María Serrano, la guardia civil que puede acabar en la cárcel por exponer la corrupción

María Serrano denunció al Seprona de Sevilla por irregularidades e indicios de corrupción. Ahora podría acabar condenada y en la cárcel

María Serrano - Sociedad
Captura de pantalla de un vídeo de la guardia civil María Serrano @ForodelGC

María Serrano, una guardia civil comprometida con la integridad y la justicia, se encuentra en el epicentro de una solitaria lucha que la ha llevado a enfrentarse a uno de los desafíos más duros de su vida. Tras nueve años de represalias y aislamiento, su historia es un testimonio de la valentía y el coste personal que conlleva denunciar la corrupción dentro de la Guardia Civil.

En 2015, María Serrano decidió dar un paso que cambiaría su vida para siempre: denunció las presuntas irregularidades de un subordinado en el Seprona de Sevilla, donde trabajaba como sargento. Esta decisión, que inicialmente parecía ser un acto de cumplimiento del deber, se convirtió en el punto de partida de una cadena de eventos que la dejarían al borde de la desesperación.

¿Por qué denunció María Serrano al Seprona sevillano?

Todo comenzó cuando María Serrano detectó comportamientos sospechosos en un cabo primero bajo su mando. Siguiendo su instinto y su compromiso con la legalidad, investigó y elaboró un informe detallado que presentó a sus superiores. Sin embargo, la reacción que esperaba no llegó. Lejos de recibir apoyo, fue instada a dejar pasar el asunto.

La negativa de María Serrano a permanecer en silencio llevó a la apertura de diligencias que, desafortunadamente, terminaron siendo sobreseídas debido a la prescripción de los hechos. Este revés no solo fue frustrante para ella, sino que marcó el inicio de un periodo de hostigamiento continuo por parte de algunos de sus superiores.

En el entorno tenso del Seprona, la situación empeoró rápidamente. María Serrano se vio obligada a denunciar por insubordinación al cabo primero. Sin embargo, la respuesta institucional fue tibia: el expediente disciplinario que se abrió contra él no resultó en consecuencias significativas. La falta de acción y el encubrimiento de las irregularidades solo confirmaron las sospechas de Serrano sobre la corrupción en la unidad.

La represión contra la guardia civil no ha cesado desde entonces

Lejos de cesar, las represalias contra María Serrano se intensificaron. Fue despojada de su pabellón, perdió su destino y fue apartada de su especialidad. Quedó relegada y humillada dentro de la institución que una vez representó con orgullo. La persecución llegó a tal punto que incluso se enfrentó a un juicio militar impulsado por el que era jefe de la Comandancia de Sevilla, quien hoy ocupa un alto cargo en el Estado Mayor de la Guardia Civil.

Este jefe, según ha revelado la propia María Serrano en El Español, la humilló públicamente en su despacho. La insultó y le gritó por su “osadía” de destapar la corrupción. A pesar de solicitar la apertura de un expediente disciplinario contra él, la Justicia militar desestimó la petición. Consideró que se trataba de una “riña paternal”. Una decisión que para Serrano no fue más que otra muestra de la injusticia sistemática a la que se enfrentaba.

En 2017, su caso llegó al Congreso de los Diputados de la mano de Zaida Cantera, una exmilitar y política comprometida con la defensa de los derechos de los miembros de las fuerzas armadas. Sin embargo, el apoyo que María Serrano necesitaba se diluyó con el tiempo. Cantera, quien inicialmente mostró gran interés en el caso, dejó de responder a las llamadas de Serrano cuando Pedro Sánchez asumió la presidencia del Gobierno.

No obstante, María Serrano no ha estado completamente sola en su lucha. La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) ha sido un aliado constante. Esta organización ha denunciado la falta de un canal interno efectivo para reportar casos de corrupción. A pesar de la existencia de la Ley 2/2023 que obliga a las administraciones a mantener dichos canales.

¿Qué va a pasar con María Serrano a partir de ahora?

A medida que se acerca la fecha en la que María Serrano deberá presentarse ante la Sala V del Tribunal Supremo, el temor de una condena se cierne sobre ella. A diferencia de un juicio civil, una condena en el ámbito militar implica prisión efectiva. Lo que hace que su situación sea aún más desesperada.

Para María Serrano, su lucha no es solo por su propio destino, sino por la integridad de una institución que, en su opinión, ha sido corrompida desde dentro. “No se trata de un asunto personal”, aseguró en El Español. “Esto es por el bien de todos. Si hoy soy yo, mañana puede ser cualquiera”.

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