El futuro De la Iglesia

Fin a la era Francisco: cuenta atrás para el cónclave

Roma despide entre lágrimas a un Papa que cambió la historia reciente de la Iglesia. Ahora, con la sede vacante, los cardenales se preparan para elegir al sucesor que recogerá el testigo de su reforma espiritual y pastoral

La era Francisco ha llegado a su fin, pero sus frutos continúan. “Él lo que hizo fue abrir camino”, destacaban numerosos cardenales sobre su impronta. Con el entierro ayer del Pontífice argentino en la Basílica de Santa María la Mayor, se cierra uno de los capítulos más intensos, reformistas y universales de la historia reciente de la Iglesia Católica. Desde que el pasado lunes 21 de abril se anunciara su fallecimiento a los 88 años en la residencia de Santa Marta, Roma se ha convertido en el epicentro de la emoción, la memoria y la esperanza.

Durante cinco días, miles de peregrinos y ciudadanos de todo el mundo desfilaron por la Plaza de San Pedro para rendir homenaje al primer Papa latinoamericano, que desde 2013 propuso una visión de Iglesia “en salida”, centrada en los pobres y alejada de la autocomplacencia clerical. Su funeral, celebrado el 26 de abril en la basílica vaticana y seguido por el inédito cortejo fúnebre por las calles romanas, selló no sólo su despedida terrenal, sino también la dimensión popular y universal de su pontificado.

Una vista aérea muestra a los fieles asistentes a la Misa funeral del Papa Francisco en la Plaza de San Pedro en la Ciudad del Vaticano, el 26 de abril de 2025.
EFE/EPA/ALESSANDRO DI MEO

Su féretro, sencillo y sin ornamentos, cargado con sus viejos zapatos y su rosario, avanzó lentamente hacia su lugar de descanso, en una ceremonia que por primera vez salió de los muros del Vaticano para abrazar a la ciudad eterna. Francisco, en vida y en muerte, quiso permanecer entre la gente. Eligió ser enterrado en tierra, bajo una lápida de mármol blanco con apenas una palabra: Franciscus, el nombre que eligió para su papado en homenaje de San Francisco de Asís. El eco de su paso resuena ahora mientras la Iglesia entra oficialmente en sede vacante y se prepara para un nuevo cónclave que deberá decidir su sucesor.

¿Qué pasa ahora?

Tras la inhumación de Francisco, se activa el procedimiento canónico que regula el periodo de sede vacante. El cardenal camarlengo, encargado de la administración ordinaria del Vaticano, certificó la muerte del Papa e inició las primeras medidas de gobierno interino: asegurar los bienes de la Santa Sede, destruir el anillo papal y convocar a todos los cardenales del mundo a Roma.

Durante estos días, los cardenales se reunirán en las llamadas congregaciones generales, encuentros preparatorios donde se discuten los retos de la Iglesia, se perfila el perfil del próximo Pontífice y se abordan cuestiones prácticas sobre el futuro inmediato. Estas reuniones también permiten a los electores —sobre todo aquellos que no residen en Roma— conocerse mejor y valorar candidaturas de manera informal.

El lunes se anunciará oficialmente la fecha de inicio del cónclave, que podría comenzar entre el 2 y el 4 de mayo, dependiendo de los tiempos logísticos. Hasta entonces, la basílica de Santa María la Mayor permanecerá abierta para que los fieles puedan visitar la tumba de Francisco, mientras que en la Ciudad del Vaticano se instala un ambiente de expectación, oración y reflexión.

Un detalle de los zapatos ligeramente desgastados del Papa Francisco en el ataúd mientras el cuerpo yace en el interior de la Basílica de San Pedro, en la Ciudad del Vaticano.
EFE/EPA/MASSIMO PERCOSSI

Así será el cónclave: dinámica y “papables”

De los 252 religiosos que forman el colegio cardenalicio, participarán en el cónclave más internacional y joven de la historia 133 cardenales. Se alojarán en la Casa Santa Marta, aislados del exterior, sin acceso a móviles, prensa ni comunicación alguna.

Cada día se celebrarán dos votaciones por la mañana y dos por la tarde. Para ser elegido Papa, un candidato necesita alcanzar una mayoría de dos tercios. Las papeletas se queman tras cada votación: el humo negro indica una elección fallida; el blanco, la elección del nuevo Papa.

En cuanto a los “papables”, las miradas se dirigen a figuras como el cardenal Matteo Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y conocido por su compromiso social y su cercanía al espíritu de Francisco. También suenan el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, prefecto del Dicasterio para la Evangelización, y el cardenal africano Fridolin Ambongo, arzobispo de Kinshasa, símbolo de una Iglesia joven y dinámica en África.

No se descartan sorpresas: Francisco mismo era un outsider en 2013, y el Colegio Cardenalicio, con su actual composición multicolor, podría deparar una elección inesperada, en línea con la apertura global que él mismo impulsó.

Cardenales durante la ceremonia fúnebre por el Papa emérito Benedicto XVI.
EFE/Radek Pietruszka POLAND OUT

Francisco: el Papa que volvió a poner a Cristo en el centro

Más allá de las especulaciones sobre su sucesión, la muerte de Francisco deja una herencia innegable. Jorge Mario Bergoglio fue el Papa que rescató el Evangelio de las sacristías para devolverlo a las calles, que priorizó la misericordia sobre la doctrina, que abrió las puertas a un ecumenismo sincero y que alentó a soñar con una Iglesia más libre, menos autorreferencial. Y lo hizo continuando el legado de los Pontífices anteriores, tanto de Juan Pablo II como de Benedicto XVI.

Su lenguaje sencillo, su estilo austero, su opción por los pobres y su defensa de la dignidad humana han transformado la imagen de la Iglesia en un mundo secularizado. Francisco nos deja una Iglesia más viva, más libre, más ecuménica; una Iglesia que no teme ensuciarse las manos en los problemas de la humanidad.

Con su último gesto —una tumba humilde junto a la imagen de la Virgen a la que tanto amó—, Francisco nos recuerda que el poder en la Iglesia no es un privilegio, sino un servicio. Y que la verdadera grandeza está en la entrega silenciosa. Ahora, bajo el cielo romano que ha sido testigo de su adiós, el pueblo de Dios reza, agradece y se dispone a seguir adelante, bajo la luz que él ayudó a encender.

 

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