SOLIDARIDAD

Un bocata y un poco de ánimo en Ópera

Entidades y asociaciones como Cáritas, Cruz Roja, Luz Casanova, Avanza, Bocatas, Salir de la Calle, Hogar SI, TuTecho o Granito, son fundamentales para las personas sin recursos

El esfuerzo por permanecer 'invisibles' suele acarrear graves consecuencias emocionales y físicas Javier Cuadrado

Es lunes por la noche y he quedado con Ángel Custodio y su novia en Ópera. La historia de Ángel es de película, de pelea y de lucha, es un hombre de gran corazón. Escribió un libro sobre su tremendísima experiencia, que le llevó a la calle tras quedarse arruinado. “Nunca pensé que terminaría en la calle. Yo tenía una empresa, un proyecto de vida, un chalet recién comprado y de repente no tenía más que unas monedas en el bolsillo para sobrevivir”.

La cosa no salió bien entonces, pero como cuenta en su libro Salir de la calle, siempre hay esperanza y buenas personas que se cruzan en tu vida. Conoció a Isabel y ahora ha emprendido una nueva vida ayudando a los demás. Y ellos dos han sido mis cicerones en esta historia. Estas dos grandes personas me ayudan a conocer esta realidad, que a veces, en nuestro día a día, no somos capaces de ver. “Vas a flipar”, me dice Ángel. Y allí me presento y me encuentro con unas 250 personas, hombres, mujeres, ancianos y niños, que acuden de todas partes para pedir algo de comida en esta fría noche de enero madrileña.

Mujeres en la calle, mujeres invisibles

Sobrevivir

Me paraliza ver aquello, pareciera que estamos en guerra. La gente pidiendo número para hacer cola y pedir un bocadillo. Me avergüenza no haberme dado cuenta antes, cuando he pasado por allí mil veces. No sé qué debo preguntar, ni siquiera sé si debo hacerlo. Porque preguntar a una mujer rota, que va a buscar comida por la noche con sus hijos, es una absoluta estupidez.

Allí, en plena noche de lluvia, me di cuenta del absurdo de mi propósito. Si no iba a ayudar, ¿qué hacía allí?. Sólo quieren dignidad, seguir siendo invisibles en su desgracia, sobrevivir un día más. Un coche de policía vigilaba y un grupo de personas valiosas de las asociaciones Bocatas y Granito les daban lo que necesitaban. Un “hola”, “cómo te va”, “cómo sigues”, “qué bocadillo te apetece”, “tortilla o jamón”. “Sólo puedo darte un zumo, tiene que haber para todos”. Asisto atónita a una realidad que muchos desconocen, en la parte trasera del espléndido Teatro Real, donde se escenifican los dramas operísticos a espaldas de la tragedia que yo veo a ras del suelo, sin alhajas, maquillaje ni tacones.

“Venimos de Parla, de Móstoles, de Villaverde, de muchos pueblos de Madrid a por comida. Yo tengo una cama en casa de una amiga”, me cuenta Mercedes, “pero necesito encontrar trabajo ya porque no tengo nada, por eso vengo a por comida”. A parte de Mercedes, no parece que nadie más tenga ganas de hablar con una periodista en busca de historias. Una señora me dice que si quiero teatro, que me vaya al edificio de al lado. “Aquí hay gente mala y os van a hacer mucho daño, esto que estáis haciendo, -nos dicen a Javier, el fotógrafo y a mí- no está bien”. Tenía razón la señora, quizá no debimos hacer fotos, pero esto tenía que ser contado.

El sinhogarismo oculto

En España viven 28.552 personas sin hogar. De media, por cada 100.000 habitantes hay 71,3 personas en esta situación. No obstante, algunas comunidades autónomas concentran un mayor porcentaje de personas en situación de sinhogarismo (Fuente: INE, 2022), pero según Luziérnagas, el proyecto de la Fundación de Luz Casanova, el sinhograrismo va más allá de las situaciones de calle. Ellas trabajan para la atención, detección y prevención de violencia de género y/o sexual en Mujeres sin Hogar en la Comunidad de Madrid, porque, según afirman, la violencia de género es un camino directo a la calle.

Por eso, a través de su campaña #Atreveteamirar a las Mujeres Sin Hogar, Luziérnagas presentaba a finales de 2024 una iniciativa destinada a visibilizar la realidad oculta de las mujeres en situación de sinhogarismo, invitando a la sociedad a profundizar en las múltiples y diversas realidades que enfrentan estas mujeres.

Muchas de ellas viven en condiciones extremas de vulnerabilidad, escondidas en viviendas inseguras, malviviendo en habitaciones alquiladas o sometidas a relaciones abusivas para no perder un techo donde resguardarse. Este sinhogarismo oculto responde, en parte, a un miedo profundo, no solo a lo que puedan hacerles, sino, en muchas ocasiones, al estigma de que las separen de sus hijos por ser consideradas “malas madres”.

Estrategias de camuflaje

Desde un enfoque de derechos, género e interseccionalidad, #atreveteamirar a las Mujeres Sin Hogar destaca cómo ellas, muchas veces víctimas de la violencia y la exclusión social desarrollan estrategias de camuflaje para evitar terminar en la calle. “Las mujeres tenemos todas las de perder. Por nuestro carácter, resistimos y luchamos de otra manera”, comentaba Sonia Panadero, Profesora Titular de Evaluación y Diagnóstico Psicológico en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.

Sin embargo, este esfuerzo por permanecer “invisibles” suele acarrear graves consecuencias emocionales y físicas, exponiéndolas a mayores riesgos y dificultando su acceso a servicios de apoyo cuando finalmente los necesitan. “El hogar es el espacio asignado a las mujeres en una construcción patriarcal y perderlo supone perder parte de su identidad, tanto para ellas como para la sociedad”, asegura Ana Pérez, responsable de la campaña. Según esta fundación, un 23,3% de las personas sin hogar en España son mujeres y de ese porcentaje un 24,2% ha sido víctima de agresiones sexuales, y sufrido violencia de género.

Asociaciones de gente buena y altruista hay muchas. Cáritas, Luziérnagas, Avanza, Bocatas, Salir de la Calle, Lázaro,  Granito a Granito, Hogar Si, TuTecho trabajan a destajo junto con los servicios sociales, pero queda mucho por hacer. Empecemos a mirarlas y a verlas, porque ese será el primer paso para ayudarlas.

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