A las 12:02 horas de ayer, el papa Francisco salía por primera vez al balcón de su habitación en el Policlínico Gemelli de Roma para saludar a cientos de fieles congregados ante la noticia de su alta hospitalaria. Haciendo gestos de victoria, el Pontífice se animaba incluso a pronunciar unas palabras de agradecimiento a los allí presentes.
Mucho se había especulado, después de cinco semanas hospitalizado, acerca de este momento. “Ahora hace falta una rehabilitación porque mucho tiempo con oxigenación de altos flujos te seca la tos y casi tenés que volver a aprender a hablar”, explicaba a los medios de comunicación el pasado viernes el cardenal argentino Víctor Manuel ‘Tucho’ Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y muy cercano a Bergoglio.
Ayer, con las palabras del Papa, se pudieron comprobar los efectos de cuatro crisis respiratorias en su voz, con lo que parece quedar claro que, al menos de momento, no podrá seguir con el mismo ritmo de antes. Y es que Francisco ha sido un Papa que, en doce años de pontificado, ha llevado una agenda incombustible, en la que las cinco audiencias que tuvo la misma mañana de su ingreso en el hospital, el pasado 14 de febrero, formaba parte de su normalidad.
Convalecencia de dos meses
Este mensaje de calma fue el que transmitieron los médicos del Papa, Sergio Alfieri y Luigi Carbone, al anunciar que Francisco sería dado de alta. “Necesitará un periodo de reposo y de convalecencia de al menos dos meses”, explicó Alfieri en la rueda de prensa, añadiendo que, si bien “la infección grave se ha resuelto”, Francisco aún debe continuar en tratamiento farmacológico.
En cuanto a la residencia del Papa en Santa Marta, Carbone aseguraba que “no tendrá ningún arreglo particular“. Si ocurriese alguna emergencia, “será suficiente el servicio sanitario e higiénico 24 horas de la Ciudad del Vaticano”. Sin embargo, el Papa continuará necesitando oxígeno, y contará con “asistencia especializada” para continuar con la fisioterapia respiratoria y motora.
“En estas cinco semanas, el Papa ha sufrido dos episodios muy críticos en los que ha estado en peligro su vida”, continuó Alfieri, por lo que ahora “se enfrenta a una lenta y progresiva mejora”. “Está mejorando y poco a poco confiamos que recuperará la actividad habitual”, aseguraba Carbone, matizando que esto no sucederá “inmediatamente”.
Por su parte, Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, apuntaba que “según vaya mejorando el Papa, se tomarán las decisiones oportunas. Se modulará la actividad de acuerdo a cómo vaya mejorando”.
Sé que siguen rezando por mí con mucha paciencia y perseverancia: ¡se lo agradezco mucho! Yo también rezo por ustedes. #OremosJuntos por la #paz, especialmente en la martirizada Ucrania, en Palestina, Israel, Líbano, Myanmar, Sudán y la República Democrática del Congo.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) March 23, 2025
Y es que las previsiones de los médicos de mantener al Papa en convalecencia durante al menos dos meses se topan con la realidad de que en las próximas semanas hay grandes eventos en la Iglesia: por un lado, la Semana Santa. Por otro, la canonización en abril del joven italiano Carlo Acutis. Sin contar con importantes audiencias que ya estaban confirmadas y que el Vaticano no ha suspendido –si bien no suele hacerlo con tanta antelación–, como es el caso de la que tiene fijada el próximo 8 de abril con los reyes de Inglaterra, Carlos y Camila.
Plan B para la Semana Santa
Lo que parece claro es que este año no se verá a Francisco arrodillado lavando los pies de los presos de una cárcel romana el Jueves Santo, ni en el Coliseo para el viacrucis del viernes, como ha hecho los últimos 12 años –exceptuando, claro está, 2020, donde dejó una sobrecogedora imagen en la plaza de San Pedro, solo, bajo la lluvia, rezando por los que fallecían a causa del Covid-19–.
“Se ha hecho un plan B para la Semana Santa si Francisco no sale del hospital”, decía hace unos días la decana de los vaticanistas, la mexicana Valentina Alazraki. Un plan que, realmente, deberá llevarse a cabo aún con el Papa en el Vaticano. Pero lo cierto es que, a pesar de no haber habido imágenes de Francisco en las últimas semanas, el Papa no ha dejado de estar presente. Las celebraciones jubilares han seguido delante de la mano de algunos cardenales, según las competencias de estos y su vinculación a los distintos dicasterios.
Algo así podría suceder con la canonización de Acutis, en la que podría quedar en manos del cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos, leer el discurso de Francisco. Tampoco se han detenido, durante estas cinco semanas, los nombramientos… y también las bajas, como la del nuncio apostólico en España, el filipino Bernardito Auzá, que ha sido cesado de su cargo como diplomático en nuestro país tras cinco años de misión. Una decisión que, si bien es gestionada por la Secretaría de Estado del Vaticano, debe ser ratificada por el Pontífice.
Agenda privada
Desde el pasado 14 de febrero, los partes médicos del Papa, cada tarde, tenían algo en común: la confirmación de que Francisco seguía trabajando. Un apunte que podía parecer insignificante pero que demostraba que la Iglesia no se encontraba en ‘sede vacante’, que Francisco continuaba llevando las riendas de una manera, tal vez, diferente, y que parece que continuará así durante los próximos meses.
Menos audiencias, menos apariciones públicas. Pero Francisco ha sido un Papa que ha tenido durante todo su pontificado dos agendas: una pública, por la mañana, en la que se enmarcan los actos institucionales y audiencias como la programada con los reyes de Inglaterra; y otra privada, por las tardes, gestionada por él mismo y en la que recibe en Santa Marta a quienes quiere recibir. No sería sorprendente, desde luego, que esta agenda privada fuera la primera en poner en marcha.