Expertos en educación defienden que la jornada escolar partida, avalada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), ayuda a mejorar el rendimiento académico de los alumnos, reduce desigualdades y puede disminuir la tasa de abandono escolar temprano.
En este contexto, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha anunciado esta semana que todos los nuevos colegios públicos de Educación Infantil y Primaria que se construyan en la región también impartirán 1º y 2º de Educación Secundaria Obligatoria y tendrán jornada partida de manera obligatoria.
“Con la jornada partida el colegio puede gestionar el horario de una manera más flexible, ya que tienes más flexibilidad para distribuir el horario y que sea más adecuado para que el alumno descanse”, ha señalado a Europa Press el director del Área de Colegios CEU, Raül Adames.
Además de mejorar la actividad en el colegio, Adames considera que la jornada partida también “ayuda muchas veces a la conciliación familiar” mientras que la jornada continua genera horarios y espacios que, a su juicio, “no son adecuados”.
Así, ha recalcado que los alumnos están “más frescos” si han tenido descansos en lugar de dar las clases de manera intensiva. “La jornada partida ayuda a que el colegio haga una docencia adecuada y atienda a los alumnos de una manera más adecuada, lo cual debe tener una repercusión en la tasa de abandono escolar”, ha comentado.
Pedagógicamente mejor
Para la directora del Instituto de Innovación Educativa de la Universidad Villanueva y presidenta de COFAPA, Begoña Ladrón de Guevara, la jornada partida es “pedagógicamente mejor” para la vida escolar de los alumnos, ya que “tener espacios en los que no haya clase ayuda al afianzamiento de lo que se enseña en el aula, ayuda a los niños más vulnerables y ayuda a una mejor alimentación”.
En este sentido, ha explicado que la escuela tiene dos funciones, una la propiamente académica y una segunda función de socialización, como la hora del comedor, el patio o el recreo que, a su opinión, “son igualmente importantes, formativos y fundamentales para la vida escolar de los niños”.
La presidenta de COFAPA asegura que “no hay estudios que digan que la jornada continua es mejor”, sino que hay estudios que dicen que al empezar la jornada a las 09.00 horas “los niños están más despejados”. “Que haya momentos de parón es mejor. Los estudios lo que dicen es que la jornada partida favorece el aprendizaje de los niños, la socialización de los niños en el centro y otras actividades extraescolares”, ha precisado.
La medida de Ayuso, “positiva”
En la misma línea, el profesor de la URJC y responsable del programa de Economía de la Educación de Funcas, Ismael Sanz, defiende que la medida de la Comunidad de Madrid para implantar la jornada escolar partida “sería positiva para evitar que la desigualdad vaya a más”.
El experto considera que la jornada escolar partida es, en su conjunto, “buena” por varias cuestiones, entre las que destaca que los niños van a tener más descansos, recreos y, por lo tanto, “se pueden recuperar de la atención que han tenido y tienen menos fatiga cognitiva”.
“Llega un momento que se cansan de atender y tienen menos capacidad de aprender cuando llevan mucho tiempo escuchando al profesor. Esa es la gran ventaja, porque si no en la jornada intensiva tienes las clases muy seguidas y llega un momento en el que afecta más la fatiga cognitiva, afectando más a los alumnos más desfavorecidos”, ha aseverado.
Asimismo, Sanz confirma que la jornada partida puede ser un factor que ayude a reducir la tasa de abandono escolar, ya que “podría ayudar a evitar que se acumulen déficit en Primaria que luego dificultan el aprendizaje en Secundaria“.
El argumento utilizado por aquellos que defienden la jornada continua es, según ha explicado el experto, que por la mañana “es cuando se rinde mejor y que los alumnos por la tarde tienen una menor capacidad”.
“Esa es la defensa de los que apuestan por la jornada continua, que es un argumento de menor importancia”, ha puntualizado Sanz, destacando que “pesan más” los beneficios de la jornada partida, al “permitir ciertos descansos que favorecen especialmente a los alumnos más pequeños, que tienen más dificultad para mantener la atención”.
El debate en secundaria
Aunque el debate sobre la jornada escolar está centrado especialmente en la etapa de Primaria, la vicedecana de Educación de la Universidad Europea, Marta Lesmes, ha pedido incluir la reflexión también en Educación Secundaria, donde hay alumnos de “doce años y no de 25 años”.
“Creo que es mejor que haya descanso. Desde el punto de vista educativo es muy difícil justificar que aprendan mejor con toda la jornada seguida”, ha valorado en declaraciones a Europa Press Lesmes, que considera que, a nivel de evidencia científica, “no hay suficientes estudios como para favorecer una jornada intensiva o partida”.
No obstante, ha incidido en que “desde luego no hay estudios para que una jornada sea intensiva”, sino que hay “una realidad de conciliación para las familias que se ven muy perjudicadas con una jornada continua”, así como una dificultad económica ya que “habría que hacer frente al pago de las actividades extraescolares“. “Esto no quiere decir que los colegios sean guarderías, pero sí tienen que estar alineados con la realidad de las familias”, ha matizado.
La postura de la OCDE
En un informe publicado este verano, la OCDE, con el objetivo de responder a las diferentes necesidades de aprendizaje de los alumnos, apuesta por la ampliación del tiempo de aprendizaje, ya que “muchos centros en España funcionan con un horario intensivo centrado en las mañanas, lo que obliga a los padres a pagar por las clases extraescolares”.
Precisamente, insta a España a seguir el ejemplo de países como Dinamarca y Portugal, que “han adoptado sistemas flexibles de jornada completa para ampliar el tiempo de aprendizaje”. Estas iniciativas “han ido acompañadas de una mayor oferta de comedores escolares y actividades extraescolares”.
“España podría valorar la posibilidad de adoptar un enfoque similar por las ventajas que podría aportar, en particular para los alumnos desfavorecidos. Una transición factible exigiría invertir en subvenciones para la alimentación y las infraestructuras escolares y remunerar adecuadamente al personal de los centros”, avisa la OCDE en su informe.