“La heterosexualidad siempre me avergüenza”, escribe Maggie Nelson en ‘The Argonauts’, un libro al que alude Indiana Seresin en The New Inquiry, donde en 2019 ya habló del heteropesimismo. Al hablar con la autora, la periodista aclaró que, en realidad, Nelson le había aclarado que no es la heterosexualidad en general la que le avergüenza, sino la suya propia. Pero… ¿Qué es el heteropesimismo? “Consiste en desafiliaciones performativas con la heterosexualidad, generalmente expresadas en forma de arrepentimiento, vergüenza o desesperanza por la experiencia heterosexual.
El heteropesimismo generalmente se centra mucho en los hombres como la raíz del problema. Que estas desafiliaciones sean “performativas” no significa que no sean sinceras, sino que rara vez van acompañadas del abandono real de la heterosexualidad. Claro, algunas heteropesimistas actúan según sus creencias, eligiendo el celibato o la opción ahora en gran medida anticuada del lesbianismo político, pero la mayoría se aferra a la heterosexualidad, incluso aunque la considere irredimible. Incluso los incels, rebosantes de heteropesimismo, subrayan la naturaleza involuntaria de su condición”, explica Seresin.
En Slate, una lectora confesaba en la columna de consultas de índole sexual llamada “How To Do It” sentirse ciertamente “asqueada” ante su propia heterosexualidad. “Soy una mujer cis en una especie de clásico lío sexual millennial: realmente me repugna la heterosexualidad política y personalmente, pero también me gustan mucho los hombres. He estado pensando que tal vez debería buscar tipos bisexuales/gays bicuriosos”. De sus palabras emerge el mensaje de que, por norma, cree que la masculinidad cis heterosexual es mala, por lo que cualquier otro género u orientación sexual es mejor.
Sin embargo, como explica Sophia Giovannitti en un texto llamado En defensa de los hombres publicado en ‘Majuscule’, la gente se siente obligada a confesar su heterosexualidad como si fuera un pecado precisamente porque hemos desviado la responsabilidad de los problemas estructurales hacia las decisiones personales de las personas. “Las mujeres se acuestan con el opresor, obtienen algo de ello más allá del sexo o el romance, y se sienten culpables por ello… La confesión les permite expresar su genuina vergüenza por beneficiarse de un sistema opresivo”, asegura.
Pero, ¿por qué el heteropesimismso no para de extenderse? El hecho de que realities como Love is Blind, Perfect Match y La Isla de las Tentaciones muestren cómo tantas relaciones se hacen añicos porque un hombre heterosexual engaña a su pareja ha hecho que en las redes sociales, las fans de estos programas digan que están hartas de ser heterosexuales. “DIOS MÍO. Acabo de ver un episodio de ‘Love is Blind’ en Netflix y mañana seré muy amable con las personas heterosexuales, ya que, claramente, no están bien. Nunca había visto algo tan absolutamente triste en mi vida”, escribe en X la drag queen de Dublín, Shirley Temple Bar.
Mientras tanto, durante los últimos dos años, el número de personas Gen Z del colectivo LGTBIAQ+ en Tinder se ha duplicado, pero ojo: las heteropesimistas no pretenden formar parte del colectivo (si en 2024 tenemos todavía que explicar que esas cosas no se eligen, tenemos un problemita, ¿no?), sino que ante el inmenso desengaño en el que les han sumido los tropiezos de sus relaciones amorosas heterosexuales, el pesimismo se ha asentado.
Lo cierto es que el hastío a la hora de encontrar pareja es tan habitual que ya se habla de fatiga del dating, fruto de la frustración que muchas personas sienten tras haber tenido infinidad de citas desastrosas a través de las aplicaciones para conocer gente. ¿Quién no tiene una amiga que dice “ojalá fuera lesbiana”, como si serlo fuera una opción más, como quien decide cambiar la leche de vaca por la de soja? Incluso puede que esa amiga seas tú… Pero dar por hecho que las relaciones lésbicas carecen de problemas es ciertamente ridículo, por no olvidar el hecho de, como indica un estudio del Ministerio de Igualdad del Ministerio de Igualdad, la lesbofobia ha disparado los niveles de ansiedad y depresión. “Me enfrento todos los días a los moldes silenciados de una sociedad que nos destierra por ser quienes somos. A menudo, al ver a mujeres marginadas, obligadas a terapias de conversión en iglesias, matrimonios forzados, e incluso encarcelamiento, llegas a autoconvencerme de que mi voz no importa y consideras dar un paso atrás. Es como si te sangrase el corazón…”, explica Cristina Guadalupe Eyenga, integrante de LGTBIQA+ Somos Parte del Mundo de Guinea Ecuatorial.
¿Es ofensivo el heteropesimismo?
“Es anticuado, anticuado y seguro. Nos da excusas no solo para los comportamientos de los demás sino también para los nuestros. Las mujeres y los hombres no están destinados a malinterpretar las señales de los demás; nada en nuestra biología crea una desconexión inherente entre los amantes. Es fácil culpar a una parte de nuestro ser de las necesidades y deseos insatisfechos que simplemente no podemos cambiar, más fácil que admitir que la culpa puede estar en nosotros mismos o en nuestro potencial novio o incluso en nuestra pareja o cónyuge a largo plazo”, dice Marissa Higgins en The Huffington Post al explicar lo molesto que como lesbiana encuentra que sus amigas siempre terminen por soltar la dichosa frase de “ojalá fuera lesbiana”.
Las relaciones de poder que caracterizan a algunas relaciones heterosexuales en realidad existen también en relaciones abiertas y entre parejas homosexuales, porque el problema no es el tipo de relación, sino las personas que la forman. Tendríamos que ver el lado positivo del heteropesimismo, que es que permite mirar de una forma renovada y crítica a la heterosexualidad, y subraya que es el amor romántico uno de los motivos por los que la heterofatalidad abunda. Pero querida lectora, si crees que tu vida sería más fácil saliendo con una mujer, siento decirte que no es así… A no ser que vivas en un lugar en el que la lesbofobia no existe y en el que prima la igualdad. De ser así, por favor, pásame la dirección.