“Ningún color ha cuidado a los médicos. El Estatuto Marco nos discrimina respecto al resto de trabajadores”

Estuvieron en la primera línea en la pandemia. Ahora denuncian agresiones y precariedad laboral. Hablamos con quienes nos salvaron la vida

Al principio, muchos lo tomaron como algo bueno. Mónica García, ministra, sí, pero también médica, afrontaba el reto de reformar un Estatuto Marco que llevaba desde 2003 sin tocarse. Algunos sindicatos llegaron incluso a mandar propuestas y sugerencias para llevar adelante un cambio interesa también al Gobierno, pues de su desarrollo depende el cumplimiento y parte del desembolso de los próximos fondos Nxt Generation para España.

Sin embargo, a medida que la negociación avanza, el descontento aumenta. Los colectivos médicos aspiran a tener un estatuto propio (o, al menos, un capítulo propio dentro del Estatuto Marco). Parte de su enfado no está provocado por grandes novedades, sino al revés: hay cosas que, lejos de mejorar, se quedan como estaban.

A la complejidad de las negociaciones hay que sumar la influencia de la casualidad que, en este caso, está haciendo que viejas heridas duelan de nuevo. Porque el proceso coincide de lleno con el quinto aniversario de la llegada del COVID a nuestro país. Hace ahora cinco años, España estaba a punto de encerrarse en casa durante meses y los médicos y médicas empezaban a enfrentarse a una enfermedad que cambió el paradigma mundial y se llevó las vidas de 112 personas de su gremio en el ejercicio de su profesión.

Por eso muchos creyeron que, más allá de los aplausos, algo cambiaría. Creyeron que se tendría en cuenta pero no lo sienten así. “Con la pandemia sí que se generó un sentimiento de que se iba a cuidar al profesional sanitario. Se sabía que se iba a reformar el Estatuto Marco . Al principio parecía que iba a ser poca cosa, pero cuando se vio que podía tratarse de una reforma más profunda se generaron expectativas e incluso propuestas por parte de los profesionales”. Quien habla es Ángela Hernández Puente, Secretaria General de AMYTS. Pero ese sentimiento es común a muchos de los médicos. “Nosotros nunca hemos querido ser héroes; los aplausos no los pedimos, era nuestro trabajo”, nos cuenta Teresa Valle, Médico de Familia perteneciente al Sindicato Médico de Málaga. Pero añade: “hay que recordar que hemos arriesgado nuestra vida. Más de cien médicos murieron durante la pandemia ejerciendo su profesión. Nosotros no queremos que nos cataloguen como héroes. Queremos lo que es justo. Y pensábamos que íbamos a tener un reconocimiento también por parte de la administración al menos, mejorando las condiciones laborales. No ha sido así”. En su caso, siente que la población parece tener “cierta amnesia” si se cree esa visión de que los médicos son unos “peseteros”. Porque esta ha sido la última de las polémicas dentro de este complejo proceso.

Mónica García aseguró ayer que “los médicos cobran de media lo mismo que un ministro” y, aunque su rectificación no tardó en llegar a través de la red social X, el mensaje ha escocido. “Somos trabajadores, nos ha costado mucho sacar la carrera, tenemos contratos muy precarios, hay que hacer la especialidad para poder trabajar y, aun así, yo casi hasta los cuarenta y tantos años no he podido tener mi plaza en propiedad. He ido a base de contratos precarios y mi vida laboral es extensísima. Si la tengo que imprimir, no sé cuántas hojas son”, nos dice Teresa Valle. Ángela Hernández nos recuerda que palabras similares ya se han dicho (y ya han molestado) antes: “las declaraciones de la ministra sobre los sueldos me parecen un tremendo error. Es un error en el que caen recurrentemente demasiados gestores irresponsables de la Sanidad. Me vienen a la mente la Consejera de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Fátima Matute o la exconsejera de Sanidad de Andalucía, ya cesada, Catalina García”. Esta última, por ejemplo, cifró el salario de los médicos del Servicio Andaluz de Salud por encima del de Juanma Moreno, presidente de la Comunidad Autónoma. Hernández vincula en parte este tipo de aseveraciones con el empeoramiento del trato a los médicos por parte de la sociedad: “Cuando hay una agresión el responsable es el agresor y nadie más. Pero este tipo de declaraciones no ayudan a que el trato a los sanitarios sea el más adecuado posible”.

