TikTok e Instagram se han convertido en los escenarios principales de la vida digital contemporánea. Millones de personas los utilizan cada día para informarse, entretenerse o, simplemente, no sentirse solos. Sin embargo, para el economista Simon Johnson, galardonado recientemente con el Premio Nobel de Economía, el funcionamiento de estas plataformas plantea un desafío profundo no solo para la economía, sino también para la democracia.
En una entrevista con la BBC, Johnson reflexionó sobre los efectos nocivos de la publicidad digital. En particular, en plataformas como TikTok e Instagram. Su propuesta es disruptiva: pasar de un modelo gratuito basado en anuncios a uno de suscripción, donde el usuario pague por el contenido, tal como se hace en servicios como Netflix o Disney+.
TikTok, Instagram y el negocio de la atención
La lógica detrás del modelo actual de TikTok e Instagram es clara. Si el producto es gratis, tú eres el producto. Estas redes sociales se financian casi exclusivamente a través de la publicidad digital. Y para eso necesitan captar y retener la atención de los usuarios. Pero según Johnson, el precio real que se paga no es económico, sino emocional y social.
“El software sabe cuándo apartas la mirada, cuándo te mueves. Saben cómo manipular tus emociones. Y lo hacen para mantenerte mirando”, explicó Johnson. Tanto TikTok como Instagram utilizan sofisticados algoritmos para segmentar a los usuarios y ofrecerles contenido que les provoque reacciones intensas. La meta es una sola: mantenerlos enganchados.

Johnson subraya que esta estrategia de maximizar la atención tiene consecuencias devastadoras, sobre todo en los más jóvenes. TikTok e Instagram son particularmente populares entre adolescentes. Un público vulnerable a los efectos de la manipulación emocional.
“Muchos adolescentes la pasan mal. Dentro de una democracia, eso alimenta la polarización”, advirtió el economista. El contenido diseñado para provocar miedo, indignación o rabia puede ser muy rentable. Pero también erosiona el tejido social y dificulta la convivencia democrática. La publicidad digital no solo vende productos, sino que también moldea opiniones y actitudes.
¿Y si empezáramos a pagar por las redes sociales?
La propuesta de Johnson es simple, pero revolucionaria. Se trata de reemplazar el modelo publicitario por uno de suscripción. TikTok e Instagram podrían ofrecer versiones pagas de sus servicios, con diferentes niveles de acceso y tarifas adaptadas al contexto socioeconómico de cada país o grupo demográfico.
“Hoy en día mucha gente paga por servicios de streaming. ¿Por qué no por TikTok o Instagram?”, se pregunta Johnson. De hecho, algunas plataformas ya han comenzado a experimentar con opciones premium que eliminan anuncios o amplían funcionalidades. Para el economista, esta transición no solo es posible, sino necesaria para proteger la salud pública y la calidad del debate democrático.

No obstante, la idea de pagar por TikTok o Instagram no está exenta de controversia. Johnson admite que muchas personas podrían resistirse al cambio. “Quizás se enfaden. Pero si no pagas, tú eres el producto. Y ese producto se convierte en una herramienta de manipulación emocional bastante extrema”.
El argumento de Johnson va más allá de la simple economía del contenido. Se trata de un cambio cultural. Así como en su día la gente se resistía a pagar por la televisión o la música en streaming, también podrían cambiar de opinión respecto a las redes sociales si perciben un beneficio claro: menos distracción, menos manipulación, más control.