Desde el inicio de su pontificado en 2013 hasta su final este lunes 21 de abril, Francisco se ha posicionado como el Papa que más ha hecho, de palabra y de facto, en favor de la mujer. Y no solo en la Iglesia. No han sido pocas las veces que Francisco ha alzado su voz contra la violencia machista, la explotación sexual y la necesidad de seguir trabajando por la presencia femenina en puestos de responsabilidad. Pero, también, rechazó firmemente lo que consideraba “feminismos ideológicos”, el cual, según él, buscaba la confrontación y no la colaboración entre géneros.
Convencido de que “la mujer es imprescindible en la Iglesia”, Francisco abogó por una mayor presencia femenina en el Vaticano. Llegando, incluso, a nombramientos históricos como el de la religiosa francesa Nathalie Becquart, que se convirtió en la primera mujer con derecho a voto dentro del Sínodo de los Obispos. Asimismo, Francisco encargó en 2020 a seis mujeres para supervisar las finanzas del Vaticano.
Ampliar la presencia femenina
“Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente”, escribía el Pontífice en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium.
“Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia”, apuntaba el Pontífice en una entrevista concedida en agosto de 2013, cuando apenas llevaba unos meses siendo Papa. Ahí ya advertía acerca de la posible “solución del ‘machismo con faldas’, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón”. “Los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a menudo se inspiran en una ideología machista”, lamentaba, subrayando que “las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar”.

No fue aquella la única vez que advirtió acerca de ese “machismo con falda”. En 2019 volvía a mencionarlo en una conferencia: “el feminismo acaba siendo machismo con falda si pierde de vista la relación y la complementariedad entre el hombre y la mujer”, advertía. Y es que, a pesar de que estas afirmaciones le acarrearon numerosas críticas, para Francisco la justa igualdad de derechos no significaba uniformidad.
Contra la violencia de género
Pero si hubo, durante todo su pontificado, un aspecto ante el que se mostró contundente fue con su rechazo a la violencia de género y la explotación sexual de la mujer. “Toda violencia contra la mujer es una profanación a Dios”, aseguró el Papa en 2021. Además, Francisco, particularmente sensibilizado con el tema de la trata de personas –la cual consideraba “la explotación del siglo XXI” y “una llaga en el cuerpo de la humanidad”– no dudó en pedir su erradicación en numerosos discursos.
A pesar de esto, ha habido dos grandes ejes de fricción entre Francisco y el feminismo actual. En primer lugar, el tema del aborto; por otro lado, la incomprensión que ha generado que el Papa no se haya decidido a ordenar mujeres como ministros de la Iglesia. Ni siquiera a pesar de sus intentos, creando varias comisiones teológicas para estudiar el tema, de establecer el diaconado femenino.
Y, en cuanto al aborto, Francisco no titubeó en ningún momento frente a su condena, defendiendo siempre la vida desde su concepción hasta su fin natural. Aunque, si bien es cierto que Jorge Mario Bergoglio siempre argumentó que el aborto “nunca es la respuesta”, e, incluso, llegó a compararlo con “contratar a un sicario para resolver un problema” –palabras que también le valieron muchas críticas–, lo cierto es que el Papa siempre pronunció estas palabras con un matiz sutil pero relevante: lamentaba la práctica, pero nunca condenó a la mujer que la había llevado a cabo.