Plan de seguridad para las víctimas de violencia

Cambiar de teléfono, dejar las llaves puestas por dentro o cursos de defensa personal

Los agentes facilitan a estas mujeres, al finalizar el proceso de denuncia, una serie de consejos para que ellas mismas se autoprotejan

Las víctimas reciben un plan de seguridad personalizado Javier Cuadrado

Es el paso más complicado, el que lleva más tiempo y el inicio de una nueva etapa. Romper el ciclo de la violencia es difícil por infinidad de motivos y cada caso es distinto e idéntico a la vez. Reunir el valor para denunciar y poner en conocimiento de las autoridades el maltrato es un paso fundamental y, a partir de él. todo cambia. Es, además, uno de los momentos más peligrosos. El agresor ha perdido el control sobre su víctima y su reacción es impredecible, hay que extremar las precauciones. Pero al acabar el proceso de denuncia y el cuestionario VioGén la víctima tiene que abandonar la comisaría y volver a su vida, sola. Incluso cuando el algoritmo ha establecido que corre un riesgo alto. Vuelven a casa sin protección física alguna, asustadas y descolocadas. Todo es nuevo y el peligro se siente más cercano.

Se asigna unos agentes para que realicen un seguimiento del caso que consiste en llamar a la víctima cada cierto tiempo para conocer cómo está y si el maltratador ha dado algún paso reseñable. En ocasiones, se les facilita una pulsera telemáticas o dispositivos con los que pueden pedir ayuda las 24 horas del día. Pero el camino a su rutina lo emprenden solas y aturdidas. A todas ellas se les facilita una guía completa de alrededor de 250 páginas sobre la violencia de género y lo que denominan un plan de seguridad personalizado que son una serie de recomendaciones para evitar un ataque o con consejos de qué hacer si se sufre un ataque sorpresivo.

Llevar siempre un teléfono móvil encima

Ante la imposibilidad de recibir una protección profesional, son ellas las que deben realizar una serie de gestiones para incrementar su seguridad. Se trata de tres folios divididos en distintos apartados como uso del teléfono, nuevas tecnologías, planes de huida si hay un nuevo ataque, medidas de protección si el agresor ha abandonado el domicilio y recomendaciones para el entorno laboral.

Son recomendaciones bastante básicas como cambiar el número de teléfono, bloquear las comunicaciones al maltratador en cualquier cuenta o redes sociales, no atender llamadas desconocidas, no aceptar solicitudes de amistad si no conocemos a la persona, utlizar un nick en lugar de nuestro nombre en los perfiles públicos, no facilitar información en las redes, llevar siempre un teléfono móvil encima, tener activado el geolocalizador si el agresor no conocen el nuevo número, instalar la AlertCops, una aplicación del Ministerio del Interior, entre otras.

Interesarse por cualquier curso que redunde en su seguridad

Para evitar cualquier problema y ante cualquier eventualidad, recomiendan portar toda su documentación y las disposiciones judiciales. No solo en el móvil si no que también aconsejan mantener una copia en el lugar de trabajo. Las recomendaciones para el entorno laboral pasan por poner en conocimiento de la situación al responsable y no realizar la misma ruta para desplazarse. Del mismo modo recomiendan facilitar una fotografía del agresor para que los compañeros puedan identificarlo y alertar si fuese necesario.

Otra de las recomendaciones es “interesarse por cualquier tipo de formación en defensa personal, gestión segura de redes sociales y otras aplicaciones móviles u otros que redunden en una mayor seguridad” o instalar alarmas y mirillas de buena calidad.

Abrumadas y asustadas

Para algunas víctimas toda esa información es abrumadora y les hace sentir bastante inseguras. Hay que tener en cuenta de que se trata de un momento crítico, hay un antes y un después. Se ha podido sufrir una agresión física grave, puede que su propia familia no supiese nada del maltrato, en definitiva, son muchos cambios en un corto espacio de tiempo a lo que une el miedo generalizado y el terror a sufrir una nueva agresión. Para muchas víctimas unos folios con unas recomendaciones y una llamada telefónica de vez en cuando no es una protección profesional adecuada cuando más la necesitan e insisten, de nuevo, en que se sienten abandonadas, solas  y desprotegidas por el sistema.