Cocodrilos, tigres, gorilas: así expresan los niños el maltrato

Aunque no sean víctimas directas, los menores también sufren los malos tratos que recibe su madre y lo viven con miedo, ansiedad o angustia

“¡Eres tonta! ¡Nunca haces nada bien!”, “quiero que me traten con respeto y que no me insulten ni que me regañen”, “¡te voy a matar!”, “el tigre es papá que es muy malo, es una fiera. Dibujo una línea en el delfín para proteger a mamá de papá”, “si mi padre fuera un animal sería un cocodrilo”, “las cosas que me ponen trise es mi padre gritando y yo lloro”. Todos estos comentarios han sido expresados por niños que han sufrido una situación constante de violencia en su casa. Un clima hóstil en el que ningún menor debería crecer jamás.

A través de dibujos, a veces con ayuda, otras sin ella, niños de cinco a 15 años expresaron sus mayores miedos en el proyecto de intervención psicosocial con menores de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres. Un proyecto que comenzó en 2003 cuando las responsables, como Rosa Monteserín, coordinadora general de la entidad hasta 2022, observaron que los hijos de las víctimas también “tenían mucho sufrimiento”. Desde ese momento, formaron un gran equipo de profesionales para tratar a los niños y niñas “como víctimas primarias, igual que las mujeres“.

Fruto de todas las terapias con menores que esta asociación realizó desde 2003 surgió la exposición Crecer con miedo: niños y niñas ante la violencia de género. Una mirada pura y un folio en blanco en el que pueden dibujar lo que deseen. Sin embargo, cuando sufren violencia, es esto lo que vuelcan en sus dibujos. Miedo, ansiedad, transtornos, terror, tristeza y rabia.

Tratamiento de los dibujos con menores

Algunos de los trabajos se realizaron en la sala de espera, tal y como se indica en la leyenda de las viñetas. Sin embargo, otros se hicieron en terapia donde el psicólogo, a través de un tema, como podía ser el miedo, la familia o la tristeza, el menor dibujaba lo que para él significaban esos temas.

 

Por ejemplo, en la anterior viñeta, el niño de 11 años pinta a su padre como un gorila, mientras que a su madre la muestra como una mosca. Esto además de ser relevante, también tiene otro añadido: el menor se identifica con el padre y no condena la violencia. Desde el punto de vista psicológico, Monteserín explica que esto ocurre debido a que siendo varón y teniendo un padre maltratador “tienes más probabilidades de desarrollar esa agresividad y esa manera de relacionarte y vincularte con el mundo. Si su padre es un modelo violento, en muchas ocasiones, el niño no cuestiona”.

No cuestionan porque aun no tienen capacidad para hacerlo. Por ejemplo, recuerda Monteserín un caso muy concreto. La custodia de un pequeño de cinco años era compartida. Cuando se iba con el padre, este se refería a su madre como “hija de puta”. El niño sin saber qué era eso, aprendió a referirse a su madre también así y al saludarla le decía “hola, hija de puta”. “Normalizan las situaciones. Si un niño por la mañana ve que su padre al levantarse tira el plato al suelo porque no le gusta el desyauno, el niño va a creer que así es como se relaciona la gente normal. Y no lo cuestiona”. De hecho, Monteserín ha tenido niños que se relacionan con la agresividad que han aprendido en casa: “Sistemáticamente, en los patios de sus colegios o institutos buscan pelearse constantemente. No saben vincularse de otra manera que no sea la pelea”.

Estos dibujos también ayudaban considerablemente a los psicólogos en las terapias: “Los trabajos nos dicen el grado de sufrimiento, conocimiento y dolor que están sufriendo estos niños. A través de los dibujos lo expresan, que también es muy importante puesto que los niños necesitan sacarlo, si no todavía puede llegar a ser peor”, explica Monteserín.

En otro de los casos, la profesional le preguntó al niño que si su padre fuera un animal cuál sería. Este le dibujó un cocodrilo con los dientes afilados que a la psicóloga le ayudó para entender que su progenitor “era muy agresivo“.

Otra de las ilustraciones realizadas por una adolescente de 15 años mostraba a los cuatro miembros de su familia: sus padres y su hermana. Sin embargo, lo hacía con una peculiaridad: ninguno de los cuatro tenía brazos ni rostro. Y además, pies solo tenían ella y su padre. Esto desde el punto de vista de la psicología explica “el daño interno tan grande” que tenía la menor. “Cuando te hacen tanto daño te desdibujan, te quitan tu propia identidad. Tu yo más sagrado. La violencia les ha hecho sentirse que no valen para nada y el no tener manos o pies significa que te falta capacidad para defenderte de una situación agresiva, como le ocurría a su madre y a su hermana al dibujarlas así. Ella, sin embargo, también se identificaba con el padre”, aclara Rosa Monteserín.

La evolución de los menores

Otra de las partes interesantes de este proyecto es que no se quedaba solo en la reflexión de ese momento, sino que cuando pasaron los años, las profesionales ahondaron más allá para saber qué habia sido de esos niños a los que habían atendido cuando eran pequeños. Muchos ya eran mayores de edad y aunque no pudieron localizar a todos, el mensaje en su conjunto era positivo: “Estuvo muy bien. Pienso que si no hubiera tenido el tratamiento hoy por hoy, no creo que hubiera ido por el buen camino. He conseguido salir de ahí. Muchas personas no pueden decirlo”, contaba un niño que con ocho años solo hablaba de su familia materna sin querer tratar a la paterna.

“Para mí, me sirvió para afrontar el día a día en las preocupaciones y objetivos que tenía en esos momentos, tanto familiares como escolares”, relató un adolescente a su psicóloga que cuando tenía ocho años dibujó el miedo como un espíritu embrujado.

Retos con niños y adolescentes

En palabras de la especialista, “la violencia les hace un daño que a veces es casi irreparable”. Desde la comisión defienden que toda persona que sea víctima de esta violencia machista debe “tener siempre apoyo a lo largo de toda la vida. Hay niños que yo atendí con cinco o seis años que hoy son adultos y siguen necesitando terapia”.

Independientemente de haber vivido en un hogar hostil y violento, este tipo de conductas agresivas también se pueden desarrollar durante la adolescencia. Es por ello que desde la Asociación Malos Tratos también colaboran con institutos a los que acuden “para trabajar el tema de la violencia y las relaciones de pareja”.

Una intervención que empezó para los alumnos de tercero y cuarto de la ESO y bachillerato y que ahora quieren ampliar a cursos inferiores e incluso primaria: “Tenemos la sensación en estos años que llevamos haciendo la intervención de que se llega tarde al hablar en la ESO. Por ello, hemos desarrollado ciclos formativos adaptados al alumnado de primaria que comenzaran a partir de septiembre con el nuevo curso escolar”, explica Marián Gómez, responsable de comunicación para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres.