La revictimización de Aurora

Sus dos parejas la maltrataron. Las secuelas le han causado depresión, fibromialgia y agorafobia. No puede trabajar pero no le reconocen su discapacidad

Vivir con una discapacidad sobrevenida de la violencia de género no es fácil. Y más cuando no te la reconocen. Enfermedades como la depresión, sufrir agorafobia o fibromialgia son el día a día de Aurora (nombre ficticio).

Aurora se ha divorciado dos veces. Sus dos maridos la maltrataron y es víctima de violencia machista. Sin embargo, lo que lleva viviendo catorce años y lo que le queda, por desgracia, le impide seguir adelante con su rutina del día a día. Es abogada y desde hace más de seis meses está de baja. Su vida cambió completamente. Ya no tiene ganas de salir de casa, ha perdido la ilusión y sus dolores muchas veces no le permiten ni salir de la cama. Después de su segundo divorcio, le diagnosticaron fibromialgia, una afección crónica que causa dolores  en todo el cuerpo, y que está asociada a las secuelas por violencia de género.

Sin embargo, ella se esfuerza y se obliga a salir a la calle, pese a que ha sufrido muchos episodios de agorafobia. Tanta es la ansiedad que siente que hasta ha tenido que quitar el timbre de su casa dado que se asustaba cada vez que sonaba. Ahora es su perra la que le avisa de que alguien se acerca a su puerta. También es la que le obliga a salir cada día.

La vida de Aurora no ha sido fácil. Tiene tres hijos, dos de su primer matrimonio y un tercero, Borja (nombre ficticio) de 14 años, fruto de su segundo enlace. Sus dos primeros hijos ya son mayores de edad y van a la universidad. El problema de Aurora se centraliza en Borja, su niño, al que pese a todo, quiere y continua luchando por él.

La vida de Borja tampoco ha sido sencilla. Aurora se divorció del padre del pequeño cuando este tenía 9 meses. Ambos aceptaron la custodia compartida. Sin embargo, cuando Borja regresaba de casa de su padre, lo hacía con moratones, golpes e incluso, una vez, volvió con el labio partido. Borja, en lugar de refugiarse en su madre, pagaba toda la agresividad de las visitas con su padre contra ella.

Durante todos estos años, Aurora tuvo que aguantar mucho. Insultos, malas expresiones, intentos de suicidio… No obstante, era su hijo y quería seguir luchando por él. El menor decidió denunciar a su padre y la madre le apoyó en todo momento. Sin embargo, la denuncia fue archivada porque “no hay seguridad en el testimonio de un menor”, explica Aurora.

Finalmente llegó un día que el adolescente mandó “a tomar por culo” a su madre. Ese día fue un antes y un después para Aurora. No podía más y le dijo a su hijo que a partir de ese momento viviría con su padre: “No podía más y había llegado el momento en el que no me podía levantar de la cama”, explica Aurora.

Recuerda ese día como si fuera ayer. Con la policía de por medio, Borja gritó, lloró y pataleó. Hasta llegó a decirle a su madre que cómo era capaz de dejarle con un asesino, refiriéndose a su padre. A Aurora se le rompía el corazón pero si seguía así acabaría acabando con ella.

Aurora también ha sido víctima de violencia económica por parte de su exmarido. Los años que Borja ha vivido con ella, él no le pagó ni un solo euro. Sin embargo, al poco de Borja mudarse con él, su exmarido ya le estaba reclamando la pensión.

La abogada pasó dos meses sin ver a su hijo, hasta que una mañana, el día de la madre, decidió acercarse al instituto con la perra para que Borja la viera también dado que la tenía mucho cariño. Aurora se había planteado ese encuentro muchas veces en su cabeza. Sin embargo, lo que pasó, nunca se le hubiera ocurrido. Borja salió corriendo, huyendo de su madre.  Aurora se sintió en ese momento “como si yo fuera la asesina. Una cosa muy extraña”. ¿Qué había propiciado esto?

Borja vivía en un ambiente hostil en el que su padre le maltrataba, no aceptaba su identidad de género y le hablaba mal de su madre. Le llegó incluso a decir que la mataría y la cortaría en cachitos. ¿Cómo puede un niño vivir con esto? Fue tal la manipulación por parte de su padre que Borja decidió denunciar a su madre por malos tratos. Llegó incluso a decir que fue su madre la que le obligó a denunciar a su padre en el pasado y que los golpes que había alegado entonces, como el labio roto, en realidad se los había hecho su madre.

En medio de esto, su exmarido, policía de profesión, llegó incluso a falsificar una sentencia. Con ella, pudo cambiar el padrón de Borja y cambiarlo de colegio sin permiso de su madre.

Aurora desde entonces está destrozada. Hace una semana que se ha celebrado el juicio. No ha vuelto a ver su hijo pequeño. Sin embargo, sus dos hijos mayores declararon a favor de su madre explicándole al juez que era imposible vivir con su hermano pequeño.

Pese a todo, Aurora no cesa en sus esfuerzos, sigue luchando por la custodia compartida y por el cariño de su hijo Borja. Hay días que ni si quiera puede moverse de la cama. Ella sufre fibromialgia desde su segundo divorcio, pero desde que esta situación comenzó en su vida hace ya más de diez años, los dolores se intensificaron hasta el punto de dejarla incapacitada en la cama: “Me sentía atada, hundida, tan mal, cansada…” Pese a ello, no tiene una discapacidad reconocida y, por tanto, tampoco tiene una minusvalía. Sin embargo, la depresión, la agorafobia y los dolores de su fibromialgia le impiden ir a trabajar y llevar una vida normal. Así es la discapacidad sobrevenida de la violencia de género.

TAGS DE ESTA NOTICIA