LA EXPERTA

¿Cómo afecta a una víctima de violencia la exposición mediática y el juicio social?

La experta en trauma, Noemí Álvarez Boyero, advierte del daño que puede ocasionar que no se cumpla el derecho a la privacidad e intimidad de estas mujeres y sentir que no se tiene control sobre los detalles de su vida personal que se publican

EL juicio social puede retraumatizar a las víctimas de violencia sexual KiloyCuarto

Noemí Álvarez Boyero es licenciada en Psicología. Tiene un máster en Sexología y es directora de Itipa (centro de psicología en Málaga). Lleva más de dos décadas trabajando como terapeuta y trata a víctimas de violencia sexual.

¿Qué supone para una víctima de violencia sexual enfrentarse al proceso judicial?

De entrada reabrir una situación que, como poco, la vuelve a situar dentro de esa tragedia que ya vivió y le hace tener que recordar y ponerse en contacto con ese tipo de emociones y con esas situaciones. Si no es tratada con la suficiente delicadeza y con el suficiente cuidado, puede retraumatizar a la persona.

¿Cómo lo viven si además se enfrentan a la exposición pública y juicio mediático?

Sería importante hablar del derecho a la privacidad y a la intimidad. A cualquier persona haya sido víctima o no, el hecho de que no tengamos ningún control sobre nuestra información personal, sobre nuestra intimidad, ya no nos genera una repercusión. Si además aquello que se va a airear corresponde a un tema tan sumamente doloroso y delicado puede ser, al final, otra forma de dañarla. Es como si te estuvieran exponiendo, como en la Antigüedad a ese escarnio público.

De alguna forma se tiene la necesidad de tener una vida que pueda ser aprobada por todo el mundo para  poder encajar en ese ideal de víctima perfecta. Se tiende a poner la lupa sobre las víctimas y esperar que sea una persona que encaje dentro de nuestros estereotipos de moral intachable.  Si esto no es así, se pone en tela de juicio esa agresión cuando, por desgracia, la puede sufrir cualquier persona. No existe un prototipo de situación o un único prototipo de víctima. Es curioso como cuando hay una agresión de cualquier otro tipo, cuando hablamos de que un chico a la salida de tal sitio ha sufrido una paliza no nos centramos en cómo el chico iba vestido o qué tipo de vida tenía antes de esa paliza. En cambio, cuando hablamos de víctimas de agresiones sexuales, sí. Sigue siendo algo que hay que demostrar.

¿Puede empeorar la sintomatología?

Sí. Fíjate que para muchas personas, cuando un proceso jurídico se lleva a cabo con garantías, respeto, y cuidado puede ser una experiencia sanadora. Esa sensación de poder hacer justicia, de poder hablar en alto sobre lo que ocurrió. Si se la trata bien y están garantizados esos derechos de la víctima podría ser una situación que le ayudará a avanzar, a sanar. 

Normalmente surgen pensamientos de “si hubiera hecho esto, si hubiera hecho aquello”, la cabeza se inunda de emociones como la vergüenza, la culpa; si durante el proceso se insinúa que miente, se utilizan determinadas palabras o determinados tonos acusatorios hacia la víctima, pueden aumentar esas sensaciones de duda, porque las víctimas ni siquiera son conscientes del todo de lo que ha ocurrido, porque la situación es traumática y el cerebro tiende de alguna forma como a anestesiar. Es difícil asumir el papel de víctima y es muy sencillo hacerle daño a una persona que acaba de vivir ese tipo de situaciones y que todavía está intentando procesarla.

¿Las familias de las víctimas también pasan por un proceso complicado?

Efectivamente, las familias también tienen ahí un un trabajo personal que hacer porque hay que procesar un serie de hechos para los que no estamos preparados, son situaciones anormales,  traumáticas y vienen a cuestionar esa sensación que tenemos de confianza en los demás, de seguridad en el mundo.

Si encima tiene la sensación de que su hija está siendo cuestionada, está en la televisión, aparece en memes, en búsquedas, de alguna forma se están riendo de ella; todo ello es una forma de hacerle daño a la familia. De ahí que muchas veces tengan miedo a que se ponga la denuncia o se avance en el proceso judicial porque saben que les va a dañar, lo van a pasar mal y al final esto es una idea que sigue resonando. Ayer atendía una chica en consulta que me decía, “si llego a saber todo lo que me iba a encontrar dentro del juicio, no hubiera denunciado porque no solo no me he sentido ayudada, sino que me siento mucho peor”.

¿Puede tener un efecto disuasorio en el resto de víctimas que están viendo todo lo que ocurre cuando una mujer rompe el silencio y se expone?

Claro. Pienso que sigue habiendo un movimiento que incita a que este tipo de cosas se resuelven en lo privado. Se sigue esperando de las mujeres que se callen ante muchas situaciones. De hecho, cuando hay agresiones, por ejemplo, intrafamiliares. Esto es horroroso, se generan situaciones muy complicadas.

¿Cómo les afecta si al final no hay condena porque no se las cree? ¿Qué efecto tiene en ellas? 

El hecho de ser víctima contamina tu sentido de la confianza hacia los demás, queda la sensación de “¿ahora en quién puedo confiar?” Y si no puedo hacerlo en otras personas y encima los que se suponen que me tienen que proteger no están haciendo su trabajo, pues soy totalmente vulnerable a que me vuelva a ocurrir. Porque esto también es un tema importantísimo para las víctimas, ese miedo que les queda de si les va a volver a pasar porque fue algo muy inesperado.