Crónica negra

La cocina de la abuela: recetas mortales con arsénico

Nuestra protagonista fue una mujer calculadora que había utilizado su conocimiento sobre venenos para llevar a cabo múltiples asesinatos. Terminó como la primera mujer en ser ejecutada en Estados Unidos desde 1962

Imagina a una mujer común, vestida con ropa sencilla, una señora que podría ser tu vecina. Y detrás de esa apariencia inofensiva, una vida de oscuridad. Esta es la historia de Velma. Nació en una granja en Carolina del Norte y tuvo una infancia dura. Su padre era alcohólico y maltratador, y su madre manejaba la casa con una severidad desmesurada.

Con el único objetivo de salir del hogar, Velma se casó adolescente con un chico llamado Thomas. Con 19 años ya tenía dos hijos. Un día Velma salió a comprar y Thomas se quedó en casa. A su regreso, se encontró la casa en llamas. El padre de familia había muerto carbonizado. El seguro afirmó que el incendio se había producido por un cortocircuito. Nada más lejos de la realidad. Aprovechando que Thomas estaba bebido, Velma prendió fuego a la casa.

Meses después de la muerte de Thomas, se casó con un hombre llamado Jennings. El matrimonio no duró ni un año: falleció de un ataque al corazón. La realidad, tal y como se supo después, es que le envenenó con un cóctel letal de arsénico que le suministraba en la comida. Pero Velma logró, otra vez, salirse con la suya.

La ahora viuda encontró en el veneno el arma para deshacerse de personas “molestas”. Y la siguiente de la lista fue su madre, Lilly. Ésta comenzó a sufrir dolores de estómago, vómitos y diarrea. Fue ingresada en un hospital y los síntomas desaparecieron. Una vez en casa, Velma volvió a la carga. Cada vez que visitaba a su madre, le proporcionaba arsénico en la comida que cariñosamente preparaba. Lilly de nuevo presentó fuertes dolores estomacales y le llevaron a urgencias. Esta vez no llegaron a tiempo: murió dos horas después. Incomprensiblemente, no se le realizó la autopsia y, de nuevo, Velma estaba libre de toda sospecha.

Arsénico por compasión

El arsénico es un elemento tóxico y su ingestión en altas cantidades produce síntomas gastrointestinales, alteraciones en las funciones cardiovascular y neurológica y eventualmente la muerte. En las antiguas civilizaciones de Asia ya se conocía el arsénico como veneno. Y en la Edad Media era utilizado con cierta frecuencia, de ahí el nombre “rey de los venenos y el veneno de los reyes”. Era potente y utilizado para eliminar sin rastro a miembros de la clase dominante.

El arsénico es una magnífica arma para los asesinos. Es transparente y no tiene sabor. Un ligero olor a ajo, eso sí, pero fácilmente camuflable en una comida. Los síntomas son equivalentes a malestar o enfermedad gástrica, por lo que no levanta sospechas. Al menos al principio de su administración. Para detectarlo, es suficiente realizar un análisis en orina, uñas o cabello. El tratamiento requiere de lavados estomacales y la administración de un antídoto, llamado dimercaprol.

Velma quería más

Nuestra protagonista vio lo fácil que le resultaba matar. Así que una vez eliminados sus maridos y madre, ideó un plan para quedarse con el dinero de personas mayores. Sus hijos eran mayores, ya era abuela, y tenía tiempo libre. Así que se ofreció para cuidar ancianos, un trabajo que hacía con cariño y meticulosidad. Sus primeras víctimas fueron un matrimonio formado por Montgomery, de 94 años, y su esposa Dollie, de 84. Una noche el hombre se acostó sintiéndose mal; no se volvió a despertar. Semanas más tardes la viuda también falleció, tras haber sufrido dolencias estomacales. Debido a la avanzada edad del matrimonio, nadie sospechó de su muerte.

Como Velma era una excelente cuidadora, enseguida consiguió hacerse cargo de otra pareja de ancianos. Les cuidaba y cocinaba ricas recetas. ¿Qué creen que pasó? A las pocas semanas el hombre comenzó a sufrir náuseas y terribles dolores de estómago. Fue ingresado en el hospital y falleció días después por “virus estomacal severo”.

Velma no cabía en sí de gozo. Iba terminando con la vida de personas para luego quedarse con su dinero y pertenencias. ¡Y su método era indetectable! Comenzó a salir con un hombre llamado Stuart y pronto decidió que ya era suficiente. La cerveza a la que el hombre era tan aficionado fue el continente perfecto para camuflar el veneno. Cuando Stuart comenzó a caer enfermo, Vilma le cuidaba en casa como a la niña de sus ojos. Hasta que no le quedó otra que ingresarlo, debido a la gravedad de los síntomas. Le diagnosticaron una gastritis y la pareja regresó a casa. Al día siguiente Stuart empeoró drásticamente y murió nada más llegar a urgencias.

Pillada y ejecutada

Por suerte esta vez el cuerpo de Stuart fue analizado, lo que reveló arsénico en el organismo. Finalmente, las piezas encajaron. Velma fue arrestada y acusada de asesinato. El juicio de Velma fue todo un espectáculo. Los detalles del veneno y la frialdad con la que había matado a aquellos hombres y mujeres, dejaron a todos boquiabiertos. Las pruebas eran concluyentes, y la acusación la presentó como una mujer calculadora que había utilizado su conocimiento sobre venenos para llevar a cabo asesinatos.

La defensa de Velma intentó argumentar que su vida de sufrimiento emocional y su infancia traumática la habían llevado a cometer estos crímenes. Pero nadie pudo justificar lo que había hecho. Una inquietante pregunta persistió en el juicio: ¿cuántos más fueron víctimas de su veneno, antes de que la verdad fuera revelada? En 1984, Velma fue condenada a muerte. Fue la primera mujer en ser ejecutada en Estados Unidos desde 1962. Para su última comida pidió una bolsa de patatas y una lata de Coca Cola. En el exterior, los familiares de las víctimas celebraron su muerte. Velma donó todos sus órganos. Al fin mostró una pizca de bondad.