Testimonio

Cuando trabajar es la puerta de salida

Clece, compañía especializada en la prestación de servicios esenciales, abre una puerta de oportunidad a decenas de mujeres que sufren violencia de género y que gracias a una oferta de trabajo consiguen salir de la espiral del horror y empezar una nueva vida

Parece ser la pesadilla que nunca acaba. De la que nunca vas a despertar. La violencia de género, un mal que ya casi parece endémico en nuestra sociedad, continúa ocupando su lugar en las noticias del día y sigue aflorando en el seno de muchos hogares españoles. Según los datos del INE, la violencia de género mata y sigue causando un daño irreparable a más de 36.582 personas al año en nuestro país, mientras que el número de víctimas de violencia doméstica se ha visto incrementado en un aterrador 12%.

Cuando escuchas a alguien decir que ha convivido con la violencia desde pequeña se te acaban las palabras y las manos no saben por dónde empezar a escribir. Pero hay historias que hay que contar para encender un faro que expanda toda su luz y deje ver a las personas que viven en la más absoluta oscuridad y abandono, en esa habitación aislada por el miedo, congelada de soledad, esperando una nueva agresión que llega sin motivo o explicación, haciéndote creer -por instantes- que lo mereces o, incluso, que te lo has buscado.

Laura y Carolina

La historia de Laura y Carolina (nombres ficticios por razones de seguridad) es la historia de dos mujeres que crecieron en la violencia, pero consiguieron salir adelante, por su valor y coraje, pero también gracias a la mano firme que les ofreció Clece, una empresa de servicios con un gran compromiso con la inclusión sociolaboral de colectivos desfavorecidos. “Las mujeres víctimas de violencia de género constituyen uno de los colectivos a los que dedicamos una atención especial, dado que somos conscientes de que las empresas podemos contribuir a erradicar esta lacra de nuestra sociedad”, asegura su presidente, Cristóbal Valderas.

Y así lo hacen. Y consiguen – con enorme satisfacción – ayudar y salvar vidas como la de Laura y Carolina, que hoy han querido contarnos su experiencia para poder ayudar a las mujeres que están atravesando el mismo infierno.

La vida de Laura ha sido un tormento desde que nació. “Desde mi infancia he convivido con la violencia. Crecí en un entorno familiar hostil, en el que la forma de resolver los conflictos era a través de actos violentos. No conocí otra forma de actuar. De adulta, me casé muy pronto pensando que dejaba atrás esa violencia, pero todo se repitió en mi matrimonio. Aguanté 30 años repitiendo viejos patrones”.

De origen polaco, Laura se trasladó a vivir a España hace más de 20 años junto a su marido por motivos laborales. Llevaba una vida aislada, sometida a su pareja, pero aprovechó esos años de soledad para aprender castellano. En 2013, después de residir en diferentes localidades, el matrimonio se asienta y Laura decide denunciar su situación como víctima de violencia de género.

“Normalicé la situación y el pensar que no tenía derecho a vivir con libertad”

Me costó mucho identificarme como víctima. Para mí todo era normal, estaba acostumbrada a ese trato porque no había conocido otra vida. Normalicé la situación y el pensar que no tenía derecho a vivir con libertad”. Hasta entonces, Laura siempre había trabajado en la empresa de su marido sin estar dada de alta en la Seguridad Social y, por ello, tenía una importante dependencia económica de él. Pero un buen día se decidió a dar el paso y romper el círculo.  “Dije basta cuando me di cuenta de que mi vida no era mía, que esa situación no me había permitido nunca tener una vida personal y profesional que me hiciese feliz”, nos cuenta.

Tras la denuncia, Laura pasó un largo periodo de tiempo bajo la protección de los servicios sociales hasta que, mediante la intermediación de una entidad del Tercer Sector, Clece recibe su currículum y en 2017 comienza a trabajar como personal de limpieza. Sus responsables vieron en ella una alta implicación y detectaron, además, que tenía formación administrativa. Tras participar en un proceso de selección posterior, pasó a trabajar en una de las oficinas centrales de la compañía realizando funciones de gestión documental y decidió cambiar de domicilio, algo que le facilitó la organización para su seguridad.

Encontrar trabajo en estas circunstancias es el primer escollo por superar. El primer paso que puede ser definitivo. No fue una tarea fácil, pero gracias a Clece y su compromiso social lo logré. Confiaron en mí y esto fue clave como punto de partida, a lo que se sumó un gran esfuerzo por homologar mis estudios en España”, afirma Laura, que ahora tiene una situación profesional estable, forma parte de un proyecto y de un equipo, y se siente muy apoyada por la empresa.

