XX Aniversario

¿Cómo era denunciar violencia de género antes de la ley?

Ana Bella vivió más de una década de maltrato salvaje. Cuando pidió ayuda en el año 2001 no se había puesto en marcha la ley. Así funcionaba el sistema antes de que existiese una legislación específica

Ana Bella denunció violencia en el año 2001, tres años antes de que existiese una legislación específica KiloyCuarto

Ana Bella vio el testimonio de Ana Orantes por la televisión en 1997. Tenían vidas paralelas. Ambas se acostumbraron a las palizas y al terror, sin embargo, Bella no ató cabos. A pesar de los golpes, el control y el miedo no se identificó como víctima de violencia de género. De eso hace 28 años y es una de las circunstancias que no han cambiado en estas dos últimas décadas. A día de hoy, muchas mujeres siguen sin identificarse como esas víctimas de las que habla, de vez en cuando, la tele. Afortunadamente, vivimos en un mundo algo distinto. Ana Bella denunció en 2001, tres años antes de que viese la luz la ley contra la violencia. Repasamos con ella cómo funcionaba el sistema cuando no existía una legislación específica.

No sabías adónde llamar para pedir ayuda

Ahora estamos acostumbradas a oírlo y verlo en cualquier lado, “llama al 016″, pero Bella tuvo que aprenderse de memoria el 900 200 999 (sigue activo) que vio en un cartel que decía “Rompamos el silencio” en su centro de salud de Marbella. Llamó un día escondida dentro de un coche porque, tras una paliza, le propuso a su marido separarse y él le dijo: “Nunca. Lo nuestro es amor o muerte”. Recordemos que no se sentía una mujer maltratada, solo quería saber si se podía separar aunque su pareja no quisiese. Le dijeron que le darían una cita con una asesora, pero ella sabía que no podía ir, no salía de casa sin que su maltratador supiese exactamente para qué y adónde iba. “Tenía 29 años y vivía en una cárcel mental. No hace falta la fuerza para que vivamos confinadas con ellos”, explica.

Un día pasó por el Instituto de la Mujer, vio ese mismo cartel, y entró. “Fue genial porque la persona que me atendió no me dijo, ven otro día con cita, sino espérate que la asesora en cuanto tenga un hueco habla contigo”. Bella señala lo importante de que la atendiesen en el momento.  “Si me dice vuelve en dos semanas yo estaría muerta, seguro cien por cien”, y recuerda que antes de la ley, ya existía gente comprometida que ayudaban a las mujeres con problemas y las atendían con mucha empatía.

Tenías que denunciar para acceder a los recursos y dar un motivo para la separación

Esa cita cambió la vida de Bella para siempre, fue un “shock”. Le explicaron que había casas de acogida, el procedimiento, los recursos y aunque tenía mucho miedo y no quería denunciar en Marbella porque todos los policías eran amigos de su exmarido, cogió a sus cuatro niños, los metió en el coche y se fue al Instituto de la Mujer de Sevilla. Allí le volvieron a explicar todos los recursos que tenía a su disposición, sin embargo tenía que poner una denuncia para acceder a ellos. Ahora no funciona así, no es necesario denunciar para ser considerada víctima de violencia, pero en 2001 además de la acusación formal tenías que presentar los papeles de la separación un mes antes de irte de tu casa, lo contrario significaba abandono de hogar y te podían denunciar. No solo eso, no podías comenzar el proceso de separación sin más, tenías que alegar un motivo concreto, explicar por qué ese matrimonio se acababa.

No existía la UFAM ni VioGén

Del centro la llevaron a la Policía, a la unidad especializada de la mujer, antes de que se cambiase su nombre a UFAM (Unidad de Atención a las Familias y Mujer). “No existía ningún protocolo, ahora te hacen preguntas específicas, rellenas el cuestionario VioGén, te informan si es reincidente, el sistema ha mejorado“, apunta.

Bella denunció para poder irse de casa, pero no quería que le pasara nada a su maltratador, una circunstancia que tampoco ha cambiado en las últimas décadas y sigue siendo bastante habitual. De ahí la trasladaron a un centro de emergencia donde se entrevistó con una trabajadora social para asegurarse de que podía ir a una casa de acogida en otra provincia. Dos semanas después, encontraron plaza en ese centro y Bella recuerda que lo primero que escribió en su diario fue la palabra “libre”. Allí se dio cuenta de que no estaba sola y de que había más mujeres que habían vivido lo mismo que ella, “pensaba que era la única, que solo me pasaba a mí”. Su marido la buscaba y una trabajadora social de Marbella le dijo dónde estaba y ahí se presentó. Tuvieron que moverse a un piso tutelado por seguridad.

