Crónica negra

Fue a por hielo y halló el cuerpo de su hijo y el de su nuera en el congelador

Cubrieron suelo, paredes y techo con rollos industriales de plástico de burbujas y la policía no halló rastros de sangre; ¿de dónde sacaron la idea? Los agentes sí que encontraron DVDs de la serie 'Dexter'

Uno de los cuerpos sin vida fue descuartizado

Clara y Manuel son una pareja de Barcelona con tres hijos varones. Mario está soltero y vive fuera de la ciudad. Héctor está casado con Susana, ambos de 38 años. Hugo, de 30 años, está con Xianzhi, de 26. Ésta última, embarazada, y a punto de dar a luz. Será la primera nieta para las dos familias y están felices con la llegada del bebé. Clara y Manuel estaban separados y el padre poseía una vivienda en una urbanización de Barcelona, Ca N’Amat. En ella vivían Héctor y Susana.

Hugo se quedó sin trabajo y decidió irse con su mujer a vivir a la casa donde ya estaba su hermano. Unos en la planta de abajo y otros en la de arriba. La vivienda es grande y hay sitio para todos.

Hugo y Xianzhi

Julio de 2009: macabro hallazgo en Ca N’Amat

Un 20 de julio de 2009 la madre de familia, Clara, se preocupa porque no logra hablar ni con sus hijos ni con sus mujeres. Es imposible contactar con ellos. Coge el coche y se dirige a la urbanización. No puede entrar en la casa porque hay llaves puestas por dentro. Así que llama a los Mossos y les cuenta su preocupación. Teme que algo les haya podido ocurrir. La policía fuerza la puerta y al entrar comprueban que no hay nadie. No encuentran nada raro, a excepción de la documentación de Hugo y Xianzhi. Si se hubieran marchado, se la habrían llevado. ¿Entonces dónde están sus hijos?

Los investigadores poco pueden hacer, pero sugieren a Clara que se quede en la casa por si aparecen. Así lo hace y reúne a los amigos de sus hijos, para entre todos repasar los últimos días e intentar encontrar alguna pista de su paradero. En un momento de la reunión Clara baja al sótano en busca de hielos. Abre el congelador. Entre las bolsas de comida se distingue un bulto extraño. Retira las bolsas y entonces lo ve: un brazo humano. El pánico la paraliza. Sigue buscando, con el corazón en un puño. Ahí está. Su hijo Hugo, descuartizado. Y debajo de él, el cuerpo de Xianzhi, envuelto en plástico. Su nuera. Embarazada. Muerta.

Los restos de Hugo y Xianzhi aparecieron en este congelador

Mario, primer sospechoso

La policía científica acude al domicilio y examina en detalle la que parece es la escena del crimen. Los Mossos no entienden por qué cuando acudieron por primera vez a la vivienda no encontraron sangre. Y además ¿dónde están Héctor y Susana? Se sabe que han huido en su vehículo y emiten una orden de búsqueda del mismo. Además intervienen los teléfonos móviles, pero durante semanas no hay actividad. Un tiempo después el móvil de Susana se activa. Los investigadores marcan el número y quien contesta es un hombre desconocido. Afirma que andando por el campo se encontró con dos móviles y se los quedó.

Inicialmente las sospechas recaen sobre Mario al ser el último que estuvo en la vivienda. Durante días, la policía rastrea pistas sin éxito. Hasta que, en la habitación de Héctor y Susana, encuentran un cuaderno. Lo hojean. Y el horror se despliega ante sus ojos. Hay una lista: cuchillos, ropa desechable, bridas. Un ensayo de interrogatorio policial. También nombres de tres familiares y el cálculo de sus herencias. Todo escrito en plural. No hay duda: los crímenes fueron planeados meticulosamente.

Domicilio del crimen

Sin rastro de sangre

En el registro se encuentran rollos industriales de plástico de burbujas. Ahora se entiende por qué no había sangre: forraron la habitación donde ocurrió todo. Cubrieron suelo, paredes y techo. ¿De dónde sacaron la idea? La policía encuentra DVDs de la serie Dexter. Se trata de un forense especializado en el análisis de las gotas de sangre en escenarios de crímenes. Además era un asesino en serie que practica descuartizamientos, tapando el lugar con plásticos.

La autopsia

Hugo murió al recibir varias puñaladas. No se encontraron signos de defensa, lo que significa que fue drogado antes del crimen. Xianzhi murió asfixiada. La autopsia reveló que su muerte fue producida por dos personas. En el cuello había una marca de dos manos, las que le oprimen el cuello. Una segunda marca muestra una tercera mano tapando las vías respiratorias para acelerar la muerte. Además el tórax presentaba daños: una de las dos personas estuvo encima de ella.

El cuerpo de Xianzhi estaba entero pero el de Hugo fue descuartizado. Seguramente porque ella tenía un tamaño menor, que permitía la cabida en el congelador. Con Hugo tuvieron que emplear más trabajo.

Una visita inesperada

La investigación reveló cómo se produjo el crimen. Aquel día todo iba según lo previsto. Hasta que llaman a la puerta. Es su otro hermano, Mario. Hugo y Susana cometieron el asesinato con guantes, pero al abrir la puerta se los quitaron. Y con las prisas de tener que esconder las bolsas se olvidan de volvérselos a poner. Al introducir las bolsas con los cuerpos en el congelador quedaron todas sus huellas.

Con estas huellas y las notas del plan no había duda de quiénes eran los autores. Se emite una orden de búsqueda y captura para Héctor y Susana. Tiempo después, su coche es localizado en Normandía, Francia. Vivían prácticamente en la indigencia, dentro del vehículo. Fueron detenidos de inmediato.

Héctor y Susana

El juicio

Abril de 2012. Comienza el juicio. Héctor y Susana están frente al tribunal, pero su actitud hiela la sangre. No muestran arrepentimiento. No lloran. No intentan justificarse. Ni siquiera abren la boca para defenderse. Su propio abogado les hace preguntas, pero ellos guardan un mutismo absoluto. Es como si los asesinatos no hubieran ocurrido, como si los cuerpos descuartizados en el congelador no fueran los de su hermano y su cuñada embarazada.

Los peritos dibujan el perfil de una pareja fría y calculadora. La teoría de los celos cobra fuerza: envidiaban la vida social de Hugo y Xianzhi, su popularidad, la llegada de su hija. Querían la casa sólo para ellos. Planearon el crimen con meticulosidad, con la frialdad de quien escribe una lista de la compra.

Héctor y Susana jamás explicaron su motivación. Fueron condenados a 38 años de prisión. Al escuchar la sentencia, no hubo lágrimas ni súplicas. Solo silencio. Un silencio tan frío como el congelador en el que ocultaron su crimen.

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