En un mundo de influencers, qué necesarias son las personas influyentes, esas que aportan de verdad, esas que cambian al mundo y no sólo lo entretienen. Nuestras niñas lo tienen complicado. Es difícil elegir el camino del esfuerzo, pero sin duda vale la pena. Las cuatro mujeres que están a punto de conocer son jóvenes y científicas de varios ámbitos. Hemos buscado en ellas la inspiración. Y la hemos encontrado.
Jéssica Gil-Serna: “Vas por el buen camino. Continúa”
Esas serían las palabras que esta microbióloga profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid le diría a la niña que fue. Una niña que quizá no tenía muy claro lo de la ciencia: “De pequeña no pensaba de manera muy clara que quería ser científica. De hecho, yo quería ser bombera”. Sin embargo, aunque la fantasía decía una cosa, Jéssica se pasaba horas jugando con un microscopio que su tía le había regalado.

Jéssica Gil Serna
La Jéssica del presente tiene 41 años y es experta en biotecnología de los alimentos, en concreto, en seguridad alimentaria. Le encanta. Cuando nos enteramos de que, sobre todo, estudia los mohos que salen en la comida, nos cuesta entender esa pasión, así que le pedimos que profundice. Porque, a ver, así de primeras, cuesta sentir interés por ese polvillo azulado que le ha salido a la mandarina de la nevera. Y Jéssica nos habla entonces de las micotoxinas. “Las micotoxinas, cuando las ingerimos en pequeñas dosis, no pasa nada en absoluto, lo que ocurre es que se van acumulando en nuestro organismo. Eso nos va a producir una patología crónica, normalmente relacionada con el desarrollo de un tumor”.
Su trabajo consiste en entender cómo otros microorganismos pueden librar una “batalla en miniatura” con las micotoxinas para acabar con ellas. Porque ahora mismo, lo que se hace es tirar todo lo contaminado. No busca un producto doméstico para acabar con el moho. Sus investigaciones van enfocadas al mundo de la agricultura y la industria. Nos cuenta que su día a día es caótico, porque además de investigadora es profesora. Y, sin embargo, lo disfruta. “Me enamoré de ser científica. Es un trabajo muy divertido, no es en absoluto monótono, descubres cosas que nadie sabe y, la verdad, es una carrera preciosa”. Por eso, lo tiene claro: “Sin duda volvería a estudiar lo que estudié y a revivir mi historia. No cambiaría absolutamente nada. Porque hasta los retos más difíciles me han hecho avanzar. Los microorganismos son apasionantes. Son seres muy complejos que jamás dejan de sorprendernos”.
Para ella, nuestro papel en la ciencia es clave. “Es importantísimo que haya mujeres, tanto en ciencia como en la academia. Necesitamos referentes” A dia de de hoy se siente feliz con cómo ha dirigido su vida y con la ayuda que ha recibido de los suyos: ”Estoy muy orgullosa de mi carrera. Es una carrera de fondo, he peleado muchísimo pero he llegado muy lejos.Pero no podría haberlo conseguido sin las personas que tengo a mi alrededor. El apoyo de las familias es imprescindible”.
Para acabar, le volvemos a preguntar por nuestra mandarina con un poquito de moho. Y no, no podemos cortar la parte mala, hay que tirarla entera. Palabra de bióloga.
Paula Albitre Lamata: “El verdadero progreso llega cuando caminas en compañía”
Paula es tan joven que en el servicio de reprografía de su facultad la confunden con una alumna. 29 años tiene esta filóloga, investigadora y profesora de la Universidad Complutense de Madrid que se toma estas confusiones con deportividad. A la niña que fue hace nada, le diría lo siguiente: “Para avanzar y lograr tus sueños: cree en ti, esfuérzate y rodéate de personas que te impulsen. El verdadero progreso llega cuando caminas en compañía y tejes lazos que te inspiran y sostienen”.

Paula Albitre Lamata
Su ciencia, la filología, es una de esas ciencias desprestigiadas a lo largo de los años. Parece que nos tomamos las ciencias sociales poco en serio y, sin embargo, en el contexto actual son muy importantes. Porque no, no en todas las ciencias se usan pipetas. “Las ciencias sociales y las humanidades son fundamentales en la investigación, aunque a menudo se subestime su impacto y sean las grandes olvidadas. Ámbitos como la filología y la lingüística son esenciales para comprender la comunicación, la evolución de nuestro pensamiento y la estructura del lenguaje, algo que hoy es clave en el desarrollo de tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial. De hecho, sin los estudios lingüísticos, la IA no podría procesar, interpretar ni generar lenguaje de manera eficiente”.
Vamos, que no se trata de analizar el pasado. Las ciencias sociales también son importantes para el desarrollo de la humanidad. “La investigación en ciencias sociales y humanidades no solo preserva nuestra historia y cultura, sino que también impulsa el futuro tecnológico y social”, asegura Paula. Ella analiza cómo ha cambiado nuestra forma de expresarnos con el paso del tiempo “desde cómo saludamos hasta cómo pedimos perdón. Todo ha cambiado en la lengua porque ha cambiado el entorno” . Paula tiene claro que las mujeres en la ciencia tenemos mucho que decir: “A pesar de haber superado varios obstáculos para entrar en el ámbito científico, creo que la mujer ha aportado una perspectiva diversa que ha enriquecido el ámbito del conocimiento”.
Elena Salobrar García Martín: “Lo harás bien”
Esa es la frase que ella le diría a la niña que fue. Una frase que refuerza la confianza, algo que a veces nos cuesta tener como mujeres. Elena tiene 41 años y es Profesora Permanente Laboral de Oftalmología de la Universidad Complutense de Madrid. Con su trabajo podría llegar a cambiar el futuro de los pacientes con Alzheimer. En esencia investiga cómo se puede seguir la evolución de la enfermedad a través de los ojos, con pruebas mucho menos invasivas para los pacientes y mucho más nítidas para los médicos.