Le concedieron visitas con los hijos, algo que sigue sucediendo a pesar de estar prohibido

Ana Bella y su maltratador tenían cuatro hijos en común y una jueza decidió nueve meses después de que Bella abandonase el domicilio conyugal que tanto tiempo sin que viesen a su padre era demasiado. “Me molestó porque no estaba de crucero por el Mediterráneo, estaba escondida porque me quería matar“, cuenta. Así que la Justicia decidió que pasaran todo el verano con el maltratador, a pesar de que el pequeño era un bebé. Veinte años después, está prohibido que los investigados y condenados por violencia tengan visitas con sus hijos, aunque sigue ocurriendo con demasiada frecuencia.

Bella tuvo una de las primeras órdenes de alejamiento de España

En el año 2003 se comenzaron a decretar órdenes de alejamiento para mujeres maltratadas, Bella fue de las primeras en tener una de 300 metros, pero él se ponía a 301 con su coche y ella no podía hacer nada. Su maltratador contrató detectives para seguirla, la llamaba “cientos” de veces al día sin que el sistema pudiese actuar. En realidad, se siguen quebrantando órdenes todos los días sin que suponga el ingreso inmediato de los maltratadores.

Cada quebrantamiento iba a un juzgado distinto, y no había justicia especializada

Además, su maltratador se saltaba la orden de protección cada dos por tres, algo todavía común, pero a diferencia de lo que ocurre hoy en día, cada denuncia por quebrantamiento recaía en un juzgado distinto. “Tuve que poner 16 denuncias, cada una en un juzgado diferente y buscar un abogada de oficio distinta para cada caso. En cuatro años no se celebró ni un juicio”, denuncia. Ahora, existe, en general, un juzgado de violencia sobre la mujer especializado donde se unen todos los procedimientos, aunque el colapso judicial perjudica a las víctimas y sus causas.

Un policía le aconsejó que volviese con él, que estaba destrozando una familia

Un día que el maltratador no le devolvió a los niños cuando debía, Ana Bella acudió a comisaría a denunciarlo, el policía le dijo que se pensase bien lo que estaba haciendo, que estaba destrozando una familia y su expareja era un buen padre. Algo que, aunque menos, sigue pasando. Gracias a la ley hay más formación y todos los implicados en el proceso tienen ciertos conocimientos de cómo opera la violencia de género.

La echaron de la sala de vistas por llorar y su maltratador la perseguía por el juzgado

Cuando por fin se celebró un juicio, Ana Bella se escondía en al cuarto de la limpieza porque se cruzaba con él por los pasillos. “Me miraba, me perseguía, ahora ponen una mampara y evitan que te cruces con él, pero  lo hueles, lo escuchas, da mucho miedo. Me llegaron a echar de la sala de vistas porque no podía parar de llorar. Ahora pasa menos, pero sigue habiendo juzgados que no están preparados para casos de violencia”, advierte.

Reinserción laboral solo para trabajos con salarios precarios

En cuanto a la reinserción laboral, Bella también aprecia un cambio. Ahora hay más medidas y para trabajos más cualificados. Antaño solo se ofrecían talleres para trabajos con salarios precarios. “Te trataban como si no tuvieras estudios y no pudieras acceder a determinados empleos, ahora ya se entiende que la violencia la puede sufrir cualquier tipo de mujer y de distintos estatus, hay más alternativas”, admite.

Las ayudas económicas a víctimas han pasado en veinte años de 300 euros a 486, apenas han subido

Para Ana Bella si hay algo que apenas ha cambiado son las ayudas económicas a las víctimas de violencia. Hace veinte años, se recibían 300 euros como renta activa de inserción, veintitrés años después, el montante asciende a 486 euros. “Te aboca a la exclusión, ¿qué haces con esa cantidad de dinero?”, se pregunta.

Se contabilizan las víctimas y existe una mayor conciencia social

Hoy Ana Bella preside la fundación que lleva su nombre. Tras salir de la violencia encontró en ayudar a las demás su razón de ser. Reconoce que se han mejorado ciertos aspectos, como la conciencia social y el registro de víctimas, sin embargo, el sistema sigue teniendo goteras y pide que se dote de más presupuesto al engranaje y se forme a todos los implicados en tratar con víctimas de violencia.