Solo han transcurrido tres meses y unos pocos días de 2024 y ya han sido asesinados cinco niños a manos de su padre. Son Xavi, de 10 años; Noa, de 7; Elisa, de 2; Larisa de 4 y Ayax de 5. En las últimas horas han asesinado otros dos menores en El Prat de los que aun se desconocen sus nombres, pero se está investigando como violencia vicaria. Desde 2013, año en el que el Ministerio de Igualdad comenzó a contabilizar las muertes de menores por violencia vicaria, hay registrados 55 niños asesinados, 49 de ellos a manos de su padre.
La Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género también recoge los menores que se han quedado huérfanos a causa de esta violencia. El número ya asciende a 440, de los cuales 57 se quedaron sin su madre durante el año pasado.
Según los últimos datos publicados en el informe del sistema Viogén de marzo de este año, existen 84.745 casos activos de víctimas de violencia de género, de los cuales 43.899 tienen menores a su cargo. De ellos, 6.011 son casos activos en situación de vulnerabilidad: 4.462 tienen riesgo bajo, 1.438 medio, 109 alto y 2 extremo. 4.097 casos aún no se ha apreciado su nivel de riesgo. Sin embargo, 1.431 viven en riesgo de ser agredidos por el maltratador de su madre, es decir, corren riesgo de sufrir violencia vicaria. Por ello, cuentan con protección policial: 1.264 casos están valorados como riesgo medio, 159 alto y 8 extremo.
El informe anual del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial informa que, durante el año pasado, en 173 casos se llevaron a cabo órdenes de protección a menores y en 40 medidas cautelares con el objetivo de evitar un peligro o perjuicio. Además, en 4.026 casos se suspendió el régimen de visitas y en 2.411 se quitó la guarda y custodia.
Llamadas al 016 por violencia vicaria
El pediatra social del Hospital Universitario Fundación Alcorcón, Antonio Gancedo, explica que en la violencia vicaria “siempre hay dos víctimas”: la mujer y los hijos. Este tipo de violencia también afecta a los menores, aunque en algunos casos no sea de manera directa sobre ellos, porque son conscientes del maltrato de su padre, por lo general, hacia su madre: “No son meros espectadores viendo una pantalla de televisión”.
El Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 en su informe ‘Estrategia estatal de derechos de la infancia y la adolescencia’ señala que, en el año 2021, había 25.479 menores que sufrían malos tratos en el ámbito familiar, distinguidos entre maltrato físico, psicológico o emocional. Un dato que preocupa por su aumento. Pues en 2020 se determinó que esta violencia contra los niños había crecido hasta un 70,8%. Además, se recoge que en el 77,15% de los casos que viven violencia de género por su madre, los hijos han sufrido alguna situación de maltrato directa.
El doctor Gancedo cuenta que los niños viven igual la violencia como la madre. Por ello, muchos menores sienten miedo y deciden llamar al 016 en busca de ayuda. Estas llamadas son automáticamente derivadas a la Fundación ANAR que se encarga de ayudar a niños y adolescentes en situación de riesgo. Solo durante el año pasado obtuvieron 3.541 llamadas de menores que manifestaban vivir violencia de género en el entorno. Casi un 20% más que en 2022.
En su estudio ‘Evolución de la violencia contra las mujeres en la infancia y adolescencia en España (2018-2022)’ concluyeron que la violencia de género en el entorno se había incrementado en un 87,7%.
De 2018 a 2022, la Fundación ANAR recibió 14.872 consultas por violencia vicaria que necesitaron orientación psicológica, social y/o jurídica, según exponen en su informe. A través de estos casos, pudieron elaborar un perfil de víctima de esta violencia: niños de 10 años de edad de media que denuncian sufrir maltrato psicológico y físico por parte de su padre en el 88,9% de los casos.
La mayoría de los menores que consultan, viven ya solo con su madre. Sin embargo, el estudio recoge que los niños siguen teniendo “obligatoriedad de visitar al agresor por una cuestión legal”. Momento que él utiliza para “transmitir amenazas o hacer daño a la madre” dado que los hijos “se convierten en el vehículo para seguir ejerciendo violencia”. Además, a través de ellos, el maltratador intenta conseguir información de la madre con el propósito de “poder seguir controlándola”.