“Mi mensaje es de fortaleza y optimismo para todas aquellas mujeres que sufren violencia de género, que no se rindan”

Trabajar conlleva una serie de beneficios claves en la recuperación y vuelta a la vida de las mujeres maltratadas.

Avanzamos en nuestra charla y Laura nos cuenta que “además de valorarme como persona, como un ser capaz de llevar a cabo sus sueños y deseos, he podido reencontrarme conmigo misma y con mis pasiones: fotografiar, pintar, dibujar…Mi personalidad más creativa pudo volver, es algo que me satisface enormemente. Sin ninguna duda, mi trabajo lo es todo para mí, y aunque atravesé muchos momentos de crisis, en Clece pusieron los medios para que pudiese seguir adelante. Es algo que nunca había vivido y la verdad, me aún me emociono al recordarlo. Mi trabajo ha sido una pieza clave para mi recuperación y para conseguir mi nueva vida, mi segunda vida” asegura.

Para ella, hoy, sí hay esperanza. Ahora sabe que es posible que una víctima de violencia de género rehaga su vida. “Claro que sí, mi mensaje es de fortaleza y optimismo para todas aquellas mujeres que sufren violencia de género, que no se rindan. Todas podemos dar el paso y rehacer nuestra vida, que es nuestra.  A pesar de no ser un camino fácil, es posible llegar a la meta si nos sentimos acompañadas”.

La vida de Carolina y la lucha por sus niñas

Eso mismo piensa Carolina. Su historia es otra, pero conoce bien el camino de Laura. Víctima de violencia de género, tuvo la valentía de acudir a la televisión para pedir ayuda. Necesitaba desesperadamente encontrar un empleo para mantener a sus dos hijas. Una de las personas trabajadoras del Departamento de Selección de Clece vio su comparecencia y se puso en contacto con el programa para ofrecerle trabajo.

Carolina tenía interpuesta una orden de alejamiento contra su exmarido por violencia de género y se encontraba en una situación delicada porque en su última relación sentimental también sufrió episodios de maltrato. Rompió con esta nueva pareja, pero él se obsesionó con ella y no ha dejado de intimidarla. Actualmente, este hombre se encuentra en prisión.

“En el caso del padre de mis hijas, me hizo dar el paso conocer que me era infiel desde hacía años. En total, entre las dos situaciones, he puesto más de 30 denuncias”, relata.

Por estas circunstancias, su primer objetivo era cambiar de lugar de residencia. Desde Clece se pusieron rápidamente en marcha para buscar qué posibilidades laborales podían ofrecerle en otro municipio para ayudarla a alejarse de esa situación. Ahora, Carolina está asentada en su nuevo hogar con un contrato indefinido como auxiliar de ayuda a domicilio.

Nos cuenta que para ella fue muy complicado encontrar trabajo. “El mayor problema que me encontré fue el miedo a salir de casa con el segundo agresor. Pasaba los días enteros en casa con mis hijas, incluso con las persianas bajadas, para intentar evitar que nos pudiera hacer algo. Además, como he tenido que ir tanto a juzgados, pruebas, etc., he perdido muchos días laborables, lo que me impidió mantener algunos puestos de trabajo”.

“Mi mensaje es de fortaleza y optimismo para todas aquellas mujeres que sufren violencia de género, que no se rindan”

Volver a trabajar fue el punto de partida, la casilla de salida para empezar de nuevo. “Para mí trabajar con Clece supuso volver a la vida. Esta compañía me ha dado todo. No paraba de llorar cuando me llamaron diciéndome que Clece me ofrecía un trabajo. Me veía en un callejón sin salida y vi solucionados muchos de mis problemas”.

Trabajar la ha ayudado a recuperarse y sentirse valorada. “Sobre todo, me ayuda a no pensar en lo que he pasado y me siento mucho más fuerte, más centrada, más tranquila, y eso hace que mis hijas estén también más tranquilas y contentas. Ellas antes no reían y ahora no paran de hacer bromas”, nos cuenta esbozando una sonrisa.

