Cada universidad tiene sus cosas buenas y sus cosas… no tan buenas. Esto se aplica, de igual modo, a cada facultad. Por ello, el reportaje que está usted a punto de leer no puede ni pretende ser una fotografía de la situación actual, sino un foro de debate en el que varias mujeres exponen lo mejor y lo peor de su elección. No se trata de una batalla, de una guerra o de un combate. Se trata de ver qué valoran de cada sistema quienes lo viven en primera persona. Nos habría encantado incluir la opinión de varias profesoras, pero en el contexto actual, no son pocas las que han decidido declinar nuestra invitación.
No obstante, quienes pagan (solo la matrícula en la pública, mucho más en la privada), tienen bastante que decir en todo esto. Al fin y al cabo, se trata de su formación. Verán que algunas de estas chicas acaban casi de matricularse. Otras, están a punto de terminar un máster. Las hay de España y de fuera. Un mosaico de personas muy diferentes que persigue una idea: la de hablar (lejos de juicios y más allá de prejuicios) de un tema que está marcando la actualidad informativa.
Arrancamos. ¿Nos acompañan?
MARÍA MARTÍNEZ PEÑARANDA, 23 AÑOS
María está haciendo el Máster de Comunicación para las Organizaciones. Su universidad actual es la más grande de España. Y es pública: la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Hasta ella llegó tras cursar periodismo en otra pública: la Universidad de Murcia.
“La elegí porque la UCM tiene bastante prestigio y por la reputación del máster “, comienza contándonos. Pero cuando continúa, vemos que el dinero también tuvo algo que ver. “Yo vi másteres que me encantaban en universidades como la Universidad de Nebrija o la Carlos III (que es pública pero muchísimo más costosa que la Complutense). Y a nivel adquisitivo, la que me podía permitir era la Complutense”.
Está contenta con su decisión: “En el sistema público siempre se nos ha dicho que se nos prepara un poco más que en la privada, porque la privada tiene un poco de fama de que te regalan la carrera porque al final depositas bastante dinero. Hay empresas que te van a mirar mejor por coger una pública que una privada porque esta tiene la connotación de regalar títulos o de que es más fácil”.
Aun así, le ve ventajas a la privada: “En las universidades privadas te hacen más fácil el contacto con las empresas y las salidas laborales. Yo creo que por eso mucha gente opta por hacer los másteres privados”.
Entre los principales contras de la pública, la falta de inversión de las comunidades autónomas, en el caso de la Complutense, la Comunidad de Madrid. Según un estudio de Comisiones Obreras (CCOO), es la que menos dinero invierte por estudiante y en la que más universidades privadas salen adelante. Y eso, lo notan en clase. “En la Universidad Complutense, por ejemplo, con los recortes que está habiendo a nivel autonómico en Madrid, hay facultades en las que no se han podido permitir ni poner la calefacción este año. Y no es culpa de la Universidad, sino del presupuesto que se le da. Si se le rebaja el presupuesto a las universidades públicas, la gente que no se puede permitir estudiar de otra forma al final va a optar por dejar de estudiar y dejar de hacer máster o grado superior. Es verdad que se está creando ese desfavorecimiento y ese clasismo “, afirma tajante María. Y concluye: “Se debería invertir más en la enseñanza pública. Y deberían pasar los mismos requisitos, tanto las universidades públicas como las privadas”.
MÍRIAM MARTÍN DÍAZ, 32 AÑOS
Míriam estudia el doble grado de Educación Infantil y Educación Primaria en el ISEN, un centro privado adscrito a una universidad pública, la de Murcia. Está en el cuarto curso de los cinco que tiene su formación. “Elegí mi universidad por la cercanía. Al ser privada, no necesitaba una nota de corte muy alta (como pasaba en la de Murcia con el doble grado) y me ahorraba el tener que hacer viajes todos los días a Murcia”.
Para ella, una de las cosas más positivas de su universidad es, precisamente, que no es muy grande. En su web ofrece cuatro grados y dos dobles grados, un máster y un programa internacional y cuenta con alrededor de 30 alumnos en cada clase. Para Míriam, una ventaja. “Hay más cercanía con los profesores. No es lo mismo un aula de 80 o 90 personas, como pasa en Murcia, que un aula de 20 que somos, o 25. Que la mayoría de veces, de 28 que estamos matriculados, a lo mejor vamos a clase todos los días 22 ó 23. Entonces, los profesores te conocen, saben tu nombre. Además, los recursos que tenemos son buenos y están actualizándose todos los años”.