Elena Salobrar García Martín
Elena es pionera y líder mundial en el estudio de la retina y su implicación en la enfermedad. En la actualidad trabaja con el Hospital Cedars Sinaí (Los Ángeles, USA), centro puntero en investigaciones en Alzheimer. Pero su día a día no está lleno de eurekas y logros. Si es martes, pasa consulta en la facultad de Medicina de Oftalmología. También da clases, atiende a los alumnos, investiga…y se equivoca. “En investigación no todo sale a la primera y, muchas veces, después de meses, un experimento no sale y hay que volver a empezar. Hay que entender que no sirve de nada frustrarse y hay que analizar, ver qué ha fallado e intentar encontrar una solución al problema”.
Su trabajo es un ejercicio constante de paciencia y resiliencia. Y le encanta. Repetiría su carrera paso a paso. “Me enganché a la ciencia y es un trabajo apasionante en el que nunca te aburres”, nos cuenta. Eso sí, como mujer, es crítica. “Lo peor es que nunca se piensa en ti en puestos de responsabilidad. Creo que siempre se antepondrá a un hombre antes de pensar en una mujer, aunque haya demostrado igual o mayor valía. Hablando con muchos compañeros científicos nos dimos cuenta que todos nuestros jefes eran o habían sido hombres”. Sí. Todavía. Por eso, si tuviera que fijar un objetivo para dentro de 25 años, diría: “Que haya paridad real, no en los puestos de abajo, sino en los puestos de responsabilidad. Que un científico no tenga que malvivir con su salario cuando habitualmente son las mentes más brillantes de su promoción. ¡Basta ya de maltratar a los científicos!”
Hoy, Elena está orgullosa de lo que ha conseguido y del camino que tiene por delante. A las que vienen detrás les deja este mensaje: “Disfruta del camino y elige una profesión que te haga feliz. “
Cristina Ortega Juaristi: ”Estate tranquila. Tu esfuerzo valdrá la pena”
El mensaje que le daría Cristina a su “yo” del pasado es el mismo que le daría a las niñas de hoy: “que sea cual sea el sueño que tengan, que luchen por ello porque, sin duda para conseguirlo hace falta esfuerzo. Desde luego, si no lo intentas, el “no”, ya lo tienes. Hay que intentarlo”. Esta ingeniera aeroespacial que llevó sus sueños tan lejos que llegaron hasta el espacio, ha logrado alcanzarlos. Con trabajo, claro. Con mucho trabajo. Pero con días muy divertidos.”El día que más me divertí en mi trabajo fue el día que hicimos un vuelo parabólico, que consiste en hacer unas maniobras dentro de un avión para poder flotar. Pude experimentar lo que es la ingravidez, lo que sienten los astronautas cuando están en el espacio”.

Cristina Ortega Juaristi
Cristina tiene hoy 47 años, dos hijos y una carrera que impresiona. Es Directora de Espacio de la empresa AVS y sus vehículos han llegado dos veces a Marte. Habrá una tercera. La vocación de conocer el espacio de cerca le llegó pronto. “De niña tuve oportunidad de ver los coches que habían estado en la Luna y los trajes de astronauta en el Kennedy Space Center de Florida y soñaba con formar parte de ello. Y ahora estoy muy orgullosa porque he tenido oportunidad de trabajar no solo con la NASA, sino también con la ESA en muchas misiones espaciales para observar la Tierra, para hacer tecnología para la Luna, para Marte…y sí. Se podría decir que he podido cumplir este sueño de niña”. De sus palabras se deduce que volvería a hacerlo. Y nos lo confirma.
Le preguntamos también por el papel de la mujer en su contexto científico concreto y nos dice que cree que es importante que haya mujeres en los equipos. “Cuando yo empecé, éramos muy poquitas chicas. Gracias a Dios, cada vez hay más mujeres en el mundo aeroespacial y creo que es muy enriquecedor, ¿no? Porque, como en cualquier ámbito, el que los grupos de trabajo sean variados siempre lo va a hacer mucho más completo que si sólo hay un único género, claro”.
Le pedimos que mire “hasta el infinito y más allá”. Bueno, no tan lejos. Sólo hasta 2050. “Para 2050 creo que el objetivo debería ser que ninguna niña tenga dudas sobre dedicarse a la ciencia si es lo que quiere. Que no reinen los estereotipos, sino que reinen la capacidad y el deseo de cada uno de realizar su vocación. Eso tendría que ser una realidad. Estoy segura de que lo será”.