No hay hombres para ellas

Las mujeres no solo buscan un compañero que esté a su nivel académico, sino que también sea igualitario en la distribución de tareas domésticas

Si usted es una mujer heterosexual con convicciones feministas y con ganas de encontrar una pareja afín, lamento decirle que lo tiene difícil. Y si además se encuentra en la etapa universitaria, el panorama pinta aún más complicado. No es que me haya convertido en la pitonisa del amor de Artículo 14, pero me veo en la obligación de advertirle: según un estudio de la prestigiosa socióloga Maike van Damme, hay déficit masculino. No hay suficientes hombres con formación e ideología igualitaria.

Se lo traslado en cifras: por cada 100 mujeres con estudios superiores en España, solo hay 88 hombres con el mismo nivel de formación. No quedan suficientes Apolos para aquellas que han llegado al Olimpo de la educación. Diosas condenadas a abrazar la soltería, a menos que decidan conformarse con hombres de menor nivel educativo y un compromiso más débil con la igualdad de género. Pero las mujeres no aspiran a formar parte de un club de solteronas, cuidagatos y mariliendres.

La realidad es clara: en esta universidad de la vida, la nota de corte para encontrar pareja masculina ha subido. Las mujeres universitarias no solo buscan un compañero que esté a su nivel académico, sino que también sea igualitario en la distribución de tareas domésticas y decisiones familiares, algo que muchos hombres aún no han integrado en su día a día.

El feminismo debería ser una asignatura troncal, pero ni siquiera llega a ser optativa. Y nuestras universitarias no se conforman: según un estudio realizado por Luis Ayuso, catedrático de Sociología en la Universidad de Málaga, el 84% considera fundamental que su pareja participe en las tareas del hogar a la hora de decidir si comenzar una relación.

Lola Macías, estudiante de arquitectura, lo tiene claro: “Yo no quiero una relación en la que tenga que explicarle a alguien que lavar los platos no es un favor que me están haciendo, es simplemente parte de vivir en una casa. Un chico me dijo una vez que él ‘ayudaba en casa’, y yo pensé: ‘¿Ayudas? ¿A quién, a ti mismo?’”. Además, muchas mujeres universitarias sienten la presión constante de un entorno cultural que aún las empuja hacia relaciones heteronormativas donde el hombre sigue desempeñando un rol tradicional.

En su estudio, Van Damme analiza las actitudes hacia los roles de género basándose en preguntas cómo: “¿Debería la prioridad de una mujer ser su familia por encima de su carrera?”, “Si la mujer gana más que su pareja, ¿esto es perjudicial para la relación?”, o “Cuando escasean los empleos, ¿los hombres deberían tener más derecho a un trabajo que las mujeres?”. Los resultados son claros: la brecha de valores entre hombres y mujeres jóvenes es, en promedio, de 7 puntos porcentuales. Sin embargo, entre quienes poseen estudios superiores, este déficit masculino se amplía a 17 puntos en la esfera pública y a 12 en la esfera privada.

Esta situación genera frustración y desencanto en las universitarias, lo que a menudo las lleva a renunciar temporalmente a la búsqueda de pareja para enfocarse en su desarrollo personal y profesional.  “Mi madre siempre me sugiere que rebaje mis expectativas en el amor. La presión es real; parece que todo el mundo espera que esté persiguiendo a un chico con un trabajo estable y un futuro prometedor. Yo prefiero centrarme en mis investigaciones y en mis amistades. Así que, mientras continúe con la tesis, la única relación que busco es con un buen café y mis libros”, comenta con humor Carla Alonso, estudiante de sociología.

Las mujeres han alcanzado logros académicos y profesionales que, hasta hace poco, estaban reservados para los hombres. Este cambio ha propiciado una mayor independencia emocional y económica para muchas, que ahora priorizan su crecimiento personal en lugar de conformarse con relaciones que no satisfacen sus expectativas de igualdad.

Marta Bernal, 28 años, comparte su experiencia: “Estudié Ciencias Políticas y me considero feminista. Me resulta difícil encontrar hombres que compartan mis ideales de igualdad. He salido con chicos que se definen como progresistas, pero, en la práctica, siguen perpetuando actitudes machistas, como esperar que yo asuma las tareas de cuidado o que les siga en su carrera profesional”.

Van Damme concluye en su estudio que, mientras las mujeres igualitarias y con educación superior enfrentan dificultades para encontrar parejas afines, los hombres tradicionales y con escasa formación también tienen problemas significativos. De hecho, el 25% de los hombres con bajo nivel educativo y valores tradicionales no logrará encontrar una pareja femenina que comparta su nivel educativo y sus principios.

Afortunadamente, no todas se dejan llevar por el RoRoneo. El daño que causa la tiktoker es evidente, arrastrando a muchos hacia un letargo machista cada vez más insoportable, la masculinidad tóxica que sigue levantando la mano, gritando “¡presente!”.

Así que, si no quieren que su próxima relación de pareja se convierta en una asignatura pendiente, es hora de revisar sus actitudes y mejorar su calificación para el próximo año.

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