Casarse es todo un ritual lleno de tradiciones, de eso no cabe la menor duda. Vestir de blanco, que el novio no vea a la novia hasta que llegue al altar, llevar algo azul, antiguo y prestado, o contar con un anillo de compromiso podrían ser algunas de ellas. Se trata de costumbres muy antiguas que hemos heredado con el paso de los años y que pueden ser en cierta medida algo machistas, pero puede que no nos hayamos parado a pensarlo. Te contamos cuáles son las 5 costumbres machistas que casi todas las mujeres hacemos el día de nuestra boda.
Que sea él quien pida la mano de ella
El colectivo feminista defiende que históricamente las mujeres han sido algo así como una propiedad privada de los hombres. El hecho de que sea él quien tenga que pedir la mano a ella o asu padre parece ser que perpetúa esta creencia de la mujer objeto y propiedad del marido. El hecho de “pasar de padres a maridos” es algo que se afianza más con el acto de la pedida de mano.
Antiguamente, en Roma, el “Manus” era la potestad que tenía un padre sobre su hija. El futuro marido tenia que solicitar ese Manus al padre de la joven. De ahí viene el hecho de que se le llame pedida de mano y que sean los hombres los que tengan que pedirla.
Que sea el padre quien lleve al altar a la novia
Otra de las costumbres es que sea el padre quien lleve a su hija, la novia, al altar, con el objetivo de llevarla o entregarla a su marido. Tiene una simbología histórica machista al ser el padre quien debía entregar a la mujer a otro hombre, volviendo al significado de propiedad que se comentó antes.
Llevar un anillo
En la antiguedad, estos anillos formaban parte de la dote que los hombres entregaban a sus futuras esposas como muestra de poder y de distinción social. También como pago o intercambio por la virginidad de la novia. La tradición del anillo se ha mantenido hasta nuestros días, y lo cierto es que envuelve un origen machista y retrógrado que se sigue perpetuando inconscientemente.
Otra curiosidad es que las arras que hoy en día muchas personas consideran la riqueza compartida por la pareja, en el pasado también ha sido el pago que se hacia por la virginidad de la mujer.
Vestirse de blanco
Vestirse de blanco fue una iniciativa de la monarquía en 1840, concretamente de la Reina Victoria de Inglaterra. El objetivo era demostrar la pureza y la virginidad con la que la novia llegaba hasta el altar y era entregada a su marido. Una curiosidad es que hasta bien entrado el siglo XX, en España solo se casaban de banco las mujeres ricas, la mayoría lo hacían de negro o con ropas normales.
Que sea el novio quien espere en el altar
Lo cierto es que cada vez vemos más vídeos en redes sobre novios completamente emocionados mientras esperan en el altar y de repente se asoma la novia. Sin embargo, este gesto también viene de la antiguedad y perpetúa que sean las mujeres las entregadas a los hombres, de ahí que sean ellos los que esperen en el altar.
A pesar de estas costumbres con un origen machista, son muchas las mujeres que adoran celebrar sus bodas de una manera tradicional. Vestirse de blanco, tener un anillo y caminar hacia el altar del brazo de sus padres es algo con lo que muchas de ellas sueñas. El colectivo feminista defiende que esto puede ser en gran medida por haber sido criadas en una sociedad que las bombardea desde que son pequeñas con la idea de ser princesas, encontrar al príncipe azul y caminar hasta el altar.