Cuando las organizadoras del Tremenda Fem Fest, un festival que lucha contra la masculinzación de la cultura, vieron aparecer a Íñigo Errejón, jamás imaginaron la tremenda liada que el político “feminista” protagonizaría minutos después. Aquella noche, Errejón, conocido por su discurso en defensa de la igualdad, dejó de ser uno de los suyos. Mientras el festival vibraba con consignas como “No es no” y “Aquí no se toca”, el político decidió hacer su propia actuación, pero no en el escenario que todas esperaban. Errejón pasó a ser cabeza de cartel, pero no por sus ideales, sino por tocarle el culo a una mujer sin su consentimiento. Lo hizo, además, en un espacio feminista donde el 90 por ciento de las asistentes eran mujeres, recordándonos que, incluso en espacios seguros, el machismo puede infiltrarse con la misma sutileza que un elefante en una cacharrería.
“Errejón Mano Culo Mal. Este verano, zapatillas en las manos”
Minutos después de que la víctima denunciara la agresión, las organizadoras expulsaron a Errejón del evento. En una escena que recordaba el final apresurado de una gira, se vio obligado a marcharse en un taxi junto a Loreto Arenillas, su jefa de gabinete en ese momento.
Aquella noche actuaron Le Bizarre, Tampó d’Aspart, Atorrak, Loryrocks y Carla Coxís, aunque pocas recuerdan hoy sus actuaciones. Días después, el equipo de Tremenda Fem Fest expresó su malestar en un mensaje publicado en Instagram. La declaración fue contundente: “Consideramos estas acciones intolerables y estamos hartas de que los hombres se crean con derecho a hacer lo que quieran con los cuerpos de las mujeres”. Además, señalaron a Errejón directamente con el mensaje “Errejón Mano Culo Mal. Este verano, zapatillas en las manos”, sugiriendo de manera irónica que el político mantuviera sus manos ocupadas para evitar conductas inapropiadas.
“Buscamos que el festival sea un gran Punto Violeta”
El festival, concebido como un espacio feminista autogestionado y anticomercial, nació con el propósito de dar visibilidad a mujeres y personas de otros colectivos en el ámbito musical. Con entrada libre y financiado por las aportaciones voluntarias de sus asistentes, ha logrado hacerse un hueco en la escena festivalera y lleva diez años alzando la voz contra la heteronormatividad y el machismo que predominan en los espacios festivos. El evento se ha esforzado por ser un entorno seguro para las mujeres, donde puedan empoderarse y ser auténticas. Pero Errejón ignoró una de las normas fundamentales del festival: “No seas invasivo en el espacio: no empujes ni aproveches para hacer tocamientos no consentidos”. Esta ha sido establecida desde la fundación del festival en 2014 para dejar claro que los agresores no son bienvenidos. “Buscamos que el festival sea un gran Punto Violeta”, afirmaron las organizadoras al presentar el evento.
Un Punto Violeta que, la noche del 17 de junio de 2023, tuvo que denunciar la hipocresía del supuesto aladid del feminismo. Con el escándalo resonando en todo el país, las organizadoras han publicado un nuevo comunicado en el que denuncian el acoso de algunos medios de comunicación y lamentan que “el único interés mediático en un festival transfeminista se centre en la presencia de un hombre en una posición de poder”. La declaración resalta la ironía de que, una vez más, un hombre ocupe el centro de atención, algo que el festival nació para cuestionar y combatir. ¿Quién iba a imaginar que uno de los suyos boicotearía su espacio seguro y empañaría la celebración de su décimo aniversario?