendo maltrato ahora mismo. Están solas, asustadas y calladas. La inmensa mayoría nunca denunciará. En lo que va de año, 36 mujeres y 10 niños han sido asesinados por violencia machista. Cuarenta y seis seres humanos a los que una treintena de hombres han matado como consecuencia de un problema que tenemos identificado y analizado. En España, el año pasado se pusieron 22 denuncias a la hora por violencia de género, mientras el Instituto Nacional de Estadística registró 36.585 víctimas. Sin embargo, la macroencuesta de Igualdad calcula que solo denuncia el 21,7 % de estas mujeres, quizá entonces, el número de maltratadas ascendería, en realidad a 168.580 en 2023.  Los datos son tan crudos que sabemos que en los próximos meses asesinarán a más. Contamos con que esos crímenes van a ocurrir. Alrededor de veinte mujeres que están hoy vivas, no lo estarán en Nochevieja. Ante un problema de esta magnitud, ¿cómo reaccionamos como sociedad? ¿Por qué la violencia machista no ocupa más espacio en el debate público y político? Varios expertos y políticas responden a Artículo14 sobre por qué este tema no nos interpela, ni nos indigna.

Miguel Lorente, médico forense, profesor de la Universidad de Granada y exdelegado del Gobierno contra la Violencia de Género

Recuerda que solo el 2,4 de los españoles, según el CIS, citan la violencia de género como preocupación y considera que “no se percibe la violencia en la pareja como un problema social, sino individual y familiar”. Para Lorente “la estructura patriarcal normaliza e integra esta violencia como una circunstancia más de las relaciones de pareja”. Tanto es así, que un 15,4 por ciento de jóvenes de 15 a 24 años considera hoy que una violencia de baja intensidad es aceptable en un relación. “La violencia está normalizada, pero cuando escala y da como resultado un homicidio o un ataque grave, el propio sistema lo justifica a través de mitos y estereotipos. Por ejemplo, que es consecuencia de problemas concretos del agresor: alcohol, drogas, inestabilidad mental y aunque no la justifica, sí la ubica en un marco de descontrol del maltratador y como un conflicto familiar”. Es decir, estos crímenes suceden por las circunstancias personales de los involucrados y no por razones sociales y estructurales.

Es por ello, insiste, que “no existe una conciencia social del problema, por esa desconexión con la realidad, no se piensa “asesinan a 60 mujeres al año”, si no que lo ven como casos aislados que responden a unas circunstancias concretas e individuales de los protagonistas. No son 60 casos, sino 1 + 1, + 1, + 1 + 1 hasta 60″, señala. 

Por eso, piensa Lorente, que  “la sociedad ante acontecimientos que percibe, entre comillas, inevitables, no se preocupa porque no lo considera un problema social, sino de circunstancias. Ante eso, pues piensan “estas cosas pasan, ojalá no pasaran, que intenten disminuir los factores de riesgo”, pero no hay una conciencia social del problema”. 

El exdelegado del Gobierno señala a los medios de comunicación y asegura que “sin darse cuenta” están reforzando el estereotipo. ¿Cómo? Limitando la información al homicidio. “No se habla de violencia salvo si matan, entonces estoy reforzando la construcción machista que dice que no hay violencia y que de vez en cuando, matan”, explica.

Ana Bernal Triviño, profesora de la Universitat Oberta de Catalunya

Tiene clara la raíz de esa desafección: “Porque somos mujeres. No se piensa como un problema social que involucra a hombres y mujeres, se sigue pensando que es “un asunto privado, no se asume que es un problema público donde la sociedad y las instituciones tienen que actuar. Hemos visto reacciones muy diferentes con otro tipo de crímenes, por ejemplo, el asesinato de Samuel Luiz– una agresión homófoba en grupo y mortal que ocurrió en julio de 2021- un homicidio que despertó una conciencia social contra ese odio, fue trending topic, el presidente del Gobierno reaccionó, así como todos los ministros; en cambio se asesinan a mujeres todas las semanas y no tiene ese impacto social ¿por qué? Porque mientras lo de Samuel se percibe como un delito de odio intolerable, en la violencia machista al haber una involucración de dos personas se piensa que algo ha ocurrido en la intimidad de la pareja y se la responsabiliza a ella”, explica.

