Debate

¿Los hijos de donantes de semen y óvulos tienen derecho a conocer a sus progenitores?

“Sería una situación de indefensión para los donantes, que podrían ver revelada su identidad de forma inesperada"

La experta
Preguntas y Respuestas
KiloyCuarto

En 2022 -el último año del que hay registros-, 16.450 bebés nacieron en España mediante donación de gametos, según datos de la Sociedad Española de Fertilidad. Y cada vez, son más. En nuestro país, la donación sigue siendo anónima: 1300 euros por los óvulos y 60 por el esperma. Ahora, un grupo de personas nacidas por in vitro con donación, está abriendo el debate sobre si España debería levantar el anonimato de quienes aportaron sus gametos. La mayoría de los países de Europa occidental y del norte ya lo permite.

Reclaman los mismos derechos que el resto de ciudadanos, incluidos los adoptados. Sin embargo, España se resiste a cambiar el modelo, a diferencia de muchos de sus vecinos europeos, donde los hijos nacidos por donación, tras las reformas legales, pueden conocer la identidad del donante. Portugal eliminó el anonimato en 2018; Francia, en 2022. En países como Bélgica, Dinamarca, Rumanía o Grecia se aplica un sistema mixto, en el que el donante puede decidir si revela o no su identidad.

La Ley sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida, aprobada en 1988 y actualizada en 2006, establece que en España la donación será anónima. Los descendientes solo tienen derecho a acceder a información general no identificativa del donante. A día de hoy sólo un juez, y en caso de enfermedades graves, podría obligar a una clínica a levantar el anonimato. Si miramos al resto de Europa, hemos quedado rezagados.

“Se acabará implementando. Existe una recomendación en la Unión Europea” de que así sea. De que prima el derecho del menor a conocer su identidad biológica”, explica Isabel Winkels, abogada de familia. “La duda está en si puede aplicarse con carácter retroactivo”.

Sólo hay un lugar en el mundo donde el anonimato se ha levantado con carácter retroactivo: el estado australiano de Victoria. Allí, tras eliminar el anonimato en 1998, se dio un paso más y, en 2016, se aprobó una ley que reconoce el derecho general a conocer los orígenes, incluso para quienes fueron concebidos antes de ese año.

“Si en España se aplicara de forma retroactiva, supondría romper las reglas del juego a mitad del partido”, advierte Winkels. Y añade: “Sería una situación de indefensión para los donantes, que podrían ver revelada su identidad de forma inesperada. Otra cosa es que, a partir del momento en que se modifique la ley, todos sepamos a qué estamos jugando”, concluye.

“Cuando el Reino Unido empezó a permitir que se revelara la identidad de los donantes, el número de donaciones cayó, y ahora el 40% de los donantes son extranjeros que prefieren no ser localizados”, explica Juanjo Espinós, presidente de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF). En países como Italia y Brasil, donde el anonimato sigue vigente, las donaciones son escasas. Pero en esos casos, la razón es otra: no se remunera a los donantes.

Los avances tecnológicos están desafiando el anonimato. Las pruebas genéticas, cada vez más asequibles, permiten obtener información que antes resultaba impensable. Plataformas como MyHeritage han ayudado a muchos a dar con familiares biológicos, incluso sin la intervención de una clínica. Los expertos alertan que el anonimato legal ya no garantiza el anonimato real.

Los hijos de donantes aclaran: no buscan un padre, sino respuestas. Información. El derecho a saber de dónde vienen. Muchos de ellos coinciden en que el anonimato, perpetúa una herida. “Nos condena a una identidad incompleta”, denuncian. Por ello les urge reconstruir su historia.