A Marisol Heredia la encontraron tirada en una brecha del campo donde vivía en Ciudad Cuauhtémoc, frontera con Estados Unidos, una víctima más del feminicidio en México en 2024, uno de los años más crueles para las mujeres en el país por el número de casos de violencia extrema y la saña.
Ex secretaria de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación en el estado de Chihuahua, empresaria exitosa, murió por un shock hipovolémico derivado de una laceración en la vena cava superior sobre el que poco se habló, aunque el parte médico delatara por sí mismo el dolor que padeció al momento de su agonía: La laceración provocó una desesperante sensación de asfixia, poco a poco se le hincharon la cara, el cuello, el tronco y los brazos; vinieron mareos, temblores, trastornos visuales a causa de la falta de oxígeno en el cerebro (anoxia); las fallas en la bomba cardiaca y cada vez menos aire.
Luego, el desfallecimiento y el descontrol de esfínteres por la insuficiencia renal, el abandono del cuerpo, la muerte.
Así selló casi tres décadas de relación sentimental con el hombre que acabó con su vida, según las averiguaciones de la fiscalía local: Raúl Humberto Sánchez, titular regional de la Secretaría de Educación Pública, quien sigue en la nómina del Estado.
El caso de Marisol se volvió simbólico por el nivel social de la víctima entre los 734 casos de feminicidio (2,2 cada día) que reconoce el Estado hasta noviembre; más 2.026 (5,5 cada 24 horas) según cálculos de organizaciones civiles con base en las cifras oficiales sobre asesinatos de mujeres clasificados bajo otros conceptos.
“Horroriza la saña con que atacan a las víctimas: el homicida no se conforma con golpear, ultrajar, lastimar o asesinar a su compañera sentimental, sino que le causa mucho dolor, mutila su cuerpo, lo despedaza”, resume la analista de políticas públicas y abogada Rocío García.
Entre las mujeres víctimas contabilizadas oficialmente hasta el mes de octubre en el país destacan muchos otros por la violencia descarnada, como el de Laura Angélica Sandoval, cuya madre busca una doble condena para la ex pareja de hija, de 17 años: lo acusa de matarla a cuchillazos para provocarle un aborto: no quería ser padre.
Al sureste del país, la pareja de María Antonieta, de 40 años, la atacó a machetazos después de una discusión en la que él perdió los estribos en los Tuxtlas, Veracruz, en noviembre pasado.
Fue poco después de otro feminicidio que se hizo viral en redes sociales que ocurrió en la la misma región en contra de Marina, una profesora de biología en Poza Rica. A ella la mataron en el baño de su vivienda y la hicieron pedazos con una motosierra después de decapitarla.
Reiteración y machismo
Al tratarse de un delito que se investiga en las fiscalías estatales, el Sistema Nacional de Seguridad Pública contabiliza a los feminicidios por estados (provincias) sobre los que se revelan los focos rojos, según el número de delitos.
En el penúltimo trimestre de 2024, el Estado de México (en el centro del país y el más poblado) registró 52 presuntos feminicidios; le siguió Nuevo León (al norte y el más industrializado) con 50; la Ciudad de México, la capital, 41, igual que Morelos, estado vecino.
En principio podría parecer que los estados con mayor número de habitantes son los más peligrosos para ellas pero, si se toma en cuenta la proporción de población, Morelos encabeza la lista con una tasa de 3,98 por cada 100 mil habitantes y le sigue Chihuahua con 1,90, la entidad donde asesinaron a la empresaria Marisol.
El regreso de Chihuahua a los primeros lugares de feminicidios llama la atención por los antecedentes: a finales del siglo pasado y principios del XXI, el estado fue protagonista de una alrededor de 700 feminicidios, según cuentas extraoficiales, conocida como “Las Muertas de Juárez” en la ciudad fronteriza que lleva este nombre.
Desprotección
En 2009, la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió una sentencia sobre algunos de estos feminicidios en el Campo Algodonero en Chihuahua en la cual se reconoció que el Estado Mexicano “no protegió la vida de las mujeres víctimas de homicidio en razón de género, ni le garantizó el acceso a la justicia”.
El escándalo internacional obligó al gobierno a tomar medidas para proteger la vida de las mujeres y los delitos disminuyeron año con año hasta el repunte actual en la localidad que encendió la alarma, como en todo el país donde no se logra controlar el delito a pesar del cambio de partido en el poder, de estrategias y las penas de hasta 50 años de prisión.
Un problema que perdura
Aunque el número de feminicidios registrados de enero a noviembre de este año es el más bajo registrado en los últimos seis años (cien menos que el año pasado y 248 menos que en 2021, cuando hubo 982, el problema continúa.
“Los feminicidios están presentes en todos los ámbitos y clases sociales y esto nos lleva a voltear a la manera en que se está educando”, indicó Erika Rascón de la Red de Profesoras Universitarias de la Universidad Autónoma de Chihuahua. “Es una sociedad violenta y machista y existe el desafío de incorporar la perspectiva de género en las aulas tanto como en el sistema de justicia”.
En la más reciente reforma judicial se determinó la elección de jueces a partir de 2025 como una medida para frenar la corrupción, pero los analistas coinciden en que debió incluirse también el voto para elegir al fiscal que actualmente es designado por los gobernadores en turno y se politizan las investigaciones.
Influencias políticas
En el caso de Marisol Heredia, grupos feministas acusan a su ex pareja de haber recurrido a sus influencias políticas para hacer caer la investigación en artilugios legales a través del juez Eric Manuel Estrada, quien fue destituido tras varias protestas.
En ese contexto, se supo que Estrada fue el mismo juez que en 2022 le quitó cargos al joven Erick D.B, atacante de su entonces novia, Mya Naomi Villalobos.
Mya Naomí tenía 17 años cuando su novio la atacó porque ella le pidió que dejara sus adicciones si quería continuar con la relación. El muchacho se molestó y empezó una discusión dentro del coche en el que se encontraban.
Era la vía pública pero a Erick Davi no le importó. Sacó un cuchillo y le propinó 47 heridas de arma blanca en el cuello, tórax, cabeza, espalda, brazos y manos. Paró cuando un transeúnte que se dio cuenta de la agresión intervino.
El atacante huyó y ella fue enviada al hospital, donde tuvo que ser intervenida quirúrgicamente, recibir transfusiones sanguíneas y debatirse entre la vida y la muerte.
Durante casi un año, las heridas le impedían comer y beber de manera normal, pero sobrevivió para emprender la demanda en contra de uno de los primeros hombres que amó como adolescente.
Marisol Heredia no tuvo esa suerte aunque se espera la justicia que exigen los grupos feministas como el Colectivo Mayé que tomó su muerte como un agravio colectivo y fue tras el agresor, quien fue detenido cuando pretendía cruzar hacia Texas.