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Soy influencer… o tal vez no

Redes sociales - Salud
Somos esclavos de las redes sociales: ¿se puede salir de ahí? Shutterstock

Como alguien que ha pasado años creando contenido en las redes sociales, he visto de primera mano cómo ha cambiado el paisaje digital. Lo que comenzó como una forma divertida de compartir mi vida y mis pasiones se ha convertido en una profesión a tiempo completo con responsabilidades y desafíos que nunca imaginé. Y ahora, con la reciente aprobación del Real Decreto 444/2024, nos enfrentamos a un nuevo reto: la regulación estatal de nuestra actividad.

¿Regulación necesaria o burocracia innecesaria?

Voy a ser honesto. La idea de inscribirme en un registro estatal y cumplir con criterios específicos de ingresos y audiencia no me entusiasma. Al igual que muchos de mis compañeros, me preocupa que esta nueva normativa introduzca una carga burocrática que podría sofocar la creatividad y la espontaneidad que hacen que nuestro contenido sea auténtico y atractivo.

Sin embargo, también entiendo que con gran poder viene gran responsabilidad. No es ningún secreto que algunos influencers han cruzado la línea, promoviendo productos poco éticos o exponiendo a sus seguidores, especialmente a los menores, a contenidos inadecuados. Así que, desde una perspectiva de protección al consumidor, puedo ver el valor en tener reglas claras y responsables.

La necesidad de un equilibrio

Lo que necesitamos es un equilibrio. Por un lado, las normas deben ser lo suficientemente estrictas para proteger a los consumidores y garantizar que todos jugamos con las mismas reglas. Pero, por otro lado, deben ser lo suficientemente flexibles para no ahogar la creatividad que hace que nuestra industria sea tan vibrante.

Por ejemplo, la obligación de declarar ingresos y audiencias es comprensible, pero el proceso debe ser sencillo y no requerir un ejército de contadores y abogados para navegarlo. La autenticidad y la espontaneidad son la clave de nuestra conexión con la audiencia. Si cada post tiene que pasar por un filtro legal, corremos el riesgo de perder esa conexión.

Profesionalización y oportunidades

Hay un lado positivo en todo esto. La profesionalización del sector puede abrir nuevas oportunidades. Con un marco legal claro, los anunciantes pueden sentirse más seguros al colaborar con nosotros, lo que podría llevar a contratos más sólidos y relaciones comerciales más estables. Además, puede ayudar a eliminar a los malos actores que dañan la reputación de todos con prácticas poco éticas.

Como influencers, debemos adaptarnos y evolucionar. La normativa puede parecer una carga al principio, pero también es una oportunidad para elevar nuestros estándares y demostrar que somos profesionales serios, capaces de influir de manera responsable y ética.

¿Qué significa ser un influencer?

Al final del día, la pregunta más importante es: ¿qué significa ser un influencer? ¿Es una cuestión de tener un millón de seguidores o de generar ingresos significativos? ¿O se trata más bien del impacto que tenemos en nuestra comunidad, sin importar el tamaño? La nueva ley nos empuja a reflexionar sobre nuestra identidad y responsabilidad en el mundo digital.

Para ser completamente franco, yo no tengo un millón de seguidores. Puede que ni siquiera llegue a las seis cifras de ingresos anuales. Sin embargo, me esfuerzo por crear contenido de calidad y ser un ejemplo positivo para mi audiencia. Entonces, ¿eso me hace menos influencer? La definición de influencer no debería basarse únicamente en números, sino en la autenticidad y el valor que aportamos a nuestras comunidades.

La regulación de los influencers es un reflejo de cómo ha crecido y madurado nuestra industria. Era inevitable y, en muchos aspectos, necesaria. Pero su éxito dependerá de cómo se implemente y de nuestra capacidad para adaptarnos sin perder lo que nos hace únicos.

No dejemos que la burocracia mate al influencer, pero tampoco permitamos que la jungla digital siga sin reglas. Encontrar el equilibrio será el verdadero desafío, y estoy dispuesto a asumirlo. Al final del día, queremos lo mismo: un espacio digital seguro, transparente y lleno de contenido auténtico y creativo.

Y quizás, al final de este camino, descubramos que ser un influencer no se trata solo de números, sino del impacto positivo que podemos tener en las vidas de quienes nos siguen.

¡Nos vemos en las redes!