Hablan las madres

“Si el día de mañana me entero de que mi hija ha matado a alguien, lo primero que sentiría es culpa”

El estreno 'Adolescencia' en Netflix pone a debate la comunicación entre padres y adolescentes y la vorágine de contenido que ingieren en redes sociales. Artículo14 habla con dos madres acerca de los miedos que les ha despertado esta serie

“Era una buena madre, soy una buena madre”. Entre lágrimas y con el rostro desencajado, la madre de Jamie pronuncia estas palabras en una de las escenas finales de la serie. Su hijo de 13 años está en prisión acusado de asesinar a una compañera de clase. Sentada a los pies de la cama, junto a su padre, ambos destruidos, analizan la crianza del adolescente bajo una culpabilidad aplastante. “Estaba en su habitación, ahí creíamos que estaba a salvo. Es normal que lo creyéramos, ¿no?”.

Miedo. Impotencia. Culpabilidad. Es lo primero que se le viene a la mente a Beatriz, madre de Martina, al hablar de la miniserie Adolescencia. “Si yo el día de mañana me enterara de que mi hija ha matado alguien, a parte de sentirme horriblemente mal, lo primero que sentiría es culpa”. Cree que un elevado porcentaje de las acciones de su hija recaen en ella. “Pensaría: “no he tenido confianza suficiente en todo este tiempo para que me haya contado qué estaba pasando, he estado sin darme cuenta de todo lo que ocurría en el colegio, de que no he estado pendiente de ella, que desconocías lo que hacía”.

En conversación con Artículo14, Beatriz asegura que “entre los padres siempre se comenta que hay miedo a los teléfonos móviles”, porque teme perder el control de lo que su hija ingiera al navegar en la red, “es muy peligroso, como le pasó al chico este que al final está en la habitación horas y horas y no sabes lo que está haciendo tu hijo”.

La serie empieza y acaba en el cuarto del menor. Es donde pasa la mayor parte del tiempo. “Crees que están durmiendo y de repente ves por la rejilla de la puerta que está la luz encendida, además de que no están durmiendo lo suficiente, a saber qué es lo que están haciendo”, asegura Beatriz que pensar esto la aterra. Un aislamiento, dice, fruto del uso “descontrolado” de las pantallas, “los niños absorben todo ese contenido sin entender por qué, entonces es muy peligroso”.

Por ello cree firmemente, y también lo observa a través de su pequeña, que las redes sociales han cambiado la forma de comunicarse y de relacionarse de los niños, cada vez a edades más tempranas. “Mi hija va a cumplir 7 años y, aunque es pequeña aún, creo que la adolescencia se ha adelantado, vas viendo cómo tienen el vicio de la pantalla”. Y, apunta, tiene pavor a que se le pueda escapar algo: “un día dejé a Martina con el móvil viendo dibujos animados y cuando volví, a los pocos minutos, estaba viendo un vídeo de una niña poniéndose un culo artificial y dije, pero ¿esto qué es?”.

Ese temor a la velocidad de la red y los contenidos que puedan visualizar sus hijos también lo siente María, madre de tres adolescentes. “Yo, desde que les di un móvil, empecé a utilizar aplicaciones de control parental que me han permitido ir viendo lo que hacían y comprobar la ubicación”. Eso le ha dado tranquilidad, pero no evita que pasen demasiado tiempo con el móvil: “tienen un componente adictivo, se comunican vía mensajes en TikTok o Instagram, ya ni siquiera utilizan WhatsApp”.

Jamie, el protagonista de la serie, usa las redes sociales, como todos sus compañeros y como cualquier adolescente hoy día. A través de Instagram, se comunica con un lenguaje cifrado que es determinante para comprender qué le llevó al asesinato de una compañera. Se trata de ‘emojis’, los iconos a los que todos tenemos acceso y usamos diariamente, que aguardan un significado muy distinto a su apariencia, indescifrable para los adultos. Emoticonos que el adolescente recibió en señal de rechazo. Muchos de estos emojis están relacionados con el sexo o la llamada subcultura “incel”.

Un término que usa la chica asesinada para referirse a Jamie. ‘Incel’ viene del inglés y significa celibato involuntario. Hace referencia a un colectivo de hombres que se consideran incapaces de mantener relaciones afectivo-sexuales con mujeres, a pesar de que lo desean. A Jamie le dijeron que sería virgen toda su vida. No se sentía querido, ni deseado por las chicas, y eso lo obsesionaba.

Según Julia Etayo, psicóloga relacional integrativa, “puede que actuara así como consecuencia de reprimir mucho, entonces, afronta la humillación con venganza”. La psicóloga analiza cómo “algunas personas, tras recibir abuso, sienten una fantasía de vengarse, que puede ser sana, pero claro, él lo lleva a cabo”. Y esto, según Etayo, significa que muchas cosas han fallado: “el colegio, los padres, su entorno, dudo que tuviera un entorno que le sostuviera”.

María observa a través de sus dos hijos mayores, de 17 y 14 años, como “los ‘me gusta’ y los filtros los condicionan, marcan los cánones de belleza y también el sentimiento de aceptación por parte del grupo”. Durante la serie, Jamie repite “soy feo” varias veces. Incluso, le pide a la psicóloga que lo atiende en prisión, básicamente, que lo acepte: “solo dime una cosa, ¿te caigo bien?”.

Julia Etayo cree que el protagonista del hit de Netflix no tiene la capacidad para ‘elaborar el rechazo’, “cuando hay rechazo, te preguntas por qué a ti, y conectas con emociones de humillación y vergüenza y eso, si no se trabaja, puede desencadenar problemas graves en el adolescente”.

Todo esto “me da mucho miedo”, dice Beatriz. “Ves que cada vez hay más niños que han sufrido acoso porque en redes es muy fácil poner “te mataría” y parece que todo vale”. Un acoso que, al virtualizarse, hace que las víctimas “no estén seguras fuera del cole porque cuando llegas a casa siguen recibiendo acoso y conectan igualmente con la vergüenza”. Para parar esto, asegura Etayo, el menor tiene que “sentir el rechazo de manera sana y contestar a esas preguntas de ¿por qué a mí? con alguien que le acompañe, es lo que se hace en terapia”.

“Al final nos vamos a volver un poco obsesos de tener que controlar todo cuanto hacen nuestros hijos”, afirma Beatriz, después de reflexionar sobre la trama de la serie. “Té da tanto miedo que los padres hacemos una sobreprotección exagerada sobre nuestros hijos”.

Este sentimiento de desasosiego es el que ha generado en muchos padres la serie que se titula como “la edad que sucede a la niñez”, Adolescencia, que a Beatriz, madre de Martina, ha dejado inevitablemente un halo de incertidumbre y, sobre todo, mucho miedo a pronunciar las palabras que el padre del asesino reproduce en el último capítulo, abrazado al peluche de su hijo, entre sollozos, “debí hacerlo mejor”.

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