Editorial

Vergüenza

El asesinato de cuatro mujeres y dos niños en menos de 48 horas debe marcar un punto de inflexión en la lucha contra el terror machista. Urge renovar el caducado Pacto contra la Violencia de Género y replantear las medidas. El primer paso es sacar esta lacra social de la lucha partidista. 1,259 vidas truncadas desde 2003 lo merecen. Que Ammal sea la última.

“Vergüenza, vergüenza, vergüenza”. El pasado mes de marzo la ministra de Igualdad, Ana Redondo, protagonizó un acalorado enfrentamiento con el diputado popular, Jaime Miguel de los Santos. El popular derivó su pregunta inicial, “¿Cómo valora que los jóvenes estén cada vez menos implicados en la lucha por la igualdad?” hacia una cascada de acusaciones contra Begoña Gómez. En su respuesta, la ministra le reprochó al PP su “machismo reaccionario y negacionismo”. Hacía menos de 48 horas que habían asesinado a dos mujeres y dos niñas, recordó la ministra, airada.

En la madrugada de este sábado, cuatro mujeres y dos niños, de 3 y 9 años, han sido víctimas del terror machista. En los primeros seis meses del año, nueve menores han muerto a manos de sus padres. Cifras tan espeluznantes como vergonzosas para una clase política que ha dejado de dimensionar esta terrible lacra social. ¿Cuántas mujeres más deben morir para replantear las soluciones? ¿Cuántos niños?.

Resulta ciertamente bochornoso que aquel día, como tanto otros, en el Congreso de los Diputados no se dedicara un minuto de silencio por las víctimas, una condena a los crímenes, un compromiso por parte de los políticos de trabajar juntos contra la violencia machista, tristemente naturalizada.

El reproche de la titular de Igualdad no debió concretarse en las palabras de un diputado del PP, debió dirigirse a todos los grupos parlamentarios, a la Cámara en pleno. En primer lugar a Pedro Sánchez, que estando al frente de un gobierno que se declara feminista, olvidó condenar los asesinatos en su intervención en esa jornada. Un hecho que se ha convertido ya en lacerante normalidad. El debate político tiene prioridades diferentes a la sociedad. En eso se ha levantado también un muro.

La ministra Redondo tan sólo acertó ayer a reaccionar con la convocatoria de un comité de crisis para esta semana que ya estaba programado. Laura, Mariam, Petra, Ammal, se merecen mucho más. Ellas y todas a quienes han sido asesinadas por ser mujeres. El Ministerio debe convocar a las comunidades autónomas, a los agentes sociales, a los expertos y abordar desde diferentes ámbitos los fallos, los errores, las torpezas, que también las hay, que siguen costando vidas.

Urge revisar los presupuestos y a qué se destinan, sus prioridades y sus urgencias. Artículo 14 desveló que el Estado gasta más en campañas de la Agencia Tributaria que en publicidad para concienciar sobre la violencia machista. Siéntense y replanteen todo. Seguramente la inversión económica no sea suficiente, pero tampoco es prescindible como pretende la ultraderecha.

La responsabilidad del PP frente a Vox

Aquí son los presidentes del PP quienes deben dar un paso al frente en las comunidades donde gobiernan en coalición con Vox. Es inadmisible que se recorte un sólo euro como ha ocurrido en algunas administraciones ante las exigencias del partido de Abascal. La realidad se les vuelve en contra como un terrible bumerang.

Patrimonializar políticamente la lucha contra la violencia machista no conduce a otro camino que al del desánimo social y al desaliento de cuantos la combaten en primera línea. La única vía para acabar con ella es arrojarla del territorio de la pugna partidista, algo en lo que todavía estamos muy lejos, e impulsar todo tipo de iniciativas de coordinación y consensos.

El Pacto Contra la Violencia de Género lleva caducado desde 2022. Se aprobó por primera vez en 2017, cuando gobernaba Mariano Rajoy, con un amplio consenso en el Congreso. Se rubricaron 290 medidas encaminadas a mejorar la respuesta del Estado ante la violencia de género.

PSOE y PP se emplazan a final de año para actualizarlo. Laura, Mariam, Petra, Ammal, ya no tienen tiempo, pero deben ser las últimas víctimas. Sánchez y Feijóo se dieron un ultimátum para renovar el CGPJ y lo lograron. Aquí salvar vidas es la razón para entenderse. Hoy mismo debe poner fecha a la próxima reunión del Pacto de Estado Contra la Violencia de Género para abordar su inminente actualización.

En paralelo hay que actuar en todos los ámbitos. El compromiso debe ser de los políticos, pero también de la sociedad. Resultan muy preocupantes las cifras crecientes de las agresiones sexuales entre  menores. Esta circunstancia subraya una falta de educación en valores de respeto e igualdad, que han de transmitirse desde la familia, la escuela, los medios, las redes, en suma, la sociedad.

Más prevención, más formación, más medios, más toma de conciencia, más responsabilidad individual y colectiva, menos demagogia, menos gestualidad histriónica, son cuestiones urgentes para dar un impulso decisivo a este terrible drama que arrasa la vida de decenas de mujeres, de familias y cuyo final se antoja ahora mismo en un horizonte demasiado lejano. Hay que conseguirlo. se lo debemos a Laura, Mariam, Petra, Ammal…. Ni una más.