Es un fenómeno tan común que a menudo pasa desapercibido. Un grupo de amigos entra en un bar, y antes de que alguien siquiera pueda sugerirlo, uno de los hombres ya está camino a la barra, decidido a pagar la primera ronda. ¿Por qué los hombres tienen esta inclinación aparentemente automática a ofrecerse para pagar las primeras bebidas? La respuesta, sorprendentemente, podría estar enraizada en la biología evolutiva.
La primera ronda: un gesto tan antiguo como los bares
La tradición de pagar la primera ronda no es solo una cuestión de etiqueta social. Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard, podría tener un trasfondo evolutivo. Los científicos observaron el comportamiento de 160 grupos de personas en bares de Boston y descubrieron un patrón claro: cuando había más hombres que mujeres en el grupo, los hombres competían entre sí para ser los primeros en ofrecerse a pagar las bebidas. En cambio, en grupos con más mujeres, la dinámica era distinta, y la primera ronda tardaba más en llegar.
Según los investigadores, este comportamiento está relacionado con lo que los biólogos llaman “el ratio de sexos adultos“. Cuando hay más hombres que mujeres en un entorno, los hombres tienden a competir por ser percibidos como los más atractivos o deseables. Pagar la primera ronda de bebidas sería, entonces, una forma de demostrar “recursos disponibles”. Un rasgo históricamente asociado con la capacidad de proveer y, por ende, con la idoneidad como pareja.
La conexión entre la biología y el comportamiento social
¿Por qué pagar la primera ronda es tan relevante en este contexto? Los hombres, al igual que muchos otros animales en el reino natural, recurren a ciertas conductas para atraer a posibles parejas. Mientras los pavos reales despliegan sus plumas y los ciervos compiten entre sí, los hombres modernos se apresuran a pagar la primera ronda de bebidas. Aunque pueda sonar trivial, este acto es visto como un gesto de generosidad y capacidad económica, cualidades que históricamente han sido valoradas en contextos de selección de pareja.
El estudio también reveló un dato curioso: en los grupos observados, las mujeres rara vez se ofrecían a pagar la primera ronda. Esto sugiere que el acto de tomar la iniciativa en este ámbito sigue estando asociado principalmente con el género masculino, reforzando los roles tradicionales de género incluso en un escenario tan cotidiano como una noche de copas.
La tendencia de los hombres a gastar más cuando hay una “competencia” por la atención femenina no se limita al entorno de los bares. Otro experimento, citado en el mismo estudio, utilizó periódicos falsos para analizar cómo los hombres reaccionaban al leer sobre desequilibrios de género. Cuando los artículos insinuaban que había más hombres que mujeres en la población, los participantes masculinos mostraban una mayor disposición a gastar dinero en regalos de San Valentín, comparado con quienes leían sobre una proporción más equitativa.