El pequeño pueblo de Mocejón, en Toledo, se encuentra conmocionado tras el brutal asesinato de Mateo, un niño de 11 años. El caso ha tomado un giro inesperado con las declaraciones del presunto asesino, quien afirmó que “otro yo” fue el responsable del crimen. Estas palabras han llevado a los investigadores a considerar la posibilidad de que el autor del asesinato sufra un trastorno de identidad disociativo o TID, una afección mental grave y compleja.
Así es el trastorno de identidad disociativo
El trastorno de identidad disociativo, conocido anteriormente como trastorno de personalidad múltiple, se caracteriza por la presencia de dos o más identidades o estados de personalidad que controlan de manera alterna el comportamiento de la persona. Según el manual MSD, estas identidades pueden diferir significativamente entre sí en cuanto a su comportamiento, memoria y percepción de la realidad, lo que provoca que la persona afectada no sea plenamente consciente de lo que hace bajo el control de una de estas identidades.
Las manifestaciones del trastorno de identidad disociativo pueden ser confusas y varían ampliamente de una persona a otra. En algunos casos, las identidades alternativas pueden ser evidentes para los demás, mientras que en otros, el trastorno se presenta de manera más sutil. Las personas con TID a menudo experimentan lagunas en la memoria. Sienten que su cuerpo o sus acciones no les pertenecen, o perciben que sus pensamientos y comportamientos están controlados por una fuerza externa. Estas experiencias pueden ser profundamente perturbadoras y dificultan el funcionamiento diario de quienes las padecen.
Uno de los aspectos más complejos del trastorno de identidad disociativo es la diferencia entre las identidades posesivas y no posesivas. Las primeras son aquellas en las que una identidad diferente toma control absoluto del cuerpo, actuando como si fuera una persona distinta. En cambio, las identidades no posesivas pueden generar cambios más sutiles, como una desconexión del yo original. O la sensación de estar observando la vida de otra persona desde fuera. Estos síntomas pueden confundirse con otros trastornos mentales, como la esquizofrenia. Pero es crucial entender que en el TID, las voces y alucinaciones provienen de dentro de la mente del afectado, mientras que en la esquizofrenia, suelen percibirse como externas.
¿Puede influir legalmente este diagnóstico en el caso de Mocejón?
El crimen de Mocejón ha despertado un debate sobre la relación entre las enfermedades mentales y la criminalidad. A pesar de las declaraciones del presunto asesino, los expertos advierten que la asociación entre el trastorno de identidad disociativo y la violencia hacia los demás es extremadamente rara. Según los datos, las personas con TID son más propensas a autolesionarse o a intentar suicidarse que a cometer actos violentos contra otras personas.
Además, es importante subrayar que el trastorno de identidad disociativo se desarrolla, en la mayoría de los casos, como resultado de un trauma severo sufrido durante la infancia, como abuso físico, sexual o emocional, o negligencia extrema. Esta condición es una forma de defensa del cerebro ante el dolor insostenible, fragmentando la identidad para proteger al individuo del trauma.
En el contexto de la investigación del crimen de Mocejón, aún no se ha confirmado si el sospechoso padece trastorno de identidad disociativo o alguna otra afección mental. Sin embargo, sus declaraciones han llevado a los investigadores a barajar esta posibilidad. El diagnóstico de TID es complicado y requiere de un equipo de especialistas en salud mental que puedan evaluar a fondo el estado psicológico del individuo.
En cuanto a las repercusiones legales, la consideración de una enfermedad mental en un caso criminal puede influir en el juicio y la sentencia. Si se confirma que el acusado sufre un trastorno de identidad disociativo, los abogados defensores podrían argumentar que no era completamente responsable de sus acciones en el momento del crimen. Y eso podría resultar en una sentencia más leve. O en un tratamiento psiquiátrico en lugar de una pena de prisión convencional.