Bernal Triviño cree que “ese ninguneo general” en la lucha contra la violencia de género responde también a que “no da votos, las asesinadas no dan votos y las mujeres maltratadas bastante tienen cada día con levantarse pensando en sobrevivir como para pensar en qué votar y qué apoyar. Ellas sencillamente ven un espectáculo político en algunas decisiones que se toman, en algunas declaraciones que escuchamos y ven una distancia tremenda en lo que se dice en teoría y lo que se lleva a la práctica, lo cual produce una desafección. Ahí entra el trabajo que tenemos que hacer para concienciar a estas mujeres de que la teoría feminista es lo único que las puede liberar. Porque, a parte de las instituciones, estas mujeres tienen que llevar a cabo un trabajo mental muy fuerte, esa solidez se lo va a facilitar el feminismo”, insiste.

Victoria Rosell, magistrada y ex delegada del Gobierno contra la Violencia de Género

Cree que no estamos concienciados porque el discurso feminista es contra hegemónico. “En todos estos años de lucha por la igualdad y de lucha feminista nunca hemos conseguido que fuera hegemónico, pero creo sinceramente que está abonado por el negacionismo que ha irrumpido incluso en las instituciones de la mano de Vox y avalado lamentablemente por PP. Es una obviedad que frena los avances mediáticos y los posicionamientos políticos y sociales. Hay negacionistas que no solo están influyendo en el discurso en redes sociales o en el discurso político, sino en la gente más joven y con menos formación. Los eslóganes de brocha gorda tienen la facultad de acallar la violencia de género que ellos niegan, o de, digamos, templar algunos discursos”. 

Para Rosell “lamentablemente” la lucha contra la violencia no da votos. “Es muy hipócrita esta situación política porque en realidad las diferencias entre los Pactos de Estado, el Antiterrorista y Contra la Violencia de Género son brutales tanto en concienciación como en su cumplimiento. Existe un respeto por las víctimas de terrorismo que no se da en las víctimas de las violencias machistas“, apunta. 

Acerca del papel de la Prensa, la magistrada recuerda “que existen obligaciones para los medios de comunicación, reflejados en la ley 1/2004, y aunque no se contemplan sanciones, la ley preveía que el tratamiento tiene que ser conforme a a los derechos humanos y respetando siempre la dignidad de las víctimas y eso ahora mismo no está pasando. Estamos haciendo otra vez titulares de muere o pierde la vida como como si la mujer fuera una despistada y se le perdiera la vida por alguna parte al cambiar de bolso. Incluso un tratamiento gráfico más propio de los 70 y 80 cuando se trataban como sucesos con una sábana tapada de la que sale sangre y un zapato”, advierte.

Beatriz Bonete, socióloga experta en Género e Investigadora social

“La violencia de género sigue sin atraer audiencia. Es duro decirlo de esta forma, pero así es. Nunca es el problema social del que más se habla, a pesar de que afecta a un poco más de la mitad de la población (a las mujeres). No es el tema político que más se discute antes de unas elecciones, a pesar de que, dadas las cifras anuales de víctimas, bien podemos hablar de terrorismo machista”.

