Sor Geneviève, la gran amiga monja del Papa Francisco que se ha saltado el protocolo para despedirle

Sor Geneviève Jeanningros, de 81 años, se acercó discretamente al cuerpo de su amigo y pastor, se arrodilló con humildad para rezar y llorar en silencio, envuelta en una calma que contrastaba con el protocolo milimétrico del resto de la ceremonia

Sor Geneviève junto al féretro del Papa Francisco este miércoles.
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Mientras los cardenales y obispos daban el último adiós al Papa Francisco uno por uno, una pequeña religiosa se saltó el protocolo y se colocó en uno de los lados para detenerse en oración durante varios minutos sin que nadie pudiera decirle nada: era Sor Geneviève Jeanningros.

La monja, de 81 años, perteneciente a la orden de las Hermanitas de Jesús y con una mochila sobre los hombros —como acostumbra siempre—, se acercó discretamente a la zona donde reposaba el féretro del Papa Francisco, fallecido este lunes a los 88 años. Allí, frente al cuerpo de su amigo y pastor, se arrodilló con humildad para rezar y llorar en silencio, envuelta en una calma que contrastaba con el protocolo milimétrico del resto de la ceremonia.

A pesar de que no figuraba en el listado oficial de participantes ni formaba parte del riguroso protocolo que establecía el orden de despedida —reservado a cardenales, obispos y personal diplomático vaticano—, nadie se atrevió a detenerla. Su sola presencia, frágil pero decidida, bastó para que los responsables de seguridad entendieran que allí no había una excepción, sino una evidencia: Sor Geneviève estaba exactamente donde debía estar.

Con feriantes y personas trans

Sor Geneviève, nacida en Francia, ha dedicado más de cinco décadas a vivir entre los marginados de Roma. Desde hace años, reside en una caravana en el Luna Park de Ostia Lido, compartiendo su vida con feriantes y personas trans, a quienes considera su familia espiritual. Su compromiso con estas comunidades la llevó a establecer una relación cercana con el Papa Francisco, quien la llamaba cariñosamente “la enfant terrible”. Sin embargo, ahora ha vuelto al convento de las Hermanas de Jesús, donde se encuentra actualmente.

Durante la pandemia, Sor Geneviève, junto con el párroco de Torvaianica, Don Andrea Conocchia, solicitó ayuda al cardenal Konrad Krajewski, limosnero apostólico del Vaticano, para asistir a las personas trans y a los feriantes que se encontraban en situación de extrema vulnerabilidad. Gracias a su intervención, se proporcionó asistencia médica, alimentos y acompañamiento espiritual a estas comunidades, muchas veces marginadas incluso dentro de la Iglesia. Además, se organizaron encuentros personales con el Papa Francisco, quien las recibió con una ternura inusual, tratándolas como hijas e hijos de Dios, sin etiquetas ni prejuicios.

El 31 de julio de 2022, en una de las jornadas más insólitas y conmovedoras de su pontificado, Sor Geneviève logró que el Papa Francisco se desplazara discretamente hasta un parque de atracciones en Ostia, a las afueras de Roma, donde se reunió con ellos en un ambiente de familiaridad y escucha. Aquel encuentro, que no figuró en la agenda oficial del Vaticano, simbolizó como pocos el compromiso del pontífice con los últimos y olvidados de la sociedad. Allí, lejos de los protocolos y las cámaras, el Papa abrazó, compartió risas, bebió un mate improvisado y rezó con quienes, como decía él, “viven en las periferias existenciales del mundo”.

La relación entre Sor Geneviève y el Papa Francisco se fortaleció a lo largo de los años, marcada por un intercambio constante de cartas y encuentros. La monja, que cada miércoles asistía a las audiencias generales en la Plaza de San Pedro, llevaba consigo a miembros de las comunidades marginadas para que pudieran conocer al Pontífice. En una ocasión, presentó al Papa a la familia de un médico estadounidense homosexual que había fallecido durante la pandemia y a quien se le había negado un funeral católico. El Papa les bendijo y les ofreció consuelo, un gesto que dejó una profunda impresión en ellos.

En la actualidad, Sor Geneviève vive en el Convento de las Hermanas de Jesús en Roma, donde continúa su labor pastoral con los más necesitados. Su presencia en la capilla ardiente del Papa Francisco fue un testimonio del profundo vínculo que compartían y de su compromiso con los principios de inclusión y compasión que ambos defendían.

La imagen de Sor Geneviève, de pie junto al féretro del Papa, rezando en silencio, se ha convertido en un símbolo de la cercanía y el amor que caracterizaron su relación. Su gesto, aunque fuera del protocolo, fue respetado por todos los presentes, reflejando el reconocimiento de su papel en la vida del Pontífice y en la Iglesia.

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