¿Por qué nadie nace con la nacionalidad vaticana?

El Vaticano es el país más pequeño del mundo, pero esa no es la mayor particularidad que tiene, si no que esa es que no se puede obtener su nacionalidad por los canales habiruales

Cortesía Vatican Tickets

Ciudad del Vaticano es, sin duda, uno de los lugares más singulares del mundo: centro espiritual del catolicismo, corazón del poder de la Iglesia, sede del Papa y, también, el país más pequeño del planeta. Pero entre sus muchas particularidades, hay una que suele sorprender: nadie nace siendo ciudadano vaticano. Literalmente, la nacionalidad vaticana no se hereda ni se adquiere por nacer allí. Se otorga, y con condiciones muy específicas.

Un país sin nacimientos

Técnicamente, no está prohibido dar a luz en el Vaticano. Sin embargo, nunca o casi nunca nacen niños dentro de sus fronteras, y las razones son varias. La más evidente es que no hay hospitales ni salas de parto en el territorio vaticano, lo que hace inviable atender un nacimiento en condiciones seguras dentro del país.

Por otro lado, el número de habitantes del Vaticano es muy reducido. Por poner un número, de las aproximadamente 820 personas que viven allí, solo unas 220 cuentan con residencia permanente. La mayoría son religiosos —incluidos sacerdotes, monjas y miembros de la curia— que, por votos como el de castidad, no tienen hijos ni familias propias. Por tanto, la probabilidad real de un nacimiento es prácticamente nula.

El cuerpo del Papa Francisco llega al Vaticano
EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI

La nacionalidad que no se adquiere al nacer

Pero incluso si un parto ocurriera dentro del Vaticano por alguna situación excepcional —por ejemplo, en una residencia del personal—, el bebé no obtendría la ciudadanía vaticana. En esos casos, se lo inscribe legalmente como nacido en Roma y se le otorga la nacionalidad italiana, de acuerdo con los acuerdos entre el Vaticano e Italia. Esto se debe a que la ciudadanía vaticana no se rige por los sistemas tradicionales de otros Estados, como el ius soli (por haber nacido en un territorio) o el ius sanguinis (por herencia de los padres). En el Vaticano, la ciudadanía se obtiene únicamente por concesión del Estado, según criterios vinculados al servicio directo a la Santa Sede.

¿Quién puede ser ciudadano del Vaticano?

La nacionalidad vaticana no es fácil de conseguir ni está abierta al público general. De hecho, solo pueden obtenerla aquellas personas que han sido nombradas para cumplir funciones específicas en el Estado vaticano o en la Santa Sede: esto son los diplomáticos, cardenales, miembros de la Guardia Suiza, funcionarios administrativos o religiosos con responsabilidades institucionales.

Este derecho puede extenderse a sus cónyuges, padres y parientes cercanos que vivan con ellos. No obstante, esta ciudadanía no es vitalicia. Una vez que termina el servicio que motivó su concesión —por ejemplo, si el funcionario deja su puesto—, la nacionalidad también se pierde. Si la persona no tiene otra nacionalidad en ese momento, pasa a ser automáticamente ciudadano italiano.

Esta política tiene implicancias identitarias importantes. Incluso si ocurriera un nacimiento en territorio vaticano, tanto el recién nacido como sus padres quedarían en una posición incómoda respecto a su estatus legal, ya que el país no otorga la ciudadanía por haber nacido allí. Esto refleja la naturaleza única del Vaticano como un Estado funcional y no demográfico, diseñado para garantizar la independencia de la Iglesia Católica y su estructura de gobierno, y no para fomentar una ciudadanía estable o un desarrollo poblacional común.

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