Para Bonete la explicación “tiene un poco de todo. Un poco de anestesia general a noticias dramáticas, como es la violencia de género o una guerra. Un poco de “esto conmigo no va”, porque (creemos) que no conocemos a ninguna mujer que haya sufrido o vaya a sufrir violencia machista. Un poco de desconocimiento sobre lo qué es la violencia de género, sobre lo que implica para una mujer estar (y no poder salir) de una relación de maltrato psicológico y/o físico. Y un poco (o un mucho) de querer mirar para otro lado, para no interiorizar que vivimos en una sociedad moderna y democrática en la que hombres, aparentemente “normales”, siguen humillando, agrediendo y acosando a las mujeres que son o han sido sus parejas, o las madres de sus hijas e hijos o la novia con la que se fueron de vacaciones a Roma. La violencia de género preocupa. Pero tiene que preocuparnos más porque no habla bien de la sociedad que hemos construido y seguimos construyendo”, apunta.

Andrea Fernández, diputada del PSOE y portavoz en la Comisión de Igualdad

Cree que “durante estos  últimos años se ha producido una concienciación, hemos avanzado como sociedad a través de distintas medidas, el recuento de las víctimas, por ejemplo. Sin embargo, hemos entrado en una etapa de aletargamiento, nos hemos acostumbrado a escuchar, aproximadamente una vez a la semana, que una mujer es asesinada y se convierte en un número, en una lista. Esa monotonía en la que hemos entrado hace que aceptemos los crímenes machistas de manera casi natural o rutinaria“.

Sobre el tratamiento de este fenómenos en los medios de comunicación Fernández opina que “no se aborda adecuadamente la cuestión”. Para empezar, porque la violencia de género “es mucho más que asesinatos y  no se profundiza; y también porque la perspectiva que se adopta muchas veces es la de los sucesos. Algo que sucede, que pasa y ya está. La violencia de género tiene formas de manifestarse que no son tan evidentes y creo que ahí se debería informar de la violencia estructural que sufren las mujeres y cuya última consecuencia, la más la amarga es el asesinato”. 

En cuanto al debate público, la diputada socialista no sabe si “da votos o no hablar de violencia machista, lo que sí sé es que los que nos dedicamos a la política tenemos la obligación de hacer de la violencia de género una de las principales políticas que trabajar y desarrollar porque hablamos de una forma muy cruenta de una desigualdad estructural y sistemática en nuestra sociedad y que afecta a la mitad de la sociedad, por tanto, no luchar contra ella significa, bajo mi punto de vista, dañar los principios básicos de de la democracia”.

Amanda Andrades, secretaria de Feminismos de Sumar

En la coalición magenta no comparten la idea de que la sociedad no se involucre en la lucha contra la violencia de género. “Entre otras cosas, porque esa premisa invisibiliza las movilizaciones masivas y el trabajo de décadas del movimiento feminista entre cuyos ejes principales está la lucha contra la violencia machista y la violencia sexual e invisibiliza también a las cientos de organizaciones y activistas feministas que trabajan día a día para prevenir la violencia y para acompañar a las mujeres que afrontan esta violencia”.

Andrades señala que “de hecho, la cada vez mayor involucración de la sociedad contra la violencia machista, gracias a la lucha feminista ha logrado que este asunto pasase de ser una cuestión privada a marcar la agenda política, a pesar de tenerse que enfrentar a una ola negacionista de la violencia contra las mujeres, con una ultraderecha, socia en muchos ayuntamientos de la derecha, que no solo niega la violencia, sino que además quiere acabar con todo ese trabajo imprescindible de sensibilización y educación en institutos bajo la premisa de que eso es adoctrinamiento”.

Para la secretaria de Feminismos de Sumar una de las prioridades es “que se destinen mucho más recursos para desarrollar esa parte de la ley contra la violencia de género, la de sensibilización y prevención, que junto con la del acompañamiento a las víctimas siempre se quedan atrás frente a la parte punitiva. En este sentido, lo que sí es necesario es que las instituciones, con el Ministerio de Igualdad al frente, evalúen qué podemos hacer para avanzar, en qué estamos fallando, que es necesario mejorar. La violencia contra las mujeres no se soluciona poniendo la responsabilidad en las mujeres y pidiéndoles a ellas o a sus personas cercanas qué denuncien”, advierte.

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