Asesinada por su marido por “quejarse de que le dolía la cabeza”

El asesinato de Lucia Felici, de 78 años, ha conmocionado a Italia y puesto el foco en la violencia machista en la tercera edad

Lucia Felici Repubblica

Tenía 75 años y Lucia Felici murió hace solo unos días a las afueras de Roma a manos de su marido, Carmine Alfano, llamado ‘Frank’, de 84. Su caso es uno de los que llama la atención de la prensa por la avanzada edad de la víctima. En el momento del asesinato, sus gritos pidiendo ayuda alertaron a una vecina que llamó inmediatamente a los servicios de emergencia. En el caso de Lucia no hay evidencias de denuncias previas, pero, según ha recogido el diario Repubblica, la mujer se quejaba del maltrato del marido, que ya en otras ocasiones había sido violento con ella. En aquel ambiente, que se describe como infernal para la víctima, crecieron sus tres hijos, que han dicho no querer volver a saber nada de su padre.

La reconstrucción de la vida de Lucia, que ha realizado la prensa italiana, relata que estuvo varios años viviendo en EE. UU. junto a su hija, que se había mudado a Florida. Parecía que quería huir de su situación conyugal, pero años después volvió a Italia, seguramente por las amenazas de su marido y porque él acusaba problemas de salud. La policía ha señalado que durante la agresión fatal ella intentó defenderse mientras pedía ayuda desconsoladamente, en la espalda del marido se encontraron los arañazos de su desesperación y en su mano izquierda tenía también un pequeño cuchillo. Él fue desde el primer momento el sospechoso y reconoció poco después haberla asesinado.

La confesión del marido termina también entre las primeras páginas de los periódicos italianos por su crueldad. El hombre ha contado a las fuerzas del orden que “ella se lamentaba porque le dolía la cabeza. Fui a su habitación y le masajeé la frente para calmarla. Pero ella no paraba de quejarse, yo no lo soportaba más. Por eso le puse las manos en el cuello y las tuve durante cinco minutos hasta que murió”. El asesino se encuentra ahora en cárcel donde ha reconstruido la dinámica del feminicidio. “Las cosas no iban bien entre nosotros, a pesar de que la noche antes todo estaba tranquilo. Ella se lamentaba de todo, estaba irascible, trataba mal a los vecinos, por eso discutíamos”, dijo, versión que los vecinos han desmentido a la prensa local.

Ser víctima es transversal

Hablamos con la profesora de Sociología y experta en Violencia de Género de la Universidad Sapienza de Roma, Flaminia Sacca. Habla de un factor importante para entender la violencia de género y que la sociedad italiana aún no ha interiorizado: es un fenómeno transversal donde la edad, la profesión, los estudios o el status social no cuentan, cuenta solo el aspecto de género. Además, señala varios aspectos importantes que comprendió con su trabajo de investigación, financiada con fondos europeos en colaboración con el 1522, el número nacional antiviolencia de género en Italia, que gestiona la Asociación Differenza Donna.

“Lo que pudimos ver es que las mujeres ancianas han comenzado a llamar para pedir ayuda en los últimos años gracias a lo que ha avanzado la sociedad en la percepción de la violencia de género, ellas también, a pesar de su edad o de sus situaciones de peligro, han entendido que también pueden pedir ayuda aunque el esquema que hayan vivido toda su vida haya sido otro”, dice Sacca. “Esto es muy interesante porque el fenómeno de las víctimas de violencia machista de avanzada edad es aún muy desconocido y poco trabajado, especialmente si pensamos lo difícil que es para una mujer a esa edad cambiar vida, dejar una casa o una familia después de, por ejemplo, 50 años de matrimonio”, añade la experta.

Además, la profesora Flamia Sacca destaca otro aspecto muy importante en la percepción de estos casos. “En muchas ocasiones los asesinatos a mujeres ancianas están en un limbo a la hora de clasificarlos y muchos no son considerados feminicidios porque se alegan, por ejemplo, problemas mentales derivados de la vejez del marido. Ligado a esto, esta otra idea que forma parte de la cultura machista por la cual un hombre anciano y enfermo tiene que recibir cuidados de su mujer a cualquier precio”, finaliza.