Incluso en la cárcel (también), mejor ser hombre

“Hay una prisión de mujeres que tiene un único taller. Y, ¿de qué es ese taller? Pues de costura”. Entrevistamos a Mar Sánchez, una voluntaria que lleva décadas trabajando en las prisiones españolas

Fotograma de la serie Orange is the New Black Netflix

En el año 2023, hubo 54.375 mujeres condenadas en nuestro país por algún tipo de delito. Prácticamente, el doble de las que hubo hace diez años. La población femenina supone el 19,4% de los condenados en España. Sin embargo, esas cifras facilitadas por el Instituto Nacional de Estadística, distan mucho de la de las personas que hay en prisión. Mar Sánchez, voluntaria de ACOPE (Asociación de Colaboradores con las Presas) desde el año 1986 nos aclara en parte las cifras. “Hay unos 50.000 hombres presos y 3.000 mujeres”, arranca diciendo. Si quisiéramos, si nos planteáramos en este punto entrar en una cárcel femenina en España para contarles una historia, lo primero que tendríamos que hacer es buscar bien. Porque en nuestro país hay 92 prisiones y solo tres son únicamente para mujeres. Hasta este verano eran 4, pero Alcalá de Guadaíra (Sevilla) cerró, dejando a la comunidad más poblada de España, Andalucía, sin un centro específico para reclusas.

El resto de las prisiones españolas son masculinas o, en varias decenas de casos, mixtas. “Es mejor hablar de prisiones masculinas con módulos para mujeres”, puntualiza Mar. Puede parecer poco importante, pero para nada lo es. “Que solo haya tres prisiones supone que las mujeres tengan mayor posibilidad de ser desplazadas de sus lugares de origen, mayor posibilidad de pérdida de vínculos, mayor posibilidad de desarraigo, de desestructuración familiar…”. Como punto de partida, la diferencia es abismal. Mar continúa en esta línea: “Hay una separación real de los hijos y un sufrimiento por los hijos y la familia que está comprobado que no tienen los hombres.

Ellos se centran muchísimo más en el cumplimiento de la pena, en el tránsito que tienen que recorrer y sus preocupaciones casi siempre tienen que ver con la condena”. En resumen, incluso en la cárcel, seguiríamos cuidando. “El sufrimiento cuando hablan las mujeres tiene que ver siempre con la familia, con los hijos, con cómo estará mi madre… Es decir, con aquellos de los que antes cuidaban y ahora ya no pueden”, nos aclara Mar. “La mayoría de las mujeres que están en prisión, más del 85%, tienen cargas familiares y en muchísimos casos, cargas familiares solas”, añade.

La propia morfología de las prisiones, sus dinámicas, están muy masculinizadas. “Las mujeres están en espacios que, en la mayor parte, no están hechos para ellas. Son tan pocas que siempre se quedan fuera”, nos explica Mar, que lleva casi 40 años viendo la evolución de las prisiones españolas. “Si tenemos 50.000 hombres y 3.000 mujeres, las prisiones están pensadas para ellos. Por eso tenemos un exceso de régimen, de reglamentación y de medidas que a las mujeres, por su pauta conductual y sus perfiles, en principio nos sobra”. Además, a la hora de organizar las cárceles internamente, también importa. “Al haber tantos, los hombres están clasificados, los hombres están atendidos… como es tanta población, sí nos preocupamos de que estén ocupados, de que estudien, de que trabajen, de que tengan un futuro, de que se formen… Como las mujeres son tan pocas, nos ocupamos pero un poco menos. De hecho, el trabajo para las mujeres a veces es un beneficio, un premio a su buen comportamiento. Para los hombres el trabajo es una necesidad, porque hay que mantenerles ocupados haciendo algo de fundamento. Porque si están ociosos, supone un problema o de peligrosidad, o de peleas, o de problemas en el módulo… Entonces no queremos. No queremos que los hombres estén alterados”.

Cuando Mar habla, se nota que está implicada con el tema. No duda en explicarnos qué tipo de mujeres acaban entrando en las cárceles (en las 3 cárceles) femeninas españolas: “Las mujeres que entran en prisión son mujeres pobres en su mayor parte. Mujeres que han entrado en prisión para resolver situaciones. Y esas situaciones no solamente no se resuelven, sino que se agravan. Y en la prisión no se da ninguna solución a ese tema. No hay trabajo para las mujeres, no se piensa en trabajo para las mujeres. No se las atiende porque no hay problema. El único problema que hay es el deterioro que sufren. Si entraban bien de la cabeza igual se van mal de la cabeza.”

Cabría pensar, eso sí, que la perspectiva de género en las cárceles solo de mujeres es muy importante. Mar no opina así. “El tema de la perspectiva de género no se trabaja. Hay una realidad de que las mujeres han sufrido un montón de violencias, vienen con un montón de dificultades… Pero no caigamos en que son víctimas. No. Son víctimas de un sistema que, antes de llegar ahí, ya las ha segregado y ya las ha tenido en una situación de carencia, de pérdida frente a otro gran colectivo”. Y añade: “En prisión, no se atienden las necesidades específicas de las mujeres. No se atienden”.

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