Madres: ¿Cómo se vive tras el asesinato de un hijo?

El crimen de Mocejón deja detrás una familia rota que tiene que enfrentarse a un dolor contra natura: enterrar a un hijo

"No se supera de forma lineal, hay altibajos y sentimientos que van y vienen”
"No se supera de forma lineal, hay altibajos y sentimientos que van y vienen” Kiloycuarto

Vemos la noticia, la comentamos mientras tomamos un café y empatizamos de corazón con el dolor de una familia. Pero, cuando decidimos seguir con nuestra vida y apagamos la televisión, el negro que inunda la pantalla llena también a quienes veíamos en ella. Su vida se para en lo que llamamos “suceso” . El impacto es tan brutal que lo cambia todo. Lo destroza. Porque… ¿cómo se asimila lo impensable?

Aprender a vivir

Hemos escuchado a través Asell, el portavoz de la familia, que la madre de Mateo, el niño de 11 años apuñalado en Mocejón, “no quiere venganza, quiere justicia”. También que “tienen que aprender a vivir sin Mateo”. Y eso pasa por aprender a coexistir con uno de los dolores más grandes a los que la vida nos puede enfrentar.

María Hernández Mendoza, trabajadora social y psicoterapeuta familiar y de pareja sistémica con formación en duelo nos cuenta que “es uno de los duelos más difíciles de asimilar porque se juntan tres componentes: la conmoción, el componente de violencia y lo antinatural de la muerte de un hijo”. Es tan difícil gestionarlo que, según asegura, “se puede cronificar”.

Una evolución psicológica y emocional que muchas veces percibimos desde casa a través de los medios. Porque, si les hablamos de María del Mar Bermúdez, quizá no caigan en quién es. Pero si les recordamos que se trata de la madre de Sandra Palo, sin duda le ponen cara. Su hija fue brutalmente violada y asesinada el 17 de mayo de 2003 a manos de 4 chavales. Solo uno era mayor de edad. De su dolor sacó la fuerza para recoger y entregar en el Congreso de los Diputados 1.200.000 firmas que lograron poner en la agenda política una reforma de la ley del menor que finalmente se materializó en 2006 de manera algo menos ambiciosa de lo que la familia hubiera querido.

Es solo un ejemplo. Su manera de seguir fue actuar. Podría haber pasado lo contrario. “Puede suceder que la persona se quede como congelada en ese momento y no sea capaz de mirar hacia adelante. Se quedan como mirando por el retrovisor”, reflexiona María Hernández. O que haya avances y retrocesos. “No se supera de forma lineal, hay altibajos y sentimientos que van y vienen”.

El duelo en directo

Depresión, reivindicación, venganza, ayuda a los demás o, por qué no, una gestión sana. Un duelo tan duro puede tener varias caras. Cada familia de cada “suceso” lo lleva como puede o como sabe según el momento. Suelen compartir varias fases “hay una de negación, negociación, ira, depresión, ira y aceptación . Cada persona evoluciona de distinta manera”, recalca de nuevo María Hernández. Lo que es cierto es que, en casos tan mediáticos, las familias soportan además que muchas veces su dolor se retransmita minuto a minuto.

Patricia Ramírez se enfrentó a la desaparición y asesinato de su hijo en 2018. Gabriel Cruz tenía entonces 8 años y murió a manos de la pareja de su padre en aquel momento, Ana Julia Quezada. Los medios contamos todo lo que pasó entre aquel 27 de febrero en el que desapareció el niño y el 11 de marzo en el que se encontró el cadáver.

Pero también contamos, 6 años después, que la asesina confesa iba a dar su versión en un documental. Un hecho que impactó de nuevo en el duelo de Patricia Ramirez que comenzó a luchar contra ese documental, llegando incluso a comparecer en el Senado hace poco más de un mes: “Me entero por la prensa que un juez ha otorgado un permiso a la persona que nos arrancó a mi hijo para que haga una producción por una necesidad de contar equis situaciones” dijo entonces en su intervención. “No se están respetando nuestros derechos”, añadió. Durante todo su discurso eran visibles a partes iguales su dolor y su entereza.