Son el mayor apoyo emocional para una mujer en el momento más salvaje y vulnerable de nuestra vida, el que nos convierte en madre. Hasta entonces, han pasado casi de puntillas, como una presencia invisible. Pero llega nuestro primer embarazo, y con él, los miedos y una revolución hormonal que sólo ellas saben calmar. La labor de las matronas va mucho más allá del cuidado de nuestra salud sexual y reproductiva; acogen nuestros miedos y arropan nuestras inseguridades. Su figura, pueden ya hacerse una idea, es fundamental, pero su presencia es insuficiente. Están en déficit. En España faltan, al menos, 5.000 matronas para alcanzar la media europea. Ellas mismas lo advierten: “La situación es grave”.
¿Quién cuidará de nuestra salud sexual y reproductiva? ¿Quién nos guiará en la lactancia? La respuesta es cada vez más incierta.
Un déficit alarmante
España es el cuarto país de Europa con la tasa más baja de matronas: sólo 6,1 por cada 10.000 mujeres en Europa. “Se debe a una combinación de factores, entre ellos las jubilaciones masivas, la falta de plazas formativas y la precariedad laboral”, explica Laia Aguilar, matrona.
Esta cifra está por debajo de la media europea de 9,1 y muy lejos de países como Irlanda, Finlandia o Bélgica, que superan las 30 matronas por cada 10.000 mujeres de entre 14 y 65 años. Para alcanzar la media europea, se necesitan al menos 15.000 matronas, lo que implica un déficit cercano al 50%.
Causas de la escasez
El origen del problema se remonta a finales del siglo XX. Entre 1987 y 1994, España cerró sus escuelas de matronas para adaptar los programas formativos a las normativas europeas. “Eso dejó a una generación perdida. Durante 7 años no salieron profesionales”, señala Aguilar. Aunque la formación se reanudó en 1994, la oferta de plazas ha sido históricamente insuficiente. En la última convocatoria, se ofrecieron 451 plazas para la especialidad de Enfermería Obstétrico-Ginecológica, una cifra que no compensa las jubilaciones previstas ni satisface la demanda actual.
Una jornada laboral desbordante
Para entender el impacto de esta escasez en el día a día, acompañamos a Laia Aguilar y a otras matronas durante su jornada laboral. “En un hospital, nuestras funciones pueden variar. Al llegar, lo primero es el relevo con las compañeras del turno anterior para conocer la situación de las gestantes en trabajo de parto y, por supuesto, presentarnos a las mujeres que están en ese momento en el paritorio. A partir de ahí, hacemos seguimiento y las acompañamos en todo momento. Tras el parto, seguimos presentes durante las primeras horas, generalmente entre una y dos, en la sala de partos. Es un momento clave, no sólo para asegurarnos de que madre y el bebé están bien, sino también para apoyar el inicio de la lactancia materna”, cuenta Aguilar.
También desempeñan un papel fundamental en la atención primaria. “Nos encargamos del seguimiento del embarazo, el posparto y la lactancia, además de labores preventivas como educación sexual y cribado de enfermedades”, apunta Aguilar.
Impacto en la atención sanitaria
La escasez de matronas impacta en la calidad de la atención. Aguilar advierte: “La falta de especialistas mantiene el sistema en un estado de saturación constante, obligando a otros profesionales sin la formación específica de matrona a asumir sus funciones, y esto es un problema grave. Que las mujeres no sean atendidas por matronas se traduce en un aumento de la morbilidad y mortalidad tanto materna como neonatal”.
Un futuro incierto
Se estima que en los próximos cinco años, alrededor del 40% de las matronas actuales alcanzarán la edad de jubilación, y la tasa de reposición es insuficiente para cubrir estas bajas. A esto se suman la precariedad laboral y la falta de reconocimiento económico, factores que desincentivan a las nuevas generaciones a especializarse en esta área. “Apostaría por la creación de un grado universitario específico para matronas”, concluye Aguilar.