No se trata solo de dinero

Y es que, efectivamente, no se trata solo de dinero. Quienes no están familiarizados con las condiciones reales de los médicos podrían (podríamos) pensar que “se forran” gracias a las guardias. Pero lo que muchos no saben es que esas guardias son obligatorias hasta los 55 años. Es decir, un médico no puede negarse a hacer lo que técnicamente se llaman “jornadas complementarias” (aunque en el nuevo borrador ya pasan a llamarse jornadas de guardia). “Las guardias son obligatorias y a partir de los 55 años se puede solicitar la exención de guardia, pero eso no quiere decir que te lo concedan. Tenemos una jornada que llaman complementaria pero que en la práctica son horas extraordinarias obligatorias”, nos explica Teresa Valle. Y completa: “Además, aunque esas horas sí tributan, no cotizan a la hora de la jubilación”.

“Estamos obligados a hacerlas para mantener las necesidades del servicio”, nos explica Ángela Hernández, de AMYTS. “Son horas que se pagan a un precio inferior a la hora ordinaria a pesar de la penosidad que tienen y los problemas que generan al ser noches y fines de semana. Es un problema muy gordo que nos tiene discriminados y discriminadas incluso respecto al Estatuto de los Trabajadores”.

En la práctica, esta medida se traduce en jornadas ordinarias a las que siguen las complementarias y que pueden hacer que un médico se tire 24 horas seguidas trabajando sin parar y cobrando por ese sobreesfuerzo menos que por su trabajo “normal”.

Otros de los puntos que más fricción está generando es el que habla de que los residentes, una vez terminada su formación en la pública, si eligen seguir por esa senda no podrán compatibilizar su trabajo con la privada durante 5 años. Sería una especie de compensación por la formación recibida durante la residencia. Sin embargo muchos creen que esa formación se paga con creces durante la propia residencia. Por eso, una medida pensada en principio para beneficiar a la pública podría acabar convirtiéndose en un arma arrojadiza contra ella.

Para Ángela Hernández, no se trata tanto de Sanidad como de ideología: ”Es un tema muy ideológico y partidista. Hay Comunidades en las que la compatibilidad va entrando o siendo derogada dependiendo del partido que gobierne. Creemos que medidas que aumenten la inequidad del sistema o que faciliten la competición de profesionales por parte de Comunidades no son buenas. Las medidas con las que nosotros estamos de acuerdo son las de atracción y fidelización de los médicos y los facultativos”. También nos explica que medidas así pueden acabar haciendo que profesionales bastante demandados, como dermatólogos y oftalmólogos, acaben optando por la privada, con el daño que eso le haría a la pública. En eso coincide Teresa Valle: “Eso no va a retener talento, va a conseguir más bien lo contrario: que la gente se vaya o bien de España o bien a la privada”.

En el punto en el que estamos, hay sindicatos que ya tienen sobre la mesa un calendario completo de movilizaciones (huelga incluída). Otros, confían en que la situación se pueda encarrilar por la vía del diálogo. Pero hay un tercer escenario: que no haya acuerdo y el que rija siga siendo el Estatuto Marco de 2003. Un estatuto para muchos obsoleto y discriminatorio con los médicos: “Mantiene especificidades para médicos y facultativos que nos discriminan con respecto al resto de las profesiones sanitarias. Si se nos quisiera tratar igual que al resto, habría que aumentar las plantillas médicas en aproximadamente un tercio y si eso ahora mismo no es posible habría que reconocerlo y negociarlo con la propia profesión”, dice Ángela Hernández, de AMYTS, quien concluye: “Ningún color político ha cuidado a los médicos”.

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