Los cardenales reciben la orden de “voto de absoluto secreto”

El cardenal Hollerich ha explicado a Artículo 14 que no puede hablar hasta después del cónclave por indicación de la Santa Sede, pues han hecho “voto de absoluto secreto”

La elección del nuevo Papa tras el fallecimiento de Francisco entra en una fase decisiva y, con ella, el silencio se convierte en norma. El cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y relator general del Sínodo sobre la sinodalidad, ha confirmado a Artículo14 que todos los cardenales electores han recibido la instrucción formal de guardar “voto de absoluto secreto”. La indicación, procedente de la Secretaría de Estado, prohíbe a los purpurados realizar cualquier declaración pública sobre el cónclave, sus preferencias o el ambiente entre los votantes.

“Malas noticias: acabamos de ser informados de que nuestro cardenal no podrá conceder entrevistas en Roma hasta después del cónclave, ya que todos los cardenales han hecho un “voto de absoluto secreto”, explicó el secretario de Hollerich al ser abordado por este medio.

Este silencio no es una simple cortesía ni una práctica informal: está codificado en la Universi Dominici Gregis, la constitución apostólica firmada por Juan Pablo II que regula el procedimiento de elección papal. En su artículo 55 se especifica que “todos los cardenales electores deberán abstenerse, incluso después de concluido el cónclave, de revelar a otras personas, incluso cardenales no electores, cualquier hecho relacionado directa o indirectamente con la votación”. Las consecuencias de violar esta norma pueden ser gravísimas, incluida la excomunión latae sententiae.

A pesar del hermetismo, se han podido conocer algunos detalles del proceso. La entrada en la Capilla Sixtina, con las palabras “Extra omnes!” que ordenan salir a todos los no electores, está prevista para esta misma semana. A partir de entonces, los cardenales quedarán incomunicados del mundo exterior hasta que emerja el humo blanco.

Un total de 133 cardenales con derecho a voto participarán en la elección, de los cuales cerca del 80% fueron creados por el Papa Francisco, lo que anticipa un cónclave con fuerte impronta bergogliana. Entre ellos figuran figuras como el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, el canadiense Marc Ouellet o el brasileño Sérgio da Rocha. También destacan perfiles más pastorales como Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, o el propio Hollerich, ambos con sensibilidad hacia la sinodalidad y la acogida de las periferias, sellos distintivos del pontificado de Francisco.

Las votaciones pueden comenzar el mismo día de la entrada al cónclave o, en su defecto, al siguiente. Cada jornada contempla hasta cuatro votaciones: dos por la mañana y dos por la tarde. Para que un candidato sea elegido Papa se requiere una mayoría de dos tercios. Si tras varios días no se alcanza, se pueden aplicar reformas previstas en la constitución apostólica que modifiquen las reglas de votación.

En las calles de Roma, mientras tanto, los fieles rezan, debaten y especulan. Pero dentro del Vaticano, reina el silencio. Como recordó el cardenal Hollerich: “Este tiempo es de discernimiento. Y el discernimiento solo es posible cuando se respeta el silencio”.

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