Los hijos del medio, los más cooperativos: un estudio desafía los estereotipos familiares

"Tienen el tiempo necesario para descubrir en qué son realmente buenos y destacar en ello”, concluyen sobre su posición familiar

Los hijos del medio, los más cooperativos: un estudio desafía los estereotipos familiares Kiloycuarto

El orden de nacimiento marca nuestra personalidad y la forma en que nos enfrentamos a la vida. Los primogénitos, según la ciencia, son los más responsables y perfeccionistas; los pequeños, los más creativos, y los medianos, los grandes olvidados. Aunque los ‘hijos sándwich’ cada vez son menos, la caída de la natalidad los está borrando de las estructuras familiares, y su infancia es algo más oscura, la historia y la ciencia reivindican su lugar.

Abramos un paréntesis para entenderlos. “Los hermanos medianos suelen sentirse a la deriva, desprotegidos; buscan mucho afecto e intentan descubrir cuál es su lugar dentro de la familia. Esto les puede generar un fuerte sentimiento de frustración”, explica la psicóloga Natalia Pardo. “Muchos padres tienen grandes expectativas para sus primogénitos, marcando metas muy específicas sobre lo que quieren que hagan en el futuro, lo que genera mucha presión. En cambio, el hijo del medio crece con mayor libertad, sin esas expectativas y, por lo tanto, sin presión. Tienen el tiempo necesario para descubrir en qué son realmente buenos y destacar en ello”, añade.

De ellos se ha dicho que son negativos, dubitativos, carentes de autoestima y con bajo rendimiento académico. Pero la historia les encumbra. Más de la mitad de los inquilinos de la Casa Blanca han sido hermanos intermedios. John F. Kennedy y Abraham Lincoln, entre otros, la habitaron libres del síndrome del ‘hijo sándwich’. Dalai Lama, Madonna, Nelson Mandela, Charles Darwin, Ernest Hemingway o Bill Gates también supieron aprovechar la libertad de expectativas.

Los hijos medianos, grandes cooperantes

Ahora, un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Alberta, Canadá, rompe los estigmas y certifica -tras analizar las personalidades de más de 700.000 personas- que los medianos son más honestos, amables y cooperantes que sus hermanos mayores y menores. En otras palabras, si en tu familia siempre hay alguien dispuesto a ceder su asiento en el sofá o a compartir su postre, probablemente sea el mediano.

“La clave está en su posición”, explica la psicóloga Pardo, experta en dinámicas familiares. “Los hijos mayores suelen tener el peso de las expectativas parentales, mientras que los menores suelen ser los mimados de la casa. Los medianos, en cambio, aprenden a negociar y a buscar su lugar en un terreno neutral. Tienden a ser grandes mediadores, capaces de entender las necesidades de ambas partes y buscar soluciones. Esto puede ser una ventaja enorme en su vida adulta”.

Lucía Ruíz, publicista madrileña de 32 años e hija ‘sándwich’, se reconoce en las explicaciones de Pardo. “Recuerdo que mi hermana mayor siempre tenía las fotos familiares más grandes y mi hermano pequeño era el rey de la casa. Yo era literalmente olvidada”. Lucía cree que eso la hizo más independiente y adaptable. “Tienes que aprender a sobrevivir entre dos fuegos cruzados, y eso te da muchas herramientas para la vida”.

Los primogénitos: los responsables

Tienden a ser responsables, competitivos y convencionales. Son los primeros en llegar, pero sus pasos están marcados por las expectativas de los padres. “Los mayores suelen ser responsables y ambiciosos porque crecen con la presión de ser un modelo para sus hermanos”, explica Pardo. Un liderazgo que pesa. “A veces pueden sentirse sobrecargados y menospreciados si no cumplen con esas expectativas”, añade.

Los benjamines: los reyes del drama

Son los eternos niños de la familia. Según los estudios, suelen ser creativos, encantadores y, a menudo, los más propensos a romper las reglas. “Tienen la ventaja de que los padres ya no son tan estrictos como con el primogénito, lo que les da más libertad. Pero también pueden ser percibidos como manipuladores o consentidos”, explica Pardo. Claudia Delgar, la pequeña de tres hermanas, lo resume con humor: “Ser la más pequeña es una mezcla de ventaja y maldición. Sí, conseguía lo que quería, pero también me decían que era la más blandita de todos. Vamos, la que nunca podría sobrevivir sin ayuda”.

Bendita familia, bendito microcosmos en el que todos luchamos por encontrar nuestro lugar. Y aunque a veces los del medio puedan sentirse como la loncha de jamón del sándwich familiar, su capacidad de cooperación los convierte en la pieza clave de ese rompecabezas llamado hogar.