“Sospecho que no era la primera vez que zarandearon a su hija para dar una exclusiva”

El abogado Jesús Alexis Bethencourt tenía a Anabel Pantoja en su radar desde que accedió a información directa sobre el presunto maltrato a su hija. Según revela a Artículo14, cree que la pusieron en peligro más veces con el mismo fin: lucrarse a su costa

Cortesía Instagram

Apenas unas horas después de que el 30 de enero se hiciera pública la investigación abierta contra Anabel Pantoja y su pareja, el abogado Jesús Alexis Bethencourt ya los tenía en el punto de mira por su conocimiento directo sobre los hechos. Los propios médicos que, de una forma u otra, atendieron al menor le habían relatado la sospecha que les generó el periplo de los padres con la recién nacida por la isla de Gran Canaria, de una consulta médica a otra. También las esquivas respuestas de ambos progenitores cuando, ante la evidente gravedad de la pequeña, tanto enfermeros y médicos como los agentes de la Unidad de Protección del Menor les reclamaron más datos sobre lo que había podido suceder.

El silencio férreo que mantuvieron Anabel Pantoja y David Rodríguez sobre su proceder no era el habitual. Para Bethencourt, que asesora legalmente a asociaciones proderechos de la infancia, acostumbrado a lidiar con todo tipo de actuaciones temerarias y delictivas en este sentido, el caso “pintaba mal” desde el principio. “Mi primera intención fue personarme como acusación popular”, revela a Artículo14. Pero un nuevo frente se abrió ante él cuando asistió al programa de televisión ‘Viernes Noche’, el 7 de febrero, una semana después de conocerse públicamente los hechos ocurridos a mediados de enero y que derivaron en el ingreso con pronóstico reservado de la pequeña Alma; entonces tenía dos meses.

“Me callé la boca en directo al verlo, porque al principio pensé que era un descuido”. Así revela el abogado que reaccionó cuando, sentado como tertuliano en el plató, observó unas imágenes que recuerda con nitidez. Lo que vio está redactado, negro sobre blanco, en la denuncia que está en manos del juzgado de instrucción de San Bartolomé de Tirajana desde hace cuatro días y en la que se puede leer lo siguiente: “A lo largo de las intervenciones de los invitados y contertulios, el vídeo se expuso en bucle, pudiendo el dicente identificar que estaba grabado en la Playa de Patalavaca, en el sur de Gran Canaria, que reflejaba un momento familiar formado por los padres de la menor, y algunos abuelos de la misma, y como era de prever, dado que dicha playa no cuenta con acceso para carritos infantiles, los denunciados alzaron el carro por encima de la valla del paseo para introducirlo en la arena, haciéndoles un extraño cuando estaba en el aire, produciéndose un zarandeo, en donde a punto estuvo de soltarse de sus manos y consecuentemente caer.”ar

Y ese zarandeo, asegura, no es el único del que tiene constancia. “Pero no quiero que piensen que estoy persiguiéndolos sin más. Yo no creo que le hicieran daño a conciencia. Sí que sospecho que fruto de su obsesión por grabarse con la pequeña sufrieron un accidente, que no quisieron reconocer. Y el ejemplo de esa mala praxis habitual la tuvimos cuando les vimos en la Playa de Patalavaca zarandeando a la niña dentro del carrito con tal de ofrecer esas imágenes en exclusiva”. Sobre si en esa ocasión cobraron o no, no tiene tal certeza: “A mí me dijeron que la grabación era un regalo de parte de Anabel, que había accedido a  que la grabaran en esa playa. A lo que les contesté, como grancanario que soy: jolines, para otra vez busquen otra playa mejor que esa, que en la isla todos sabemos que no es una playa familiar al uso”.

Lamenta aun así que esta denuncia querría haberla cursado antes, para evidenciar que “como yo, toda España había visto en directo la mécanica de un zarandeo compatible con una mala praxis que yo presupongo habitual en ellos”. De ahí que los denuncie por maltrato infantil, “ya que no está tipificado ni la exhibición ni el lucro directo o indirecto, pero sí que una imprudencia continua puede volverse dolosa”. El problema se lo encontró al reclamar al programa las imágenes que podían acreditar su hipótesis ante el juzgado: “En ningún momento me dijeron que yo estaba equivocado o había soñado lo que había visto. No, sólo me dijeron que no había rastro de las imágenes en su sistema de documentación y que, en definitiva, todo lo que a día de hoy perjudica a Anabel o la compromete está recortado o eliminado”. Lo que aumentó sus sospechas.

Por eso, su prueba de cargo no es el vídeo sino el borrado del mismo: “¿Por qué lo borraron si no había nada que ocultar?”, se pregunta el letrado. En este sentido, confía en que la jueza reclame por sus cauces el poder visionarlas, y que además dé respuesta a su denuncia durante el próximo mes. Mientras, el procedimiento sigue. La defensa de Anabel Pantoja ha presentado una contrapericial forense alegando una enfermedad de etiología desconocida que le habría provocado las convulsiones a la pequeña Alma por no tener cerrada la fontanela, lo que habría derivado en el posterior traumatismo craneoencefálico. Un diagnóstico que, en su momento, ya descartaron los médicos que la trataron, al no cuadrarles con el resultado de las analíticas. Igualmente, la evolución de la pequeña Alma, que el próximo 23 de abril cumplirá su quinto mes de vida, es crucial para una investigación que tendrá en cuenta las posibles secuelas que le queden a la menos de un episodio en el que sus padres siguen en el foco de la justicia.