Cada vez más profesoras y profesores pierden la pasión por enseñar. Cada año son más los que abandonan las aulas. Y no ocurre solo en España. El abandono docente se ha disparado a escala mundial. Entre 2015 y 2022, la tasa de renuncia de maestros de primaria se duplicó, y pasó del 4,6% al 9%. Es mucho más que un porcentaje. En 2030 se necesitarán 44 millones de docentes, según datos de la Organización de Naciones Unidas para la Educación (Unesco).
“La vocación de muchos se ha visto frustrada porque, entre otras razones, la sociedad y su percepción del profesorado han cambiado. Esta desmotivación no se origina en el aula, sino en todo lo que sucede fuera de ella. Ahora cualquiera se siente con derecho a opinar sobre cómo deberíamos ejercer nuestra labor: desde las familias hasta los psicólogos… Todos lanzan sus hipótesis y tú siempre eres quien lo está haciendo mal”, relata Jordi Casas, profesor de matemáticas en la escuela Pérez Iborra. El problema, confiesa, no está en el alumnado. “No creo que los alumnos de hoy sean más difíciles. El entorno, en cambio, sí lo es y eso obstaculiza su desarrollo personal”, afirma.
En España, en 2023, quedaron sin cubrir más de 720 plazas de profesorado de matemáticas. “Necesitamos que se valore la carrera docente. La sociedad no reconoce la importancia de la docencia y eso provoca que el profesorado acabe quemándose”, señala Mariví Cabero, catedrática de orientación educativa.

El informe subraya que el abandono de la profesión se debe a múltiples factores: desde la jubilación y las dificultades para conciliar la vida laboral y personal, hasta problemas de salud, hartazgo o la posibilidad de encontrar trabajos más atractivos. En los campos de ciencias y matemáticas, las oportunidades laborales fuera del ámbito educativo resultan mucho más tentadoras, con mejores sueldos y condiciones laborales.
“Estamos cansados porque nos sentimos solos en nuestra labor docente. Necesitamos que las familias sean cómplices, que trabajemos juntos en el acompañamiento de sus hijos. Cuando las familias cuestionan nuestro trabajo y desautorizan nuestra labor, el profesorado queda aislado, pierde autoridad y respeto. Esto genera un gran desgaste, porque convierte la enseñanza en un espacio solitario”, confiesa Eva Martín Martínez, directora del colegio Reggio.
Pero hay más. España se sitúa entre los países con menor proporción de docentes con contrato indefinido: el 72% en primaria, cifra que desciende al 67% en secundaria. Sin embargo, no todo se reduce a una cuestión económica.
La educación ha cambiado, y en muchos aspectos, para bien. “Hace 30 o 40 años las escuelas se centraban en la disciplina y la obediencia. Hoy, en cambio, el foco está en el aprendizaje y el conocimiento. Lo que antes era obedecer sin más, ahora es aprender”, explica Jordi Casas. “Durante muchos años se vivió con miedo al maestro, y eso no lo queremos. Pero hemos pasado al extremo contrario, donde al maestro ya no se le respeta”, añade Eva Martín.
Ana García, profesora de primaria en el colegio Reggio, lleva 24 años ejerciendo como docente. “Esta profesión sólo puede ser vocacional”, asegura. No duda al señalar las razones del elevado abandono entre los profesores de primaria: “Se debe al constante cuestionamiento de las familias sobre cómo desarrollamos nuestro trabajo diario, a la presión para que los niños no se frustren y sean siempre felices, priorizando únicamente la parte emocional y relegando el aprendizaje a un plano secundario”.
Y añade: “Te ves sola en tu tarea y, además, continuamente cuestionada, lo cual resulta agotador en muchas ocasiones. Recibimos hasta 20 correos al día: desde dudas sobre situaciones ocurridas en el patio hasta quejas por frases que has dicho a su hijo, pidiéndote explicaciones y sugerencias sobre cómo deberías actuar. Incluso cambios tan simples como mover a un alumno de sitio generan debates en los que se discute qué es lo mejor para él. Muchas familias tienen sus propias teorías sobre la educación, y el respeto hacia el docente está, en muchos casos, muy malentendido”, relata.
¿Son los chavales más difíciles ahora que antes? “Son iguales, la diferencia es que ahora se ven respaldados por sus padres y, en ocasiones, creen que están por encima de ti y que aprender no es necesario”, responde García, quien confiesa a Artículo14 lo más doloroso de su día a día en las aulas: “Cuando algunas familias tergiversan lo que ha ocurrido en clase, como si hubieran estado presentes, otorgando total credibilidad a la versión de sus hijos, repitiendo frases fuera de contexto y sin depositar ninguna confianza en el profesorado. Nos desacreditan delante de los propios alumnos, no dejan las dudas para el ámbito de los adultos, sino que se alían con sus hijos como si los maestros fuéramos el enemigo. Y eso duele, porque el trasfondo de nuestro trabajo siempre es ayudar y acompañar a los alumnos. Nos tratan como si no fuéramos humanos, como si no pudiéramos cometer errores, esperando siempre de nosotros las palabras y acciones perfectas para sus hijos”, confiesa.
Eva, Jordi y Ana, coinciden: el reconocimiento social y el apoyo institucional son fundamental para mantener la motivación del profesorado. “Sin reconocimiento, no tenemos un lugar; nuestro trabajo puede ser fácilmente menospreciado. Y sin apoyo institucional, estamos solos, sin la fuerza suficiente para llevar adelante una tarea tan importante. Necesitamos recuperar el reconocimiento y el respaldo de toda la sociedad”, subrayan.