Papardelle con ragú de pato a la naranja. Es una receta y un punto de inflexión. Porque en el tiktok de Roro hay un antes y un después de este plato. Y, al parecer, en quién es ella… También. A.P. (antes de los papardelle), lo que sabíamos es que Rocío es una persona deportista, a la que le gusta comer, dormir y entrenar. Pero el 18 de mayo escuchamos por primera vez su particular voz en esta red social haciendo una elaboradísima receta y todo cambió. D. P. (después de los pappardelle), Rocío dejó atrás las mallas y el gimnasio y se mudó a la cocina, empeñada en que ese plato de pasta no se convirtiera en un one hit wonder. Desde entonces, se lo ha currado: ha hecho papel para imprimirle a su novio un libro que le apetecía leer (“El Príncipe”, de Maquiavelo), se ha fabricado su propio maquillaje (cheque de marca mediante) y, sobre todo, ha cocinado. Mucho.
Parece estar aprovechando el tirón económico. Entre sus últimos vídeos encontramos varios patrocinados por distintas marcas. La imagen de mujercita buena, vende. Ahora que ha empezado a conceder entrevistas, Roro ya ha dicho que se plantea hacer vídeos en alemán, idioma que habla perfectamente. Sin embargo, esto no se trata solo de un más que lícito interés comercial. Detrás hay un discurso, una estética, una narrativa, una forma de hablar… Porque sí, si buscan bien encontrarán vídeos de ella hablando “normal”. Pero, en comunicación, todo importa.
Una habitación propia: la cocina
No hay nada de malo en que una chica joven cocine. A ver, es raro que vaya tan arreglada y que nunca se manche, pero el problema no es ese. O no solo. La frase con la que arranca la mayoría de sus vídeos, ese “hoy a Pablo le apetecía…” nos llamó la atención desde el minuto uno y es tan identificable como imitable. Habrá quien lo replique de forma cómica y quien aspire a ser como ella. Paqui Guisado Adame, activista feminista y Presidenta de la Plataforma de Impacto de Género Ya, nos habla de lo peligroso que es que este mensaje llegue a tantas jóvenes a través de un medio de tan fácil acceso como es tik tok: “Corremos el riesgo de que esas generaciones de jóvenes usuarias de las redes normalicen y asuman el mensaje de que las mujeres deben ser las cuidadoras, sobre todo porque quien lo transmite es alguien de su generación, de un entorno digital que controla y con gran influencia en sus vidas”. La terapeuta Y CEO de El Animal Emocional, Ana Sánchez-Anegón va un poco en la misma línea: “Si yo me siento perdida psicológicamente ahora mismo, no sé muy bien cuál es mi rol o cuál es mi papel, voy a tender a irme hacia las referencias que yo conozco, independientemente de que estas sean buenas o nocivas para mi desarrollo personal”. Y añade además otra idea interesante: “La imagen que están dando estos dos, Roro y Pablito, toca un poco una herida de la sociedad, esa idea del amor romántico que está en crisis. Estamos en un momento de mucha individualidad. Se ha perdido la idea del vínculo. En una sociedad capitalista que aboga por el consumismo, la gente está muy perdida por ese individualismo tan feroz que está muy promocionado por una sociedad capitalista muy salvaje”.
Para Olga Herrero, socióloga especializada en psicología social, “es muy peligroso este tipo de movimientos validados desde el ‘lo hago porque quiero porque al final juega con esa trampa de no es una historia de sumisión y no tiene que ver nada con el antifeminismo porque es una historia que yo decido’. Puede traer una serie de complicaciones porque se pueden normalizar este tipo de conductas y se pueden asociar a una libertad”. La socióloga nos propone que hagamos un ejercicio, para ver si la historia es tan inocua. “Yo creo que es importante hacer el análisis de ¿y si fuera desde el otro lado? ¿Si fuera el hombre el que hace este papel? ¿Cómo lo veríamos? ¿Lo veríamos igual o ni siquiera nos lo imaginaríamos? Es importante para hacer esa crítica de: cuidado, que esto se está vendiendo desde una libertad, una autonomía y lo hago porque quiero, soy tiktoker y esto es lo que vende, pero detrás tiene mucha complicación en cuanto a que se validen esos modelos que se vea que son los correctos e incluso los ideales, ¿no? Que haya esa deseabilidad social o romántica de que para que la pareja sea ideal tiene que pasar por estos valores o estos roles”.
No te preocupes, querida
En la cultura encontramos muchísimas referencias de mujeres que “eligen” quedarse en casa y cuidar. En 1996, el grupo Ella Baila Sola cantaba eso de “de mayor quiero ser mujer florero, metidita en casita, yo te espero”. En 2004, Nicole Kidman protagonizaba “Las mujeres perfectas”, que resultaban ser robots de estética cincuentera creados por sus maridos. En 2022, “No te preocupes, querida” nos mostraba lo que al final resultaría ser una simulación: un pueblo perfecto, también muy años 50, en el que las mujeres solo tenían que cocinar y cumplir. Lo que desde el cine y la música se aborda con una perspectiva irónica, en la vida real, es un movimiento llamado “tradwives”: esposas tradicionales. Se arreglan, se maquillan, cocinan, limpian, cuidan de los niños (incluido su marido) y, si se divorcian… se quedan más tiradas que una colilla. Porque sí, también existen las “extradwives” y su discurso es mucho menos popular pero infinitamente más interesante.
En cuanto a Roro, el 8 de julio le mandamos un mail, para intentar saber qué piensa ella de todo esto. Llevamos días esperando y no nos ha contestado. Quizá porque tenía que fabricar un libro para Pablo. Pero sí ha concedido alguna entrevista en la que ha asegurado que hace lo que le apetece. Que su voz (aunque la hayamos oído hablar con otra muy distinta) no es fingida. Y, tras ella, no es poca la gente que la apoya. Cuando acaben de leer este artículo, hagan una prueba. Primero, miren el perfil de muchos hombres que ya se han preocupado de explicar que no pasa nada, que está bien cuidar así porque una quiere. El Xocas, por ejemplo, ha dicho que es de “nivel enfermedad mental” considerar que lo que ella hace es nocivo para el movimiento feminista. Bueno, es su opinión. También pueden hacer otro ejercicio. Pongan “mujeres de alto valor” en tik tok. Escuchen los discursos de chavales diciendo cómo tiene que ser su mujer ideal. Escúchenlas también a ellas defendiendo esos ideales. Verán que la cosa va mucho más allá de unas no tan simples recetas de cocina. La activista feminista Paqui Guisado incide en esto: “si somos capaces de abrir el ángulo de análisis, nos parecerá aún más peligroso. Si estas narrativas digitales las sintonizamos con otros mensajes ideologizados conservadores de la ultraderecha como la penalización de la interrupción voluntaria del embarazo o la negación de las violencias machistas, el efecto se potencia mucho más. También se hace más evidente y más fácil de rebatir”.
Mientras, esperamos que no llegue el día en el que a Pablo le apetezca despacharla. Porque, ¿quién se iba a comer entonces sus pappardelle?