¿Acabas de llegar a España y estás en una situación violencia? Hellen Namuli te ayuda

Esta ugandesa es mediadora intercultural, una profesión poco conocida, pero vital para las mujeres migrantes que llegan aquí en contextos de violencia y no conocen sus derechos ni los recursos a los que pueden acceder

Hellen Namuli es mediadora intercultural desde hace seis años UNAF

Llegas a un país extranjero, no hablas el idioma, no conoces a nadie y estás sufriendo violencia de género, con lo que ello implica a nivel emocional. Todo te es extraño: los olores, los sonidos, el clima, la propia gente, la comida, el transporte. Además, una de tus hijas se pone mala, tiene fiebre y llora. No sabes lo que le pasa, pero cuando llegas a ver al médico no te puedes expresar con la claridad y fluidez que te gustaría y tampoco estás entendiendo lo que la doctora hace por explicarte. Te sientes perdida, desprotegida y asustada.

Esta es una de las situaciones más comunes a las que se enfrentan las mujeres migrantes que llegan a España, pero no la única. Comenzar una nueva vida lejos de casa no es fácil, si estás inmersa en una situación de violencia y tu lengua y costumbres son diferentes, el camino puede convertirse en un infierno. Para acompañar a estas mujeres en este trance existen las mediadoras interculturales, una profesión poco conocida y, sin embargo, vital para los primeros momentos o cuando una mujer extranjera necesita la intermediación de una profesional que la pueda guiar en cualquier tipo de contingencia.

Referente en Uganda y Nigeria

Hellen Namuli lleva seis años trabajando como mediadora intercultural en la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF). Nació en Uganda y pronto comenzó a interesarse por los derechos de las mujeres y fue allí donde comenzó su andadura como mediadora. Realizaba campañas de sensibilización y es un referente en su comunidad. De ahí saltó a Nigeria donde continuó su labor hasta que llegó a España hace 13 años. Ella vivió en su propia piel el sufrimiento que acarrea el sentirse sola e incomprendida nada más llegar. Por eso se afanó en aprender, en estudiar y formarse para “cumplir su sueño” de poder desarrollar aquí ese trabajo que “le apasiona y le encanta”. Lo logró y hoy atiende a mujeres migrantes en situaciones de violencia.

¿Cómo llegan hasta ella estas mujeres? Por diversos canales. Puede buscar su mediación el ayuntamiento, los servicios sociales, un colegio y hasta hay quien solicita su trabajo directamente en la UNAF. Namuli está especializada en todo tipo de violencia y en salud sexual y reproductiva. Dedica gran parte de su tiempo a la prevención y sensibilización, lo hace a través de talleres y grupos de trabajo donde estas mujeres llegan a un lugar donde no se las juzga, se las respeta y se las escucha.

Nadie cambia en 24 horas su mente, pero mi función es estar ahí y acompañarlas a cada una a su ritmo”

 

Un espacio seguro y donde no son juzgadas

Esa es una de las claves, muchas proceden de países donde las violencias culturales como la Mutilación Genital Femenina, los matrimonios forzados, la poligamia o el sistema de dote están a la orden del día. Comunidades donde las desigualdades de género han impactado en su vida desde que han nacido. La mayoría no ha tenido la oportunidad de estudiar o trabajar, llegan aquí a través de la reagrupación familiar y el cambio es espectacular. Por ello muchas se sorprenden al llegar a la UNAF porque nunca habían dispuesto de un espacio seguro donde expresarse, es algo nuevo para ellas y encuentran en estos programas integrales un salvavidas, un sitio donde poder pedir ayuda y estar acompañadas.

 

Namuli es experta en violencia y salud sexual y reproductiva

Namuli repite varias veces la importancia del trabajo en equipo en este sistema. Ella es la mejor embajadora de estos programas por su trayectoria y su status de referente internacional. El idioma y su cercanía dan confianza a estas mujeres, pero en este equipo trabajan psicólogas, sexólogas y trabajadoras sociales que atienden sus necesidades desde todos los frentes y cada mujer que acude a ellas recibe una atención personalizada. Primero se las acompaña en gestiones que les resultan un desafío como puede ser abrir una cuenta de banco, acudir a una cita médica o con lo servicios sociales, entender cómo moverse por la ciudad en transporte público o incluso acompañarlas a los juzgados si se tercia.

Un cambio lento tras años de discriminación y violencia

Las charlas y los talleres donde se les explica sus derechos y cómo afrontar las situaciones de violencia, por ejemplo, también son una piedra angular de este sistema así como el seguimiento individual de cada caso. Namuli, se encarga personalmente de llamarlas para seguir su evolución y les da su tiempo y espacio. Porque como ella misma explica el cambio en estas mujeres no sucede de la noche a la mañana. Es un proceso tranquilo, un cambio a fuego lento para desactivar los años en los que estas víctimas han vivido sin conocer que otra forma de vida es posible. “Nadie cambia en 24 horas su mente, pero mi función es estar ahí y acompañarlas a cada una a su ritmo”, insiste.

Situaciones de racismo e injusticia social

Lo cierto es que el trabajo de Namuli y el resto de mediadoras culturales es básico para el bienestar de estas mujeres y todo el sistema se beneficia de ello porque se consigue que funcione de manera más eficaz. No siempre se comprende su trabajo. Hay quien todavía no entiende que entre en las citas médicas o creen que es la hermana o amiga de la mujer a la que acompaña y se revuelven. Se han encontrado por eso con situaciones de racismo e injusticia social en algunas instituciones que achacan a la falta de oportunidad de desarrollar labores profesionales con una perspectiva intercultural. No convivimos demasiado con personas de otros orígenes culturales y, a veces, suplimos con prejuicios y estereotipos esa falta de formación. Por eso, en ocasiones, el aspecto de estas mujeres que acuden a la UNAF juega en su contra y ellas se sienten juzgadas y estereotipadas.

“Ojalá ninguna mujer tenga que sufrir lo que sufrí yo, también lo hago por eso”

 

Sin embargo, también hay profesionales que están encantadas de trabajar con mediadoras interculturales porque entienden lo fundamental que es su labor y cómo mejora el sistema en su conjunto. Porque en eso consiste el día a día de Namuli, en mediar entre las mujeres migrantes y sus complejas situaciones personales y el entramado social que las atiende. Un eslabón necesario con el que ella no contó en su momento y que la empuja a mejorar y facilitar la cotidianidad de cualquier mujer migrante en una situación de violencia. “Ojalá ninguna mujer tenga que sufrir lo que sufrí yo, también lo hago por eso”, confiesa. Pues eso, ojalá hubiera muchas más Hellen Namuli.