“Lo único que quiero es trabajar y estar con mis hijas”

Y es que los beneficios que aporta volver a trabajar para estas mujeres en estas circunstancias son todos. Los económicos son fundamentales, porque rompen el vínculo de dependencia y son los que más necesitan para arrancar y dar el primer paso. Pero también son claves los beneficios anímicos. “El trabajo me ha proporcionado mucha fuerza emocional, muy importante para poder centrarme en mis hijas y poder comenzar una nueva vida. Lo único que quiero es trabajar y estar con mis hijas”, insiste Carolina.

Aún queda camino por recorrer, porque Carolina tiene que convivir con las secuelas psicológicas del maltrato: “Ya no confío en nadie. He pasado por una depresión muy grande, sobre todo, porque me he visto sola. Incluso he llegado a decirles a mis seres queridos que se alejasen de mí por miedo a que sufriesen represalias”.

“También he tocado muchas puertas en las que no me respondieron, tanto de las administraciones públicas como de familiares. No duermo bien y continúo sufriendo ataques de ansiedad”, explica, pero cuando le pregunto si cree que una víctima de violencia de género puede rehacer su vida, asiente con confianza para decirme que sí, que claro que se puede y que de todo se sale con fuerza y coraje, aunque cueste mucho porque te sientes sola.

“Hay momentos en los que no encuentras salida ni apoyo, pero sí hay esperanza. A otras mujeres que estén pasando por esta situación, les recuerdo que, si quieres, puedes, con empeño y esfuerzo, tiras”, concluye.

Para Laura y Carolina, una oportunidad laboral ha supuesto mucho más que un trabajo. Ha sido el inicio de un nuevo comienzo para recuperar su autoestima, su autonomía personal y su independencia. Poniendo el foco en ayudar a personas como ellas, Clece colabora en la actualidad con 254 entidades con dedicación especial a las mujeres víctimas de violencia de género que intermedian entre estas personas y la compañía, con el fin de ofrecerles una oportunidad laboral. En los casos que lo requieren, las contrataciones cuentan con el respaldo de las Unidades de Apoyo a la Actividad Profesional de la compañía, compuestas por equipos multidisciplinares (psicólogos, trabajadores sociales y terapeutas ocupacionales) que aportan un acompañamiento antes, durante y después de la incorporación.

Carolina y Laura saben muy bien que, en el camino de la vida, a veces, se encuentra algo de luz en la oscuridad. Trabajar es el primer paso para salir adelante. Y Clece les abrió la puerta, les tendió la mano y les dio esta oportunidad. Ojalá podamos contar muchas más historias como estas.

Información adicional y ayuda

El Ministerio de Igualdad presta un servicio telefónico de información, de asesoramiento jurídico y de atención psicosocial especializado a todas las formas de violencia contra las mujeres. Se puede contactar con ellos por teléfono en el 016, por WhatsApp en el 600000016, en el email 016-online@igualdad.gob.es y en el chat disponible de la página web www.violenciagenero.igualdad.gob.es

Asimismo, Clece gestiona diferentes casas de acogida para mujeres maltratadas y los menores que las acompañan en localidades de Madrid, Toledo, Alicante, Castellón y Valencia.

Hay centros Mujer Rural y de Interior en 18 comarcas de Valencia donde los equipos itinerantes de Clece prestan un servicio de información, prevención y atención psicosocial a mujeres víctimas de violencia de género, y de promoción de la igualdad en las zonas rurales y de interior. También es responsable de gestionar tres puntos Municipales del Observatorio Regional de Violencia de Género (PMORVG) de la Comunidad de Madrid. Servicio especializado en la atención psicosocial y el asesoramiento jurídico a medio y largo plazo para la recuperación de las secuelas de las mujeres víctimas de violencia de género.

La compañía también ejerce su vocación social desde la asociación sin ánimo de lucro Corazón y Manos, desde donde completa su labor en los casos donde no puede llegar como sociedad anónima. En este sentido, Corazón y Manos ayuda a proporcionar aquello que estas mujeres necesitan para afianzar su nuevo proyecto de vida: soluciones habitacionales, asesoramiento legal, capacitación necesaria para trabajar y atención a los menores que las acompañan, entre otros aspectos.

“Hoy en día contamos con 167 mujeres víctimas de violencia de género en plantilla y seguimos esforzándonos en abrirles las puertas de Clece y tengan acceso a una nueva vida”, concluye Cristóbal Valderas.

El número de mujeres asesinadas por violencia de género en España asciende a 33 en 2024 y a 1.277 desde 2003. 

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