Le pedimos que nos hable también de las carencias.” En mi universidad, por ejemplo, la carencia más grave que veo es que no tiene un parking, pese a estar pagando un riñón. La biblioteca que tiene también es bastante pequeñita, aunque la universidad en sí también es pequeña”. Es verdad que le ve muchas ventajas a la pública: “Es más económica, más asequible. “Estoy muy contenta con ella, quitando que me cuesta un huevo”, bromea a modo de resumen.
PAULA GUILLÉN SÁNCHEZ, 18 AÑOS
Es nuestra protagonista más joven. Este es su primer año estudiando Ingeniería Biomédica en la Universidad Politécnica de Cartagena. Una universidad pública. No acertó a la primera ni con el qué ni con el dónde y en el segundo cuatrimestre cambió tanto de carrera como de universidad. Pese a su elección, percibe como más prestigiosas las universidades privadas en general: “Suelen ser más prestigiosas las privadas, pero es cierto que hay universidades públicas de gran prestigio en España por su trayectoria”, nos cuenta.
Le pedimos que opine acerca de unas y de otras. “Las universidades privadas tienen muchos beneficios, como pueden ser mejores instalaciones o quizás una enseñanza mucho más personal en carreras donde haya pocos alumnos. A pesar de eso, el precio tan elevado que tienen hace que sean la última opción de los estudiantes. Otra ventaja es la nota baja en la que se encuentran las carreras, que facilita el acceso a los alumnos”.
Es una de las claves. En las privadas, con dinero, se suele entrar. “Las públicas no dejan de ser mucho más accesibles económicamente, aunque también requiere una aportación económica. Suelen ser también muy buenas opciones, puesto que la enseñanza también es de calidad. Al final, el precio no te garantiza que sean mejores o peores”, concluye.
PAULA MANTELLA ESTEBAN, 24 AÑOS
De una Paula, estudiante de primer año, a una Paula estudiante del último curso de Nutrición y Farmacia en la Universidad de Valencia. De una Paula que ha cambiado de carrera y universidad en un cuatrimestre, a otra que supo que, tanto una cosa como la otra, era lo que quería. “Valencia fue mi primera opción porque dentro de mi Comunidad Autónoma no estaba el doble grado”.
Ella prefiere la pública. “La presión no es la misma que en un sistema privado. Además, el precio obviamente es una gran ventaja”. Por contra, echa de menos algunas cosas que sí tienen las privadas. “Las privadas te lo dan todo masticado, más adaptado y, a nivel de salidas laborales, son mayores. Tienen convenios con empresas más grandes. También tienen muchos más medios”.
MARÍA FERNANDA JARAMILLO, 26 AÑOS
Estudia en la Complutense, pero no era esta su única opción. María Fernanda, de origen mexicano, buscó también en su país y en Portugal antes de decidirse. Está cursando el segundo cuatrimestre del Máster en Investigación en Arte. Pero, ¿por qué en Madrid y en la pública y no en otro sitio? “Pues, por un lado, por supuesto, está el tema económico, la privada es más costosa. Por otro lado, los rankings internacionales y el supuesto prestigio, y por otro se suponía que el desarrollo de pensamiento crítico y la apertura para expandir los espacios de enseñanza-aprendizaje”.
Ella ve ventajas en la pública, pero nos repite una idea sobre la privada que parece estar muy extendida:” No he estudiado en universidades privadas, pero según la experiencia de amigos y familia, observo que a veces tiene la ventaja de salidas directas en el campo laboral. La pública, a veces, no tanto. Sin embargo, lo que ocurre a nivel internacional con las públicas tiene muchos matices, entre los cuales se encuentra una extraña confusión entre la relación de la universidad con dichos espacios que suponen una salida laboral y los ideales institucionales o propuestas alternativas de crecimiento profesional”.
ANA SÁNCHEZ PÉREZ, 22 AÑOS
“La Universidad de ISEN no fue mi primera opción porque yo quería ir a la pública en Murcia. La elegí porque no me dio la nota”. Su historia es la de mucha gente. Acabó en la privada por la nota. En algunos casos, solo por unas décimas. Está en cuarto de su doble grado de Educación Infantil y Primaria y está contenta en general con el trato, pero no todo es perfecto: “El precio es muy caro”.
Es la primera desventaja que menciona y sigue: “ y las aulas no están muy bien acondicionadas”. Pese a que, al poder pagarlo, está estudiando lo que le gusta, cree que abaratar el precio de las privadas facilitaría que gente que se queda fuera por la nota consiguiera estudiar. Le preguntamos por el prestigio de ambos sistemas y Ana, pese a estar pagando, no duda. “La verdad es que me parece más prestigioso ir a la pública porque, al final, cuando hablas de que has estudiado en una privada, la gente parece que piensa que te han regalado el título”.