Testimonio

Infancias paralizadas: la tragedia desde los ojos de un niño

Desde el balcón del primer piso, la hija pequeña de Maite le grita a su madre "esa es mi muñeca" al ver que su madre se deshace de lo que queda de ella. Contarles a los más pequeños que lo han perdido todo es parte del reto de los supervivientes

Estos son algunos de los juguetes de su hija que ha tenido que tirar enfrente de su casa Dámaris Fernández

Historias en mitad de la catástrofe hay muchas y todas ellas valiosas. Los vecinos están deseosos de explicar lo que les ha ocurrido y todo por lo que han pasado. “Contadlo, ¡tenéis que contarlo! Mirad como estamos“, grita algún vecino cuando nos identificamos como periodistas. En estos cuatro días en Valencia, hemos escuchado decenas de historias. Ellos quieren reivindicarlo y nosotras les escuchamos y lo contamos.

Es el ejemplo de Maite y Enrique, un matrimonio en Paiporta, que aun no sabían cómo explicarle a su hija pequeña lo que había ocurrido. Desde el balcón en el primer piso se asoma la menor y le grita a su madre “esa es mi muñeca”. Su hija le ha pillado tirando su muñeca y otros juguetes al montón de basura que tienen enfrente. La madre explica que ha tenido que tirar hasta un muñeco de su hija al que “le tiene mucho amor. Quería esconderlo para que no lo viera. Hemos tenido que tirar muchos juguetes”.

Maite y Enrique posan con una sonrisa pese a haberlo perdido todo

Vida pausada

Esto tampoco está siendo fácil para los pequeños que ven su infancia paralizada sin colegio, sin juguetes, sin rutina y a sus padres cansados, con lágrimas en los ojos y con barro hasta en el pelo. No lo comprenden y en su rostro aun se nota el miedo que han pasado.

“Lo hemos vivido bastante trágico porque hemos perdido muchas cosas personales. Esta mañana hemos conseguido sacar unas fotos y las he lavado en un cubo y se las he llevado a mi hija para ver si en casa las podíamos poner a secar”, cuenta Maite. Afortunadamente, toda su familia se encuentra bien: “Mi madre con 80 años ha tardado casi una semana en tener luz y nosotros todavía no tenemos agua”.

Sin embargo, han tenido que renunciar a bastantes cosas personales: “Mi marido ha perdido una colección bastante valiosa de cómics porque es coleccionista desde los 10 años. Tenía 20.000 cómics en cajas numeradas y los ha perdido todos”.

Además, el matrimonio es miembro del Club del 600, motivo por el que tenían uno en la planta baja. No obstante, aun no sabían si funcionaría: “Queremos ver si lo podemos poner en marcha”.

Maite no pudo acceder a su planta baja hasta pasados tres días: “Fue muy traumático. Abrimos la persiana y no podíamos. Me entraron tantas ganas de llorar que lo tuve que dejar. Cerré y he tardado casi tres días en abrir la planta baja. Ya lo tenemos medio asimilado. El shock ya ha pasado y ahora estamos tirando cosas con mucho dolor”.

Las muñecas entre el lodo

La vecina de Paiporta explica que lo más complicado es deshacerse de tantos recuerdos. “Queremos intentar recuperar las cosas pero estamos viendo que no podemos. Lo estamos tirando todo”. Pese a ello, una semana después de la DANA, el matrimonio ya consigue emitir una leve sonrisa.

Para Maite, otra de las cosas más difíciles es seguir mirando los juguetes de su hija pequeña llenos de barro en mitad de la montaña de enseres personales. Una basura que le gustaría que le quitasen pronto de ahí porque le recuerda todo lo que ha perdido. Sin embargo, esto es un proceso que se está viviendo de manera muy lenta dado que aunque el barro sigue siendo un problema en algunas calles, el principal inconveniente ahora es la basura podrida que se está acumulando en la puerta de las casas de los vecinos que ya está atrayendo ratas e insectos.

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