Mientras el mundo mira al Vaticano siguiendo con dolor la despedida del Papa Francisco y con expectación por saber quién será su sucesor, las monjas cismáticas de Belorado siguen en su lucha por no ser desahuciadas del convento que habitan y al que ya no tienen derecho desde su excomunión por parte de la Santa Sede. Sobre el inmueble pende una demanda de desalojo que en principio tenía que haberse ejecutado en enero, sin embargo, las exmonjas decidieron contraatacar denunciando al arzobispo de Burgos, Mario Iceta, delegado de Roma para llevar a cabo las actuaciones oportunas.

Esta resistencia numantina de las exclarisas, que sorprendieron por su rebeldía contra la Iglesia conciliar, va a terminar por dilucidarse en el juzgado de Briviesca que determinará la validez del manifiesto cismático. En la misma denuncia contra Mari Iceta manifiestan la nulidad en España del nombramiento por parte del Vaticano del arzobispo como comisario pontificio y le exhortan a cesar toda activad administrativa sobre los monasterios de Belorado en Burgos y de Derio en Bizkaia.
A punto de cumplirse un año del manifiesto en el que rompían la comunión con el Papa Francisco, de las diecinueve monjas que componían la congregación, en la actualidad quedan trece dispuestas a dilatar el proceso todo lo que les permita los márgenes legales. El órdago sigue vigente y pretende ser ejemplo para otras comunidades religiosas que sigan su ejemplo de romper con la Iglesia posterior a Pío XII, es decir, la posterior al Concilio Vaticano II que tenía como objeto mejorar la relación de la Iglesia con el mundo moderno.
A la expectativa de qué sucederá en Roma tras el cónclave y qué rumbo le dará a la Iglesia el nuevo sucesor de Pedro, el poco ortodoxo camino elegido por las hoy empresarias del dulce y de la restauración no ha tenido ninguna resonancia en otras congregaciones. Su actual jefe de prensa, Francisco Canals, enfoca su trabajo a ser altavoz de las reclamaciones de la situación de la sus representadas de cara a internacionalizar su protesta, aunque con escaso éxito por el momento.
No es el único frente jurídico abierto en este instante, ya que aún queda por resolver la titularidad del oro que vendió la exabadesa sor Isabel de la Trinidad, cuyo nombre civil responde a Laura García de Viedma, en un local burgalés de compra venta de prestigioso metal. En concreto, acudió a canjear 1,7 kilos de oro por un valor de 130.000 euros. Desde el arzobispado reclaman la propiedad de ese oro y, por tanto, de su valor monetario, puesto que fue una adquisición autorizada y ejecutada cuando se encontraban bajo la adscripción católica.
El abogado que representa hoy en día a las exhermanas, Florentino Aláez Serrano sostiene, sin embargo, que la anterior entidad religiosa, hoy transformada en la asociación Monasterio de Santa Clara de Belorado, tenía la autonomía sobre la gestión de sus bienes acordado en el Capítulo Conventual y reflejado en los libros de contabilidad, y, por tanto, que se han observado todos con los requisitos legales para determinar la propiedad y la capacidad de venta de los mismos.
La posición del arzobispado es abiertamente distinta, desmintiendo la transformación en asociación denegada por el Ministerio del Interior, lo que significaría que no tiene la capacidad legal para realizar la compraventa.
La partida se sigue jugando mientras los ritmos judiciales y las precauciones eclesiales sigan dilatando el proceso. Lo que parece claro es que las trece mujeres que resisten en el monasterio de Belorado no tienen ninguna intención de arrojar la toalla.