La denuncia de María Nicolau sobre el machismo en la alta cocina: “A ellos no les preguntan cómo consiguen conciliar”

El machismo en la alta cocina, según la chef María Nicolau, sigue muy presente más allá de las mesas, entre los fogones

María Nicolau - Sociedad
Una fotografía de la chef María Nicolau oliendo su creación Iván Giménez

Aunque la sociedad ha avanzado considerablemente en materia de igualdad de género, todavía persisten espacios donde el machismo sigue enraizado. Uno de ellos es la alta gastronomía. Lo denuncia con claridad María Nicolau, chef catalana y autora del libro ¡Quemo!, que ha alzado la voz para señalar cómo el sector culinario sigue reproduciendo roles patriarcales, a pesar de que históricamente la cocina haya estado asociada al ámbito doméstico y femenino.

En declaraciones contundentes, María Nicolau señala que, aunque los chefs masculinos suelen rendir homenaje en sus discursos a las recetas de sus madres y abuelas, son ellos quienes reciben los aplausos, los premios, las estrellas Michelin y el prestigio mediático. La cocinera se pregunta por qué, si la inspiración viene del mundo femenino, el reconocimiento siempre termina en manos masculinas.

Para María Nicolau, la respuesta está clara. No es una cuestión de talento, sino de estructuras que permiten que los hombres ocupen determinados espacios porque hay mujeres sosteniéndolos. “No es por ese discurso folclórico de que ‘mamá me enseñó a cocinar’, sino porque pueden estar ahí mientras otras cuidan lo que ellos dejan fuera”, afirmó con rotundidad en Elle.

María Nicolau y la crítica a la desigualdad en la conciliación familiar

Uno de los puntos clave en la denuncia de María Nicolau es el relacionado con la conciliación familiar. Para la chef, este es uno de los grandes muros que siguen separando a hombres y mujeres en el camino hacia el éxito profesional. Según su experiencia, las preguntas que se hacen a las mujeres en el ámbito gastronómico no se formulan a los hombres. “Cuando ellos están delante de un micro siendo entrevistados, nadie les pregunta cómo consiguen conciliar”, señaló.

María Nicolau menciona explícitamente a otras compañeras como Begoña Rodrigo o Fina Puigdevall, que también han tenido que responder a cuestiones sobre su papel como madres. Mientras que sus colegas varones pueden hablar libremente de técnicas, inspiración o gestión sin que nadie ponga en duda su capacidad de cuidar de su familia. Para Nicolau, esa desigualdad no es casual, sino estructural. Y refleja cómo todavía se da por hecho que las tareas de crianza no forman parte de la vida profesional de los hombres.

La chef catalana insiste en que el problema no es que las mujeres no estén en la alta cocina, sino que deben renunciar a más para poder estar. Y mientras no se reparta la carga de los cuidados de forma equitativa, difícilmente se verá una fotografía diferente en los congresos gastronómicos o en las galas de premios. Así lo explicó María Nicolau: “Lo curioso no es que ellas no aparezcan en esas fotografías, lo curioso es cómo es posible que las mujeres no hayamos dicho que antes de cuidar de los hijos de otros, vamos a pactar cómo se reparte eso dentro de casa”.

La necesidad de cambiar el modelo cultural en la gastronomía

La crítica de María Nicolau no se limita a la esfera doméstica. También apunta directamente al sistema cultural que sostiene el modelo actual de la alta cocina. La cocinera considera que es necesario revisar el imaginario que se construye en torno a la figura del chef. Ese profesional obsesivo, entregado en cuerpo y alma a la cocina, dispuesto a sacrificarlo todo para alcanzar la gloria culinaria. Un modelo que, según Nicolau, solo es posible cuando hay alguien más que se ocupa del resto.

Para María Nicolau, el problema está en que ese relato se ha normalizado tanto que nadie se cuestiona su lógica. “Hasta que no se renegocie en casa quién llama a la guardería cuando el niño tiene fiebre, la fotografía final de la alta cocina no va a cambiar”, afirmo. La cocinera reivindica un modelo profesional que no esté basado en la renuncia femenina, sino en la corresponsabilidad y el equilibrio real entre vida laboral y personal.

Sus palabras ponen sobre la mesa una discusión cada vez más presente en el sector gastronómico: el papel que juegan los estereotipos de género en la proyección profesional. Mientras los hombres pueden construir su carrera sin que se les cuestione por su vida familiar, las mujeres siguen enfrentándose a un doble examen. Por un lado, el rendimiento profesional. Y, por el otro, el cumplimiento del rol social.

María Nicolau plantea que la solución no pasa solo por introducir más mujeres en los fogones, sino por cuestionar el modelo que hace que sea tan difícil para ellas llegar a lo más alto sin renuncias personales. Y para eso, asegura, es imprescindible hablar de conciliación, de pactos en casa y de la necesidad de un cambio profundo en la cultura gastronómica.

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