El estreno de la serie en Netflix ‘Monstruos’, del creador de ‘Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer’, ha hecho que los casos de parricidios más escalofriantes vuelvan a salir a la luz. Tras el éxito de la serie, la plataforma ha estrenado el documental con cintas reales del juicio y la investigación.
Lyle y Erik Menéndez son los parricidas del momento tras el boom de la historia en Netflix basada en hechos reales. Estos dos hermanos acabaron con la vida de sus padres en 1989 en su mansión de Beverly Hills. Cometieron unos brutales asesinatos por los que fueron condenados en 1996 a cadena perpetua.
El ‘true crime’ sigue estando de moda, prueba de ello ha sido el boom de la serie sobre el caso Menéndez en la plataforma digital. La historia de los hermanos ha vuelto a salir a la luz y no solo eso, sino que además los seguidores de la producción ficticia han comenzado a cuestionar a decisión que tomó la justicia por aquel entonces.
La terrorífica historia de los hermanos Menéndez
En el juicio de los hermanos acusados de haber asesinado brutalmente a sus padres, José y Kitty Menéndez, la fiscalía argumentó que el móvil del crimen fue heredar la fortuna familiar. El padre de la familia era el director de un estudio de cine de Hollywood muy famoso. Aunque ciertamente, ellos desmintieron que el motivo del crimen fuese ese. Afirmaron que lo que les llevó a acabar con la vida de sus padres era el hecho de que llevaban toda su vida sufriendo abusos, de tipo sexual, físico y emocional, por parte de su padre. Una parte de la historia que se refleja en la serie de Netflix.
Imágenes reales de la familia Menéndez.
Ahora, la la Fiscalía de Los Ángeles ha anunciado que revisará las condenas a cadena perpetua de ambos hermanos, que no tienen opción a la libertad condicional. El fiscal general del caso ha argumentado que no se tuvieron en cuenta las acusaciones de abuso que argumentaron los hermanos. La ciudadanía se ha puesto a favor de los hermanos e incluso ha pedido que se vuelva a investigar el caso.
El expediente de las ‘Hermanas satánicas’
Está considerado como otro de los parricidios más escalofriantes de la historia. Sucedió el 27 de marzo de 2000 en Argentina. Las hermanas Silvina y Gabriela Vázquez asesinaron a su padre, Juan Carlos ya que creían que la casa que alquilaban estaba poseída por entidades malignas y solo con un sacrificio se podría revertir la situación.
Las hermanas Silvina y Gabriela Vázquez junto a su padre, Juan Carlos Vázquez.
Silvina, la menor, le asestó unas 150 puñaladas en todo el cuerpo con el propósito de quitarle el “muñeco diabólico” que creía que él llevaba dentro. Fue mucho más que un parricidio: como definieron conocidos criminalistas forenses. Ambas hermanas se encontraban sugestionadas por un delirio místico y una alucinada amenaza demoníaca.
Montaron un sangriento ritual de purificación al que la víctima, su propio padre, de 50 años, se entregó mansamente, con resignación. La casa en la que vivían y donde cometieron el brutal ritual, fue conocida como “la casa del horror”. Tanto es así, que estuvo desocupada durante años ya que nadie quería alquilarla.
La historia de PierreRivière
Este fue el crimen más famoso del siglo XIX. A pesar de datar del año 1835, se conocen todos los detalles del suceso debido al relato del escritor francés Michel Foucault, que ha perdurado hasta la actualidad. El texto hace una completa descripción del comportamiento del chico de 20 años que degolló cruelmente a su madre, hermana y hermano.
Las víctimas del caso, Victoire Brion, esposa de Pierre-Margrin Rivière, y los dos hijos de la pareja, fueron brutalmente asesinadas por Pierre, quien por aquel entonces contaba con tan solo 20 años. Los medios de comunicación de la época reflejaron el horror de la sociedad ante la imagen del joven parricida, diagnosticado posteriormente con un trastorno mental.
Pierrre Riviere, el autor del mayor parricidio del siglo XIX.
La principal víctima del crimen fue su madre, la cuál se encontraba embarazada de siete meses. Pierre la partió por la mitad con una hoz. Él confesó que lo hizo “porque Dios me lo ordenó para justificar Su providencia; estaban unidos”.